REVISTA LIBERTADOR O'HIGGINS - Instituto Ohigginiano

Ev i s t a li B E r t a d o r o’higgins
le obligaron a tomar medidas represivas contra Prelados, Curas y Frailes 27 . El
destierro del Obispo de Santiago, José Antonio Rodríguez Zorrilla, la confinación
de numerosos religiosos y el exilio de varios curas realistas no contribuyeron,
ciertamente, a atraerle la adhesión de las gentes de Iglesia.
El espíritu tolerante y progresista del Director Supremo, que le movió a
autorizar la fundación de un cementerio para disidentes en Valparaíso y permitir
la instalación de elementos no católicos en el país, chocó a los sectores más
acusadamente católicos de la Sociedad. Las prohibiciones de enterrar a los
muertos en las iglesias, la de fijar la lista de los impenitentes en la puerta de
los templos, las reglas dictadas para que en las procesiones no se admitieran
ni disciplinantes ni negros vestidos con trajes ridículos fueron consideradas un
atentado contra las tradiciones religiosas.
Por otra parte, O’Higgins consideraba el Patronato como un derecho inherente
a su condición de Jefe de Estado 28 , y los ejercía sin vacilaciones. Esto merecía
serios reparos de parte de los elementos eclesiásticos y la aristocracia.
Así, grandes protestas provocó también la disposición del Senado del 19 de
diciembre de 1818, según la cual los beneficios eclesiásticos (rentas que percibía
quien desempeñaba un cargo o dignidad clerical) que vacaran por muerte de
los que los disfrutasen no serian proveídos sino después de un año, tiempo
durante el cual la renta que produjesen sería aplicada a la reunión de fondos
para el sostenimiento del Instituto Nacional, obra en la que estaba interesado
el Gobierno. La decisión regalista del Director Supremo le enajenó la buena
voluntad de numerosos jerarcas de la Iglesia, tales como el Presbítero José Alejo
Eyzaguirre.
Las pretensiones de reformar la confesión auricular y abolir el celibato
eclesiástico que abrigare el Libertador y de las que le disuadió su íntimo amigo el
Presbítero Casimiro Albano, se representaron a la opinión católica como intentos
de protestantizar la religión tradicional. La posición del Director Supremo frente,
a la Iglesia se parecía a la de los grandes mandatarios ilustrados del siglo XVIII:
compartía los dogmas y la fe, pero propiciaba la existencia de un clero serpiente y
digno, capaz de ser un valioso auxiliar del Estado en su rol educador, respetuoso
y observante de las leyes del país. De allí su constante preocupación por los
asuntos eclesiásticos y su afán por traspasar los derechos que al Patronato
concedía a los monarcas españoles al Jefe del Estado de Chile. Por ello, sus
detractores, tonsurados y laicos, le acusaban de galicanismo 29 .
27 El Papa León XII en encíclica del 24 de septiembre de 1824, condenó la independencia y llamó a los
americanos a observar fidelidad a “nuestro muy amado hijo Fernando VII”. El Obispo de Santiago, don José
Antonio Rodríguez Zorrilla se caracterizó por su adhesión a la cansa realista. Numerosos curas actuaron
encabezando partidas de guerrilleros realistas: Juan Antonio Ferrebú, Rere; Angel Gatica, Chillan; Juan de
Dios Bulnes, Arauco; Pedro Curries, Cauquenes; José Luis Brañas, Yumbel; Gregorio Valle, Hualqui.
28 En virtud del Patronato. El monarca proponía al Sumo Pontífice los nombres de las personas que consideraba
idónea para los cargos y dignidades eclesiásticas (derecho de presentación); percibía directamente el diezmo.
los afectados por el fallo de un Tribunal Ecleslástico podían apelar ante un Tribunal Civil de mayor jerarquía
(Recurso de Fuerza); en virtud del “Pase regio” o “Exequatur”, la difusión de un documento emanado de Roma
sólo podía ser hecha previa autorización del Estado.
29 Se entiende por galicanismo la tendencia a separar administrativamente y en materia de disciplina la Iglesia
Católica de un Estado de Roma, pero sin innovar en sus aspectos dogmáticos y tradicionales. Asumiendo las
potestades pontificales en materia de designaciones de cargos y otorgamiento de dignidades el soberano,
436