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REVISTA LIBERTADOR O'HIGGINS - Instituto Ohigginiano

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Ev i s t a li B E r t a d o r o’higgins<br />

El Libertador O’Higgins, en cambio, debió enfrentar una radical crisis de valores.<br />

Debió crearlo todo: el Gobierno representativo y las Asambleas legislativas; las<br />

Constituciones y el Poder electoral; el Republicanismo Democrático y la Soberanía<br />

Popular. Todo ello en abierta contradicción con las instituciones realistas.<br />

El Gobierno del Padre de la Patria representa una dramática lucha entre<br />

el pasado y las nuevas tendencias; entraña una progresiva incorporación a<br />

nuestra vida institucional de los nuevos principios políticos proclamados por la<br />

emancipación y que sirvieron de fundamento a la organización definitiva de la<br />

República. El éxito de Diego Portales es inconcebible sin la consideración del<br />

laborioso y difícil aprendizaje político que debió realizar la clase dirigente chilena<br />

en el Gobierno de Bernardo O’Higgins.<br />

Veamos el importante y decisivo aporte del Libertador O’Higgins a la<br />

estructuración definitiva de la República.<br />

I. REALISMO REVOLUCIONARIO DE O’HIGGINS<br />

Como todo Libertador, O’Higgins ofrece en su persona la tragedia de una<br />

época de cambios, de antítesis y de choques. Es testigo y, al mismo tiempo,<br />

protagonista de una Crisis. Se ha roto el orden social hispánico y empiezan a<br />

surgir nuevas fuerzas políticas.<br />

El Prócer adoptó una postura de inconformidad y de rebeldía frente al ambiente<br />

tradicional, pero al mismo tiempo invitó a sus conciudadanos a respetar el<br />

pasado, a respetar muchos valores coloniales que, aunque aparecían desteñidos<br />

o atenuados por la conmoción inicial, seguían plenamente vigentes.<br />

Esta tensión creadora entre los principios revolucionarios y las características<br />

peculiares del Ser Nacional, esta especie de compromiso o transacción entre<br />

la realidad concreta heredada de España y los proyectos de los ideólogos,<br />

constituye la mayor gloria de nuestro Padre de la Patria y representa su más<br />

valiosa contribución a la organización definitiva de la República.<br />

Como auténtico Revolucionario, el Libertador comprendió que era indispensable<br />

reconciliar a Chile con su destino, respetar su herencia histórica, completando<br />

las orientaciones teóricas con la tradición. La compleja tarea de organizar la<br />

República exigir, pues, un cuidadoso respeto de la continuidad histórica. Era<br />

ésta la única manera de estructurar el nuevo Estado. La realidad ha sido siempre<br />

más poderosa que la idealidad. Sólo el contacto creador de estas dos fuerzas<br />

contrarias –realidad e idealidad– permitirle encontrar la fórmula que asegurara<br />

una organización definitiva de la República.<br />

En Chile, fue Bernardo O’Higgins el primero que comprendió estos principios.<br />

Para mantener el equilibrio social era absolutamente necesario conjurar el pasado<br />

hispánico con las nuevas ideas. Esta es la gran tarea que el Libertador impuso a<br />

sus conciudadanos: No negar la realidad, sino aceptarla en su doble orientación,<br />

teórica y práctica. Es el mismo pensamiento que más adelante exteriorizó Diego<br />

Portales.<br />

O’Higgins debió conciliar con mucha frecuencia las nuevas instituciones<br />

democráticas con la realidad colonial que aún se manifestaba robusta. Esta<br />

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