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REVISTA LIBERTADOR O'HIGGINS - Instituto Ohigginiano

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Edición c o n m E m o r a t i v a dE l Bi c E n t E n a r i o<br />

El fallecimiento del General don José Ignacio Zenteno, ha causado en el<br />

ánimo de S.E. el Presidente un profundo dolor, y respetando el de usted por<br />

tan irreparable pérdida, ha postergado hasta ahora la manifestación que me ha<br />

ordenado le haga en nombre del vivo interés que le inspira la situación a que la<br />

reduce este triste acontecimiento,<br />

El General Zenteno, como esposo i como padre, ha dejado una familia<br />

respetable entregada a la desolación, pero también a la Patria. La Patria a quien<br />

por tan largo tiempo i tan eficazmente sirvió, lamenta la pérdida de un hijo que<br />

fue el alma de gloriosas empresas. El ejemplo que ha legado a sus compatriotas<br />

de las virtudes cívicas que lo distinguieron, continuará produciendo el bien que<br />

con tanta constancia y desprendimiento procuró i en él vivirá perpetuamente su<br />

memoria. Esta consideración sirve de lenitivo al pesar de S. E. i confía que servirá<br />

también al que usted experimenta. (fdo) Manuel Camilo Vial.<br />

P. D. Al expresar los sentimientos de S. E., el Presidente, me es mui honroso i<br />

lisonjero unir los que me inspira particularmente el propio motivo.<br />

(Fdo)Manuel Camilo Vial.<br />

A Zenteno se le califica como una de las más notables e ilustres personalidades<br />

de la lucha por nuestra independencia. Serio por naturaleza y filósofo en la<br />

alta significación de esta palabra. Tranquilo, reservado, prudente, abnegado y<br />

modesto, tenía el severo y austero patriotismo de los antiguos patricios romanos.<br />

Hombre de orden y de ley, puso al servicio de su país y de las nacientes<br />

instituciones, todo el genio del estadista y todo el ardor del soldado. Administrador<br />

inteligente, tuvo todas las dotes y la capacidad necesaria para no dejar obras sin<br />

concluir. Valor, honradez y patriotismo, es el mejor epitafio que debería inscribirse<br />

en la lápida de su sepulcro.<br />

Secretario del General San Martín, cuando éste organizaba en Mendoza<br />

el ejército que dio la libertad a Chile, Ministro de Guerra y Marina del Director<br />

Supremo O’Higgins cuando éste creaba el Ejército y la Escuadra para afianzar<br />

nuestra independencia, para dominar el océano Pacífico y liberar al Perú del<br />

yugo español, fue este ilustre Chileno desde 1816 hasta 1821, el más leal, el<br />

más inteligente y el más laborioso cooperador en estos trabajos que dieron por<br />

resultado las victorias más sorprendentes y trascendentales de la emancipación<br />

hispano-americana.<br />

El ilustre ministro, cuya actividad prodigiosa no conoció obstáculos ni<br />

dificultades, ni decayó un solo día, no dejó el gobierno sino cuando la bandera<br />

tricolor que él mismo había dado a la Patria, dejó libre de enemigos extranjeros el<br />

suelo de Chile y flameaba victoriosa en el Palacio Pizarro de Lima.<br />

Al lado de los nombres de O’Higgins y San Martín, que aparecen como líderes<br />

de aquellas heroicas empresas, la historia coloca con razón el de José Ignacio<br />

Zenteno, que compartió con ellos todos los desvelos y fatigas de la lucha por la<br />

libertad de Chile y América y con ellos también merece compartir la veneración de<br />

su memoria y el pedestal de la gloria.<br />

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