REVISTA LIBERTADOR O'HIGGINS - Instituto Ohigginiano

Ev i s t a li B E r t a d o r o’higgins
de Chile, al igual que Cochrane y oficiales extranjeros lo tenían en la Escuadra
Nacional. De este modo la Expedición en todos sus aspectos era chilena, aunque
su conducción le fue delegada a San Martín.
Esto es en lo relativo al aspecto legal o jurídico. En cuanto a su financiamiento
lo fue también en su integridad con dinero chileno. Los 150 mil pesos argentinos
que San Martín recibió, los consumió en el año 1819 durante su permanencia en
Cuyo.
Con los fondos reunidos en Chile para la Caja Militar se le proveyó de 180.392
pesos en dinero efectivo y documentos de crédito, para sueldos y otros gastos.
Zarpa, al fin, la expedición el memorable 20 de agosto de 1820, natalicio del
Director Supremo Bernardo O’Higgins.
La población de Valparaíso y alrededores la despedía con orgullosos
gritos patrióticos, contestados con vivas entusiastas y emocionados de los
expedicionarios. El General en Jefe se embarcó el 20, acompañado del Director
O’Higgins y Ministro Zenteno y cuando los protagonistas se despedían en el
puente del navío “San Martín”, O’Higgins le entregó un pliego que le nombraba
Capitán General del Ejército de Chile, como expresión de gratitud por sus
eminentes servicios al país, junto con una proclama de despedida. San Martín la
transmitió para que se diera cumplimiento esa tarde a las cinco, con tres vivas de
cada buque, a la prosperidad del Director Supremo de Chile.
Lord Cochrane, maravillado, le expresaba a O’Higgins “La Europa contemplará
atónita, los esfuerzos de Chile y las presentes y futuras generaciones harán
justicia al nombre y a la memoria de su Excelencia”.
Esta increíble empresa tuvo un costo político enorme que contribuyó
paulatinamente a erosionar el apoyo al progresista Gobierno de O’Higgins.
La necesidad de dar prioridad a la Expedición al Perú debilitó a las fuerzas
patriotas del sur, las que justo un mes después, el 20 de septiembre de 1820,
sufrieron una sangrienta derrota en Yumbel, seguidas por otras que culminaron
con la pérdida de Concepción. Esta difícil situación obligó a redoblar esfuerzos,
que se creía ya habían terminado.
Por otra parte, la lentitud de las operaciones en el Perú contribuía a aumentar
el descontento y las críticas contra O’Higgins por no haber cumplido con entregar
a su entrañable amigo San Martín el acuerdo del Senado del 23 de junio de
1820, que regulaba la conducta a seguir por el Comandante de la Expedición, en
especial en lo referido al aspecto político.
En resumen, es verdad irredargüible que ambos próceres, San Martín y
O’Higgins, se complementaron en forma perfecta. Sin San Martín, la libertad de
Chile pudo demorar años. Sin O’Higgins, jamás San Martín hubiese logrado su
sueño de llevar la libertad al Perú, que lo insertó en la Historia Universal como
uno de los grandes Libertadores.
Chile fue el primer país que reconoció sus méritos a San Martín. El Instituto
O’Higginano de Chile los reconoce totalmente y al profundizar nuestra historia
común sólo pretende destacar el decisivo y trascendental rol americanista que
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