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REVISTA LIBERTADOR O'HIGGINS - Instituto Ohigginiano

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Ev i s t a li B E r t a d o r o’higgins<br />

“Cuantos esfuerzos se han hecho en el Archivo de Indias de Sevilla para<br />

encontrar el texto del Decreto de 19 de junio, han resultado infructuosos” 111 .<br />

Sin embargo, en el mismo Archivo se halla la real Cédula de nombramiento, en<br />

su remplazo, del Marqués de Avilés, fechada el 14 de julio, que parece reiterar las<br />

razones en que se fundamentó aquella resolución.<br />

“Don Carlos, etc. Por cuanto en consideración a la quebrantada salud que<br />

experimenta el Teniente General, de mis reales ejércitos, Marqués de Osorno,<br />

a su avanzada edad y hallarse ya en el quinto año de servir los empleos de<br />

Virrey, Gobernador y Capitán General del Reino del Perú y Presidente de mi Real<br />

Audiencia de Lima, he tenido a bien, por mi real decreto de 19 de junio próximo<br />

pasado, relevarle de ellos” 112 .<br />

Para don Ricardo Donoso las justificaciones del relevo son “formalidades<br />

diplomáticas de estilo”, ya que, como otros historiadores, cree que la causa real<br />

del cambio fue la entrega hecha por el cubano Caro de los planes revolucionarios<br />

de Miranda, incluyendo los nombres de los conspiradores, entre los cuales habría<br />

estado el hijo bastardo de don Ambrosio.<br />

Sin embargo, “las formalidades diplomáticas” son, en este caso, auténticas,<br />

bien asentadas y precisas razones para el cambio.<br />

La quebrantada salud del Virrey era un hecho conocido en la Corte y<br />

corresponde a los achaques propios de sus largos años de mortificaciones en<br />

los trabajos en que empeñó su juventud y madurez. La avanzada edad, aunque<br />

nadie la conocía con certeza, era inocultable y estaba directamente asociada a los<br />

quebrantos de su salud. Y, finalmente, se hallaba en el quinto año de su empleo<br />

como Virrey y demás cargos anexos.<br />

El hecho de entrar al quinto año ejerciendo el más alto cargo de las Colonias,<br />

causa aparentemente injustificada para su relevo, tiene un importante antecedente<br />

justificatorio de la resolución de la Corona: desde 1776, los cuatro últimos Virreyes,<br />

anteriores a don Ambrosio O’Higgins habían permanecido en sus cargos entre<br />

cuatro y seis años, y, con la única excepción de don José Fernando de Abascal,<br />

Marqués de la Concordia, todos los Virreyes posteriores al Marqués de Osorno<br />

no sobrepasaron los cinco años en el ejercicio del mando 113 .<br />

A la par de su edad avanzada, el Virrey había disminuido sus habilidades en<br />

el halago palaciego. Además, nuevos jerarcas formaban sus propias y personales<br />

estructuras de poder administrativo en América. A sus cansancios físicos es<br />

posible que haya agregado la secreta frustración espiritual del hombre sin reales<br />

afectos y ternuras de familia, sólo fiado y confiado en la validez de la amistad, en<br />

el respeto y el temor reverencial que infundía su rango.<br />

La noticia del “relevo”, expresión que se ha entendido como destitución por<br />

la mayoría de los autores, circuló entre los pocos amigos que en España aún se<br />

interesaban en su suerte. Por intermedio de ellos, su sobrino don Tomás O’Higgins<br />

y Welch, y con mucha certeza el franciscano don Alejandro García, conocieron la<br />

111 Ricardo Donoso: El Marqués..., p. 411.<br />

112 Ricardo Donoso: El Marqués..., p. 408.<br />

113 Manuel de Odriozola: ob. cit. Tomo 11, pp. 17-18.<br />

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