REVISTA LIBERTADOR O'HIGGINS - Instituto Ohigginiano

Ev i s t a li B E r t a d o r o’higgins
apreciación respecto a la real capacidad de acción criolla juega a nuestro juicio un
papel determinante en la evolución que va sufriendo el proceso independentista
hasta culminar con la derrota española.
Habida consideración de la forma en que se autolimita uno de los contendores
en el conflicto bélico, debemos profundizar en los objetivos que persiguen San
Martín y O’Higgins, luego de obtener en 1818 la liberación de Chile.
Ya en 1814, San Martín había bosquejado con meridiana claridad, en una
carta, su pensamiento en torno a la forma que debía asumir la guerra en América:
“Ya le he dicho a Ud. mi secreto. Un ejército pequeño y bien disciplinado en
Mendoza para pasar a Chile y acabar allí con los godos, apoyando un gobierno
de amigos sólidos para concluir también con la anarquía que reina; aliando las
fuerzas pasaremos por el mar a tomar Lima. Ese es el camino y no éste” 3 .
En abril de 1818, recuperado Chile Central, parecía llegado el momento de
iniciar los preparativos que, por medio de una alianza, dieran inicio a la fase
definitiva en la liberación continental.
O’Higgins, solucionada la prioridad que significaba reconquistar el suelo patrio
y declararlo una nación independiente, comprendió la necesidad ineludible de
terminar con la amenaza que representaba Lima y para ello comenzaba, por la
vía de adquisiciones y por las presas de guerra a conformar una escuadra que le
diera el dominio marítimo, una primera etapa indispensable dentro de la estrategia
acordada. En el mismo sentido, cabe señalar la contratación de Lord Cochrane,
prestigioso marino inglés para que se trasladara al país a fin de organizar y
dirigir la fuerza naval, todo lo cual representaba un costo desmesurado para las
escuálidas arcas de la naciente República.
A los desembolsos mencionados, debe agregarse el costo representado
por la mantención del Ejército de los Andes en suelo chileno, lo que implicaba
un esfuerzo cada vez más difícil de realizar por el gobierno, el cual verá en la
concreción de la expedición no sólo la desaparición de la amenaza española,
sino también un alivio económico ante los gravámenes extraordinarios que se
exigían a sus habitantes.
El año 1818 se consumió en la preparación de la escuadra chilena, mientras
San Martín se trasladaba a Buenos Aires para obtener allí el compromiso del
gobierno de las Provincias Unidas de respaldar la expedición al Perú. De vuelta
a Chile, se reúne con los vecinos de Santiago, ocasión en la que expondrá en
detalle los requerimientos del proyecto: “El ejército se compondría de 5.400
infantes, 400 artilleros, 200 jinetes y 100 zapadores, un total de 6.100 hombres.
El tren de artillería debía constar de 24 piezas de campaña con 500 tiros cada
una. Además del armamento correspondiente a y cada soldado se llevarían diez
cañones de repuesto, 3 mil fusiles y mil carabinas para armar nuevas tropas en
territorio peruano, a cuyo objeto se organizaría también un cuerpo de oficiales,
sargentos y cabos. El proyecto detallaba las municiones, las fornituras, los
artículos de maestranza y del hospital militar; se pedía tres meses de víveres
para el ejército y para la tripulación de los buques”.
3 Ricardo Levene (Recopilador): Historia de la Nación Argentina. Vol. VI, Leonardo Ornetein. Cap. IX. Imprenta
de la Universidad. Buenos Aires 1947, p. 617.
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