REVISTA LIBERTADOR O'HIGGINS - Instituto Ohigginiano

Ev i s t a li B E r t a d o r o’higgins
en el Monte Sacro de Roma su promesa de libertar a su patria de la dominación
española. Retornó Bolívar en 1807 a Venezuela y se dedicó a la explotación de
sus haciendas., estuvo ausente del estallido revolucionario caraqueño de abril de
1810, en que el canónigo chileno Cortés de Madariaga secundó con eficacia a
los conspiradores, y en igual año, al lado de Andrés. Bello y Luis López Méndez,
partió en gestiones diplomáticas a Londres.
5.- BERNARDO O’HIGGINS Y SU PARTICIPACIÓN ORGANIZADORA
EN EL EJÉRCITO DE LOS ANDES
El nacionalismo continental de que hemos hablado con relación al maestro
Francisco de Miranda y al discípulo Bernardo O,’Higgins –discípulo que procede
mucho más por asimilación que por imitación– pasa a tomar forma práctica en
tierra americana o hispanoamericana. A este mismo nacionalismo continental,
que predomina en los precursores y libertadores respecto del conjunto territorial
y poblacional de los dominios españoles, el historiador Julio Heise, autor de
una biografía intitulada “O’Higgins forjador de una tradición democrática”,
lo llama patriotismo americano respecto de la primera mitad del siglo XIX,
cuando predomina, para ser sustituido durante la segunda mitad de igual siglo
por el patriotismo nacional. Sea continental, sea americano, el nombre de este
patriotismo, corresponde a una visión y a una valoración integradora del proceso
histórico y cultural de que surgían los jefes de la gesta emancipadora.
En efecto, en los días de la Patria Vieja, el brigadier español Francisco Javier
de Elfo, establecido en Montevideo, amenazó con invadir a las Provincias Unidas
del Río de la Plata, atacando a su capital. El 2 de marzo de 1811, Juan Martínez
de Rozas, que presidía la Junta de Gobierno en calidad interina, por fallecimiento
de Toro, y Zambrano, despachó desde Santiago a Buenos Aires 345 soldados
voluntarios, a petición de Álvarez Fonte, representante en Chile de aquellas
Provincias. Entre quienes apoyaron en su decisión a Martínez de Rozas, figuraba
la amistad y la influencia del teniente coronel de milicias Bernardo O’Higgins.
Razón por la que el historiador argentino Bartolomé Mitre dice: “De la división
prometida (500 soldados) llegaron a Buenos Aires 100 dragones y 200 infantes el
14 de junio de 1811, y fueron objeto de una recepción entusiasta”.
Atento a la seguridad de su propio país, a poco de inaugurarse el 4 de julio del
año antedicho el Primer Congreso Nacional, el diputado O’Higgins, destacado por
su cultura, su talento y su elocuencia, propuso acordar la concesión de recursos
para reponer junto al Bío-Bío los dragones que en marzo comandaba a las riberas
del Plata el teniente coronel chileno Andrés Alcázar.
A causa del tercer golpe de Estado del coronel José Miguel Carrera, ocurrido el
2 de diciembre de 1811, con disolución del Congreso, la situación se puso a punto
de guerra civil entró la Junta Provincial de Concepción, presidida por Martínez
de Rozas, y la Junta del Reino, presidida por Carrera y Verdugo. Sabedor éste
de la gran amistad de su contendor con O’Higgins, lo visitó en compañía de
Manuel Rodríguez y logró persuadirlo de que fuera su delegado en una gestión
pacificadora de los sureños. A pesar de su desacuerdo con el golpe de Carrera,
el diputado y terrateniente propietario de San José de las Canteras, por sólo
500