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REVISTA LIBERTADOR O'HIGGINS - Instituto Ohigginiano

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Ev i s t a li B E r t a d o r o’higgins<br />

destinadas a promover su nombre para el cargo de Virrey y la creencia en una<br />

decisión superior fundada exclusivamente en el mérito, colocan a don Ambrosio<br />

en un nivel superlativo de calificación. Revelan, además, un notable e infrecuente<br />

sentido de justicia de la Corona que posponía otras pretensiones, amparadas por<br />

influencias palaciegas, para reconocer las virtudes de un servidor leal y designarlo<br />

Virrey, no obstante su edad avanzada y su condición de extranjero.<br />

Con todo, no es posible aceptar, sin beneficio de duda, la idea de que no<br />

mediaran, esta vez, los mecanismos utilizados con ocasión de su nombramiento<br />

de Gobernador. El conocía suficientemente la altísima consideración y estima<br />

que se le tenía en la Corte. No había en América otro funcionario que hubiera<br />

logrado tanto respeto por su capacidad y competencia de gobernante. Pero tales<br />

antecedentes no eran suficientes, por sí solos, para garantizar un nombramiento<br />

de esta categoría. Sus enemigos, la edad y su extranjería, eran elementos<br />

favorecedores de las crecientes fuerzas conspirativas en su contra.<br />

El paso de algunos Gobernadores de Chile a Virreyes del Perú se había<br />

repetido bajo los Borbones. Manso de Velasco, Amat y Jáuregui desempeñaron la<br />

Gobernación de Chile antes de asumir el Virreynato del Perú. Estos precedentes<br />

carecían, sin embargo, de valor frente a las influencias puestas en juego para<br />

designaciones de tan alta importancia y que determinaban la decisión final.<br />

Todo nombramiento en un cargo de relevancia en la jerarquía americana<br />

originaba una lucha sin cuartel en la Corte española. Don Ambrosio era un<br />

postulante con poderosos “favorecedores”, cultivados en la esplendidez de<br />

las rarezas que enviaba regularmente a los potentados del imperio. Pero otros<br />

candidatos tenían el recurso de la nobleza, el parentesco cortesano y también la<br />

influencia del dinero.<br />

Un hombre bien informado, como don Nicolás de la Cruz, que seguía con avidez<br />

el proceso para el nombramiento del Virrey, vio pocas expectativas favorables<br />

para su amigo y así lo dice sin rodeos:<br />

“Días pasados corrió que había dado al señor Alvárez el Virreynato de<br />

Lima…”<br />

“Si no fuera por sus respetos y conexiones seguramente Vuestra Excelencia<br />

ocuparía aquel lugar” 100 .<br />

El futuro Conde del Maule se ha llevado, poco después, una buena sorpresa<br />

con el resultado final. En carta que remite a su hermano Juan Esteban de la<br />

Cruz, dice: “Acaba de nombrar S..M Virrey de, Lima a nuestro don Ambrosio<br />

Higgins” 101 .<br />

Sin embargo, en febrero de ese mismo año 1795, al felicitarle por el<br />

otorgamiento del título de Barón de Ballenary y al destacar que éste fue logrado<br />

gracias a la influencia del Duque de Alcudia, afirma que éste “será el único que<br />

podrá obtener el Virreynato del Perú” 102 .<br />

100 Nicolás de la Cruz: EI Epistolário, p. 44.<br />

101 Nicolás de la Cruz: Epistolario, p. 72.<br />

102 Sergio Martínez Baeza: El Epistolario de don Nicolás de la Cruz (1794-1798). Boletín de la Academia Chilena<br />

de la Historia Nº100, 1989, p. 250.<br />

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