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REVISTA LIBERTADOR O'HIGGINS - Instituto Ohigginiano

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Ev i s t a li B E r t a d o r o’higgins<br />

El origen de este argumento, que circula en numerosas obras, se encuentra en<br />

la carta que el Coronel Mackenna envió a D. Bernardo el 20 de febrero de 1811:<br />

“desde el momento en que se descubrieron sus relaciones con Miranda y<br />

fueron comunicadas al ministerio español por sus espías, Ud. sabe las atroces<br />

medidas que se tomaron por esto en contra de su venerado padre” 117 .<br />

El conocimiento de las autoridades españolas sobre los contactos de Miranda<br />

y su discípulo chileno, una de las supuestas causas ocultas de la destitución de<br />

su padre, se atribuye a la delación del cubano Caro que, por varios años, participó<br />

en las actividades revolucionarias hizo la dirección del Precursor. La inclusión del<br />

nombre de don Bernardo en el grupo de los conjurados por la liberación de las<br />

Colonias que el traidor Caro habría entregado a las autoridades españolas, no<br />

está probada documentalmente. El supuesto histórico atenúa su mérito discutible<br />

al revisar el itinerario seguido por Caro, hasta la consumición de su traición y luego<br />

se debilita, todavía más, perdiendo toda consistencia, frente a la comprobación<br />

indubitada de no existir hechos de hostigamiento, vigilancia policial, seguimiento<br />

de actividades, normas policiales diligentemente aplicadas a los sospechosos de<br />

herejía revolucionaria, que afectaran al joven amigo de Miranda.<br />

Don Bernardo pudo regresar a España, salir y retornar de nuevo a su territorio,<br />

después del desastre marítimo provocado por la escuadra inglesa en el convoy<br />

de barcos españoles que lo traía a América. La asociación de su nombre al del<br />

Virrey no era posible, ya que nunca usó, ni pretendió hacerlo, el apellido O’Higgins<br />

mientras estuvo en Europa. El vínculo de sangre, o la relación ilegítima podía<br />

ser sospechada, incluso divulgada, como uno de los muchos secretos del Virrey,<br />

por don Nicolás de la Cruz, u otros pocos conocedores de su filiación. El único<br />

documento probatorio de tal parentesco se hallaba en el libro de Bautizos de la<br />

Parroquia de Talca y, eventualmente, en copia mantenida en el Archivo de don<br />

Nicolás. Sin prueba alguna del vínculo familiar, sin haberse incoado ni la más<br />

pequeña investigación sumaria, inculpándole de conspiración contra la Corona, es<br />

descabellado suponer que tal hecho incomprobado sirviera de fundamento para<br />

remover de su cargo al más importante funcionario de la Corona en América.<br />

Una leve sospecha de los servicios policiales habría centrado su interés en<br />

la vigilancia del joven americano. En tal caso se habría investigado también a<br />

los visitantes criollos que frecuentaban la casa de don Nicolás, tales como don<br />

José Cortés Madariaga, don Juan Pablo Fretes, que oficiaba de Capellán en el<br />

Regimiento de Cádiz, o el Capitán Florencio Terrada. Para los servicios policiales<br />

y de inteligencia españoles la sospecha sobre la permanencia en Cádiz de un<br />

cómplice de Miranda, de tanta importancia como para aparecer en su listado de<br />

conspiradores, habría desatado medidas de investigación inmediatas, en que el<br />

apresamiento y el interrogatorio exhaustivo eran trámites indispensables.<br />

Sin embargo, nada, de esto ocurrió durante su residencia en España, por tres<br />

años, después de su regreso de Londres.<br />

Valencia Avaria hace, con acierto, el siguiente comentario:<br />

117 Carlos Vicuña Mackenna: O’Higgins y Mackena íntimos..., p. 15. Revista Chilena de Historia y Geografía<br />

Nº20, 1915.<br />

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