REVISTA LIBERTADOR O'HIGGINS - Instituto Ohigginiano

Ev i s t a li B E r t a d o r o’higgins
portugués Hernando de Magallanes quien llegó por mar y cruzó el Estrecho que
lleva su nombre, en 1520. A esto se suma, una gran mayoría de compatriotas
que viven diariamente contemplando la cordillera de Los Andes y desarrollan
una actitud de mentalidad mediterránea y andina, con muy poco o nulo contacto
con el inmenso océano, al que sólo mencionan al entonar el himno patrio. Si se
les preguntara a los habitantes de Santiago, ¿qué significa el mar para ellos?
Posiblemente, una gran mayoría de los más acomodados, piensen en vacaciones
en la playa y otros mencionen los excelentes mariscos y pescados.
Esto me lleva a concluir: Que tal vez el mayor error geopolítico es tener una
capital mediterránea, en un país que se baña de norte a sur en el océano más
grande del globo terrestre. Lo cual nos hace desarrollar una mentalidad que no
se condice con nuestra realidad geográfica. Como muestra un botón: ¿Cómo
explicar que una larga fila de camiones viaje diariamente 1.000 Kilómetros para
embarcarse en Puerto Montt, con destino a Punta Arenas? ¿Teniendo San Antonio
y Valparaíso al lado? Los que nos conectan con una vía marítima que no requiere
de costosas obras técnicas para vencer los obstáculos geográficos, ni es de altos
costos y difícil mantenimiento.
La eficiencia del transporte por mar, comparado con el terrestre, se demuestra
en el siguiente ejemplo: Para transportar un contenedor de 40 pies, un camión
requiere un motor de 380 HP; en cambio, una nave porta-contenedores con
capacidad de trasladar 4.000 contenedores de 40 pies, necesita una planta
propulsora de 76 mil HP, es decir sólo 19 HP por cada uno, ahorrando 361 HP por
cada contenedor. En este ejemplo, se produce con cada buque de contenedores,
un ahorro de petróleo necesario para producir 1.444.000 HP, con lo que baja
ostensiblemente el costo final de los productos al consumidor.
Hace algunos años, se instaló el Congreso Nacional en Valparaíso, obra
geopolíticamente correcta. Sin embargo, al día siguiente empezó la campaña para
regresarlo a Santiago. Una sencilla observación de un mapa de nuestro territorio,
obtenido por satélite, nos debiera llevar a la conclusión de que lo que hay que
traer a la costa es la capital de Chile, no al revés.
Volvamos al tema central de nuestro homenaje a O’Higgins, creador del poder
naval de Chile, que dio inicio a la senda de las glorias navales nacionales que nos
enorgullecen. Quiero recordar que el cadete Arturo Prat Chacón, escuchó y siguió
el llamado del océano cuando era muy niño, siendo, educado en el plantel naval
que, ya en esa época, honraba a su fundador, el Libertador Bernardo O’Higgins.
Allí, se inspiró en ese Padre de la patria como un señero ejemplo de vida y virtudes
cívicas y militares. Estoy seguro de que en sus aulas le transmitieron y le hicieron
asimilar como suyo aquel grito de la batalla del Roble: “Vivir con honor o morir
con gloria, el que sea valiente sígame”. Este profundo concepto ético que revela
los valores patrios y de conducta con que son educados los hombres de armas,
fue dando forma a la personalidad de héroe, quedando grabado en el granítico
carácter que se estaba forjando en aquel joven marino, el cual, años más tarde,
en Iquique, con su inmortal epopeya, no sólo exaltó los ánimos patriotas para
apoyar los objetivos de la guerra del Pacífico, sino que, además, mostró al mundo
el valor y decisión en el combate del pueblo chileno. Por esta misma razón, para
Chile y los chilenos bien nacidos, es un deber recordarlo como uno de sus héroes
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