REVISTA LIBERTADOR O'HIGGINS - Instituto Ohigginiano

Edición c o n m E m o r a t i v a dE l Bi c E n t E n a r i o
compaisano Lautaro”, “ese mismo espíritu”, libertó de sus opresores”, “a Arauco,
mi patria”, indican una lectura bien asimilada del alma de un pasaje culminante
de “La Araucana”. Ahí tenemos la clave del nombre de la Logia Lautaro, cuyo
significado es promotor de libertades, y de su lugar de origen, el puerto español
de Cádiz. Bien sabemos que, de camino a Londres, el hijo del Gobernador de
Chile se detuvo allá unos meses en casa de Don Nicolás de la Cruz; pero de
regreso a su país se embarcó en Falmouth en el mes de abril de 1794 y, tras una
estadía de tres semanas en Lisboa, llegó a Cádiz en junio de dicho año. Mal que
la pesara al novel viajero, únicamente navegó rumbo a su continente y a su patria
en abril de 1802, recalando en Valparaíso la fragata “Aurora”, que lo traía, el 6 de
septiembre. Sin necesidad de rigidez en las fechas, Bernardo O’Higgins estuvo
en Cádiz dos años y ocho meses largos, sirviendo de escribiente gratuito al señor
de la Cruz, por sólo el alojamiento y la comida.
El detalle importante es que sin casa de Don Nicolás había tertulias de
indianos y de americanos. A hurtadillas del amo, todo un marqués del Maule, en
especial los últimos, derivaban las conversaciones hacia noticias y comentarios
vinculados a ideas de emancipación más pronta o más tardía del trono peninsular.
Entre, los contertulios, figuraban el canónigo chileno José Cortés y Madariaga y
el canónigo uruguayo Juan Pablo Fretes, amigo de Francisco de Miranda y en
buenas migas con el escribiente Bernardo O’Higgins, cuyo padre ejercía desde
1796 el cargo de Virrey del Perú. Por sus propósitos revolucionarios, todos
cuatro, Miranda a la cabeza, eran precursores de la independencia ulterior de
América Hispana, unidos a muchos otros que hacían de las calles gaditanas un
hervidero de corazones embriagados de ensueños emancipadores. Al término del
texto que comentábamos a su discípulo, le había augurado el cumplimiento de
“vuestros votos por la libertad de nuestra patria común”, que no era venezolana
ni chilena, sino americana en toda la extensión y comprensión de la palabra. El
propio Miranda bosqueja a O’Higgins el modo de su resguardo en la empresa
libertaria, al decirle: “Mucho secreto, valor y constancia, son la égida que os
escudará de los tiros de los tiranos”, frase en la cual los tres sustantivos iniciales
son del más puro linaje masónico. A instancias de ellos y por el recuerdo en
Londres de “mi compaisano Lautaro” hecho por Bernardo, se constituyó en Cádiz
la logia con apelativo de un libertador araucano. Los cuatro precursores, de la
independencia ya nombrados: Miranda, Cortés, Fretes y O’Higgins, por medios
directos o indirectos, instalaron en América distintas ramificaciones de la Logia
Lautaro, inclusive llegando a llamarla Logia Lautarina. El papel de precursor
que atribuimos a Bernardo O’Higgins por los años de 1800, corresponde a los
preparativos anticipatorios de la acción independentista americana, y chilena en
la cual posteriormente figurará como libertador efectivo junto a San Martín y a
Bolívar. El primero de éstos, después de haber servido en las huestes españolas
contra la invasión napoleónica, volvió a Argentina en 1812 y obtuvo victorias
militares en San Lorenzo de Paraná y en Ayuhuma, respectivamente en 1813 y
1814, donde sus decenas de granaderos a caballo se enfrentaron a unas cuantas
decenas de realistas bisoños. El segundo de ellos., Bolívar, fue a España en
1799, año en que O’Higgins cumplía un cuadrienio de estudios y experiencias en
Inglaterra, contrajo matrimonio con una madrileña en 1802, año del regreso de
O’Higgins a Chile, presenció la coronación de Napoleón en 1804 y en 1805 juró
499