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REVISTA LIBERTADOR O'HIGGINS - Instituto Ohigginiano

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Edición c o n m E m o r a t i v a dE l Bi c E n t E n a r i o<br />

peruana que sabe posponer sus propios sentimientos a la práctica de los<br />

principios de justicia, ha consentido en devolver los restos del primer magistrado<br />

de la República de Chile, que durante más de veintiséis años reposaron en este<br />

sepulcro, de donde acabamos de exhumarlos. Por lo mismo que el Perú conoce<br />

todo el precio de estas respetables cenizas, no quiere defraudar a la patria del<br />

ilustre General O’Higgins de la satisfacción de poseer un depósito que por tan<br />

sagrado título le pertenece” 8 .<br />

El ministro, por su parte expresó:<br />

“Acabáis de recibir las cenizas del Capitán General Presidente de Chile, Gran<br />

Mariscal del Perú don Bernardo O’Higgins, cuyo nombre ha ilustrado la América<br />

en el pasado y en el presente. Decid a vuestro país que, al entregarle estos<br />

restos, cumplimos con un deber sagrado: pero que guardaremos eternamente<br />

el recuerdo del grande hombre, que no solo trabajó por la independencia de su<br />

patria, sino que envió la gloriosa expedición que debía iniciar la independencia de<br />

la nuestra.<br />

Poco avaro del presente, como todos los hombres que emprenden un gran<br />

fin, el Capitán General prodigó el suyo para conquistar el porvenir; y recibió la<br />

proscripción de sus contemporáneos para aguardar la apoteosis de la historia.<br />

Más feliz que Temístocles, él ha vivido y muerto en el seno de los amigos de la<br />

patria. Es tan sublime, tal inefable el agradecimiento de un pueblo, sobre todo del<br />

que nos ve nacer, que él tiene el derecho de hacerse aguardar, de reconcentrarse<br />

profundamente y de dejar el fallo de la gloria a la posteridad. Felices los hombres<br />

que tienen otra patria que les deba gratitud y que los cobije en los días de la<br />

calamidad inseparables de la imperfecta grandeza humana. Por fortuna, los<br />

grandes soldados de cada una de las repúblicas americanas son también los<br />

grandes soldados de las demás; porque los fines, las aspiraciones, las simpatías<br />

y hasta las preocupaciones, los odios y las venganzas de una de ellas son el<br />

patrimonio de todas.<br />

Vuestro Capitán General nos pertenecía: Pero él era, ante todo vuestro. Por eso<br />

os lo devolvemos. Sin embargo, esas cenizas os dirán que están naturalizadas en<br />

el Perú. Ellas son el glorioso recuerdo de una gloriosísima unión. ¡Singular destino<br />

el del Capitán General, Gran Mariscal O’Higgins! En el poder, en la proscripción y<br />

en la tumba sirviendo a la misma causa, a la gran causa de la unión americana.<br />

Hoy que los héroes que descansan en vuestro cementerio, lo olvidan todo para<br />

no recordar sino los méritos del Capitán General y que, imparciales y tranquilos,<br />

lo aguardan para fraternizar en la tumba, hoy él puede dar su despedida a La Mar<br />

y a Gamarra que lo han acompañado aquí.<br />

Y vos, señor Vicealmirante, marino peruano, Jefe de la segunda escuadra<br />

aliada, vosotros todos, señores, los que componéis la Comisión que ha de llevar<br />

los restos de don Bernardo O’Higgins: si, como compatriotas y herederos del<br />

Capitán General de Chile, sois nuestros leales amigos, estad seguros de que, hijos<br />

también del Gran Mariscal del Perú, merecéis nuestra más cordial fraternidad. El<br />

8 Ob. cit. p. 73.<br />

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