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REVISTA LIBERTADOR O'HIGGINS - Instituto Ohigginiano

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Edición c o n m E m o r a t i v a dE l Bi c E n t E n a r i o<br />

Paralizada en Talcahuano, momentáneamente, la acción militar de O’Higgins,<br />

dicen los brillantes historiadores Eyzaguirre y Fernández Larraín, se agiganta en<br />

su ánimo el anhelo libertario como la reserva de una esperanza que no quiere<br />

morir; declarar la Independencia de Chile.<br />

En los últimos meses de 1817, una idea estaba trabajando y ahora parecía<br />

llegado el momento de darle cuerpo, Chile debía manifestar a la faz de las naciones<br />

su resolución de vivir independiente, y por un documento solemne, afirmar este<br />

propósito de liberación que ya había calado hondo en las conciencias. Ahora que<br />

una enorme amenaza oscurecía las conquistas tan trabajosamente alcanzadas,<br />

esta voluntad de ser la Patria debía mostrarse más firme que nunca y oponer al<br />

invasor, no sólo el poder de las armas, sino también la fuerza espiritual de un<br />

pueblo interiormente cohesionado en su propósito de existir.<br />

Orrego Vicuña nos dice: “Llegadas las fuerzas de O’Higgins (febrero de 1818)<br />

a Talca después de haber cruzado el Maule, el Director Supremo llevó a cabo<br />

uno de los actos más solemnes de la historia de Chile. Ante sus soldados, que<br />

presentaban armas, al pie de un altar de campaña, en que los símbolos cristianos<br />

se mezclaban con las banderas de Chile que ondeaban al viento, proclamó, juró<br />

e hizo jurarla a sus hombres, la independencia total y definitiva de su patria.<br />

Mientras el cañón tronaba en salvas de gloria y las campanas de las iglesias, en<br />

todo el territorio libre volaban a rebato, la voz del Libertador se hizo oir, solemne,<br />

augusta, proclamando la Independencia de Chile”.<br />

El Acta de Independencia había sido firmada en Concepción, el 11 de enero<br />

de 1818, por O’Higgins y sus Secretarios de Estado, Zañartu, Villegas y Zenteno,<br />

y había sido jurada simultáneamente en Talca y Santiago, el 12 de febrero, en el<br />

primer aniversario de la Batalla de Chacabuco.<br />

POLÍTICA CONSTITUCIONAL<br />

Justo es reconocer que, después de Maipú, empezó para Chile una<br />

etapa de engrandecimiento cívico y de progreso institucional y material, que<br />

alcanzó proporciones insospechadas, Colocándose a la cabeza de los países<br />

hispanoamericanos. El temor de nuevas invasiones había desaparecido, y había<br />

llagado la etapa de construir la nueva nacionalidad.<br />

Sin embargo, pronto empezó la impaciencia ciudadana por frenar el autoritarismo<br />

y reemplazar la excesiva disciplina o limitación de poderes discrecionales; en<br />

resumen, el clima reinante era pedir al Jefe del Estado la dictación de una Carta<br />

Fundamental. Se designó una comisión integrada por Juan Agustín Alcalde, Juan<br />

José Echeverría y Agustín Eyzaguirre para que cumpliera los anhelos de la clase<br />

dirigente, solicitándole el nombramiento de una Comisión de 5 individuos que, en<br />

un plazo de quince días, elaboraría una Constitución que deslindase las facultades<br />

del gobierno. Con notable espíritu cívico, O’Higgins adhiere a los propósitos de<br />

la ciudadanía, designando una Comisión Constituyente, destinada a estudiar y<br />

redactar el proyecto de Constitución. Es la llamada Constitución de 1818, que<br />

consagró un autoritarismo legal, y ello ha servido de base para tildar el gobierno<br />

de O’Higgins de dictatorial.<br />

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