REVISTA LIBERTADOR O'HIGGINS - Instituto Ohigginiano

Edición c o n m E m o r a t i v a dE l Bi c E n t E n a r i o
cuadras de tierra en Palpal, predio agrícola que deslindaba al sur con el de don
Ignacio Puga y Córdova Figueroa, y al norte, con el de su hermano Apolinario.
El 15 de junio de 1811, don Manuel y don Estanislao Riquelme, hijos de don
Simón, vendieron las cuatrocientas cuadras de Palpal a don Manuel Puga, quien
poseía mil cuadras colindantes. Los Riquelme de la Barrera tuvieron también una
destacada actuación en la defensa de Chillán, hecho que se conoce a través de
la epopeya del “Purén Indómito”.
“Del enlace del capitán de caballería don Simón Riquelme y Goicochea y de
la hija de don Fermín de Meza, alcalde de la ciudad, habían nacido –como se ha
señalado– dos hijas, Lucía y María Isabel. La madre murió al nacer la segunda. El
padre casó por segunda vez después de doce años de viudez”.
Y es esta Riquelme quien ahora mancha un apellido ilustre. La sociedad es
severa, acusa, no comprende. Un día, el niño nace. Es el 20 de agosto de 1778.
Un niño tal vez no deseado y al que llaman Bernardo por ser el nombre del día.
... Es de noche. Por los portalones de las viejas casonas, la servidumbre aviva
el fuego de los braseros. En los claustros, el leve susurro de los rezos -acentúa
la alta serenidad monacal imperante. Por los vastos corredores de los conventos,
los jazmines comunican su blancura a los muros de ladrillos. El frío arrecia sobre
las estancias desoladas. Lejos, rompe la noche el galopar de los dragones de la
Frontera.
En el interior del fundo “El Palpal”, Isabel ha dejado de ser la niña temerosa
para transformarse en la joven madre que ensaya las primeras ternuras para el
hijo, las primeras canciones de cuna. Más, ¿cómo fortalecerá su espíritu cuando
la criatura le sea arrebatada de manera inminente y dolorosa? ¿Esperaba Isabel
que aquella promesa de matrimonio llegaría a cumplirse? No, el austero militar
no podía cumplir su compromiso sin torcer su futuro. “Las leyes de la corona no
sólo prohibían, sino castigaban a los empleados que se casasen o reconociesen
hijos en los lugares donde ejercían alguna autoridad”. “Más tarde –nos señala el
historiador don Luis Valencia Avaria– confesó don Ambrosio a un amigo íntimo
que “nunca hubo hijo natural en mejor término, dándole a entender que había
dado a la madre palabra de casamiento y que sentía el agravio hecho a una
señorita de tanto mérito”. Igual afirmación hizo el hijo después: “La estimaba
con tan honesta afición que la solicitó para su esposa, pidiéndola a sus padres
y prometiéndola bajo su palabra de honor que sin pérdida de tiempo imploraría
del rey nuestro señor la debida licencia para casarse, con respecto a ser ambos
iguales y sin impedimento alguno para realizarlo; pero seducida de la indeficiencia
que conceptuó de la energía de tan repetidas promesas, aceptó el contrato
esponsalicio a buena fe y fui yo el efecto de su imaginado matrimonio”.
El año 1778 es un año importante en la conciencia no sólo chilena, sino también
americana. Valencia Avaria nos señala que este mismo año vio nacer también a
Juan José Carrera, Juan Martín de Pueyrredón y José de San Martín; menos que
ellos fueron, José Miguel Carrera, Manuel Rodríguez, Cochrane, Bolívar. “Todos
estos hombres –nos dice el historiador– amaron la libertad y lucharon y sufrieron
por ella. Encadenado al dolor de su cuna, Bernardo O’Higgins la amó con otro
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