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REVISTA LIBERTADOR O'HIGGINS - Instituto Ohigginiano

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Edición c o n m E m o r a t i v a dE l Bi c E n t E n a r i o<br />

Cordovés y sus socios adquirieron un bergantín inglés de 200 toneladas y<br />

pidieron ayuda al Estado para armarlo en corso. La patente fue concedida en<br />

mayo de 1818. El Bueras quedó armado con 14 cañones y cien hombres de<br />

tripulación. El contrato notarial estableció que la mitad del producto de las presas<br />

sería para los armadores. Tanto oficiales como tripulación quedaban sometidos a<br />

la autoridad del capitán Diego La Roche y si éste moría al que le sucediera en el<br />

puesto. Cualquiera que faltara a lo anterior, perdería su parte. El capitán, oficiales<br />

y tripulación tendrían derecho a la mitad de todas las presas. Se reservaban<br />

veinte partes para ser distribuidas por el capitán a quienes se distinguieran por su<br />

valor y buena conducta. En caso de abordaje, el primero que lo verificara tendría<br />

derecho a tres partes más y los primeros doce que lo siguieran a dos partes<br />

más. A su vez, a aquel tripulante que descubriera el barco, se le daría una parte<br />

más. Si alguno era sorprendido hurtando cualquier cosa de la presa, perdería su<br />

parte, al igual que los que se hallaran ebrios de noche o en combate. El contrato<br />

contemplaba deducir el 1,5% del líquido de las presas y destinarlo para auxiliar<br />

a los que resultaran mutilados o imposibilitados, y a las viudas y madres de los<br />

muertos en acción 16 .<br />

Antes de iniciar un largo crucero, el Bueras sufrió un inconveniente que<br />

anunciaba el fin de este lucrativo negocio. Manuel Blanco Encalada, a cargo de<br />

la marina militar, mandó al corsario a ejecutar un reconocimiento en las afueras<br />

de la bahía y éste prolongó su viaje hasta Talcahuano. Entonces ordenó abrir<br />

un sumario a los propietarios. Cuando el buque regresó al apostadero, Blanco<br />

puso preso a Cordovés y sometió a juicio al capitán. Cordovés protestó ante las<br />

autoridades del puerto: el corsario llevaba cinco meses fondeado en Valparaíso,<br />

sin poder salir por la orden de no permitir zarpar a ningún corsario en tanto no<br />

saliera la Escuadra. Esta medida se adoptó ante la escasez de marineros y<br />

cuando al fin pudo zarpar sólo se le permitió embarcar doce de ellos 17 .<br />

El corsario retornó a fines de 1818, después de rendir e incendiar la goleta<br />

Los Ángeles y apresar al bergantín Resolución. Poco después, ante los perjuicios<br />

sufridos por la obligada estadía en el puerto, su principal armador solicitó el<br />

cambio de la patente de corso por una comercial.<br />

José María Manterola, vecino de Valparaíso y dueño de una goleta llamada<br />

Maipú Lanzafuego, pidió patente por seis meses para recorrer las costas del<br />

Pacífico. Su capitán, Juan Lafaya, recibió honores, fueros y privilegios de su clase<br />

en la Armada Nacional y fue autorizado para que nombrara oficiales en servicio y<br />

eligiera a quien marinaría las presas. El gobierno entregó 20 quintales de pólvora,<br />

pero rechazó la petición de municiones, por no haber suficientes para la dotación<br />

de los buques del Estado. A pesar de todas las franquicias, el corsario no pudo<br />

eludir la fiscalización de Blanco Encalada, que comunicó al Secretario de Marina<br />

que el buque había faltado al reglamento cuando se le pasó revista. A bordo había<br />

doce hombres de más, la mitad eran desertores de la Escuadra. El corsario quedó<br />

retenido ante la sospecha que recogería marineros en Coquimbo.<br />

16 Contrato firmado el 11 de octubre de 1818. Notarios de La Serena. Vol. 66, f. 167.<br />

17 Archivo del Ministerio de Marina. Vol. 6, f. 38.<br />

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