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REVISTA LIBERTADOR O'HIGGINS - Instituto Ohigginiano

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Ev i s t a li B E r t a d o r o’higgins<br />

republicana, que impuso a sus grandes compañeros se tradujeron en la afirmación<br />

antimonárquica de todo el continente. América le es deudora de esa afirmación”.<br />

El ejemplo y la enseñanza de esas convicciones por O’Higgins marcaron<br />

en loma definitiva la historia de Chile y se enraizaron en nuestras instituciones<br />

fundamentales. Por eso, nuestra Constitución de 1980 ha podido definir en su<br />

artículo 411 al país, escuetamente, con la austeridad y sencillez propias de un<br />

compromiso solemne: “Chile es una república democrática”.<br />

Bernardo O’Higgins llevaba en su sangre el afán de servicio público; pero no<br />

busca los cargos por el honor o la ostentación que ellos representan, sino como<br />

medios para servir y siempre que los cargos estén basados en la voluntad de sus<br />

ciudadanos. Así, habiendo tomado posesión de la hacienda de Las Canteras en<br />

1804, desempeña, por decisión de los vecinos en 1806, el cargo de Procurador<br />

del Cabildo de Chillán. Jaime Eyzaguirre en su “O’Higgins” dice que “el pueblo<br />

de Chillán, arrancándole de la quietud campesina, puso en sus manos la vara<br />

de alcalde del Cabildo”, mientras que Orrego le atribuye la función de alcalde de<br />

Chillán en 1804 y don Sergio Fernández Larraín, también autor de un “O’Higgins”,<br />

dice que desempeñó esa alcaldía en 1805 y que fue miembro del Cabildo en 1806.<br />

En cualquier caso, todos señalan que se distinguió por la defensa de los intereses<br />

locales y por su testimonio por la libertad: ante las demasías del Intendente de<br />

Concepción. Don Luis Valencia Avaria, reputado historiador, conocido por su<br />

devoción o’higginiana, nos indica que,”en 1806 mereció el Cargo, de Procurador<br />

General del Cabildo de Chillán. De sus actuaciones como tal sólo se conserva una<br />

nota dirigida al presidente Muñoz de Guzmán, en la que la corporación rechaza<br />

los manejos de un vecino y donde figura su firma como ‘Bernardo O’Higgins’, a<br />

secas”.<br />

En lo que Fernández Larraín denomina su “alborada cívica y primeras milicias”,<br />

O’Higgins, por disposición de sus habitantes, pasa a desempeñar el cargo de<br />

subdelegado de la Isla de la Laja, en 1810. “La revolución de setiembre –escribe<br />

a su amigo y consejero Juan Mackenna– me encontró como subdelegado de la<br />

Isla de la Laja, cargo para el cual había sido elegido por sus habitantes, porque<br />

jamás quise ni pude aceptar empleo alguno del gobierno español”.<br />

Desde ese cargo y en completo acuerdo con el Comandante militar de Los<br />

Ángeles, don Pedro José Benavente y Roa, organiza un regimiento con los<br />

inquilinos de su fundo y los vecinos inmediatos. Inicia así su carrera militar y<br />

aunque después su amigo don Juan Martínez de Rozas prefiere a un pariente<br />

para designarlo como jefe militar de la zona la Junta de Concepción, nacida de la<br />

revolución de setiembre de 1810, lo, designa teniente coronel de esa agrupación<br />

de milicia.<br />

Por esa fecha don Juan Martínez de Rozas era reconocido como la primera<br />

cabeza de la Junta de Gobierno. El político penquista se había convertido, a la<br />

vez, en el único miembro realmente revolucionario de la Junta y tenía una estrecha<br />

amistad y alianza con O’Higgins, a pesar del episodio anterior. De todas maneras<br />

O’Higgins había pasado, de hecho, a ser reconocido como una de las más altas<br />

autoridades militares del sur.<br />

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