REVISTA LIBERTADOR O'HIGGINS - Instituto Ohigginiano

Ev i s t a li B E r t a d o r o’higgins
contra los escudos de armas y se predicará contra la nobleza de sangre. No hay
fuerza contra las leyes de la opinión, ni se destruyen de un golpe los hábitos
inveterados..., hasta en el cielo hay jerarquías, que las hay en la tierra en los
destinos y graduaciones eclesiásticas, civiles y militares, y que es preciso que las
haya para equilibrar el poder de la licencia de los magnates, en la conservación
del orden. Los pelucones dicen: ¿Quién será capaz de contener la plebe si se
extingue el respeto de los nobles?” 13 . Algunos asesores de O’Higgins le escriben
para decirle lo desacertado de la medida. Es así como José Ignacio Zenteno, en
carta del 1 de octubre de 1817: “El es en efecto un paso arrogante hacia la libertad,
al mismo tiempo que una herida profunda al simulacro de la aristocracia; pero
parece que el tiempo no es muy oportuno todavía para hacer esta declaración;
aún se sostiene Lima a cuya nobleza aunque sin fibra debemos no disgustar y
parece que no hay una urgencia de hacerlo con la nuestra en tanto que su mayor
parte se ha decidido por el sistema Liberal, aunque sea a medias entre pujidos
y dos aguas...”, 14 las palabras de Zenteno representan una actitud pragmática
si se considera que O’Higgins se encuentra gobernando solo, sin una base de
poder estable y segura. Esto se puede afirmar si se toma en cuenta la forma
cómo O’Higgins llegó al poder, y se puede pensar que la aristocracia brindará
su “apoyo” al Director mientras todavía se esté luchando contra los realistas en
el sur, se encuentre el Ejército de los Andes en Chile esperando ser embarcado
al Perú y mientras no se lesionen directamente sus intereses y su orgullo. La
medida de O’Higgins le significó ganar enemigos en un momento muy delicado
para el proceso de emancipación.
A la anterior medida se añade la abolición de los Mayorazgos, mediante un
decreto del 5 de junio de 1818, y suspendida por el Senado en diciembre de
1819. Esta institución era considerada como una manera de conservar dentro de
una familia un bien -raíz y así preservar su poder económico y social 15 . Eliminar
los Mayorazgos implicaba lesionar los intereses económicos de la aristocracia
y permitir el movimiento de las tierras, es decir, que pasaran a personas que
las hicieran producir y progresar. Como ejemplo a lo anterior se puede citar una
condición expuesta en un decreto sobre venta de bienes secuestrados “que
las fincas no podrán jamás vincularse ni pasarse en ningún tiempo ni por título
alguno a manos muertas... 16 ” El problema radica que al igual que los títulos de
nobleza, existían en Chile diecisiete Mayorazgos 17 . Esta medida, al igual que la
anterior, lejos de tener un efecto práctico, tuvo un efecto simbólico y consiguió la
desconfianza de la aristocracia y herirla en su amor propio.
13 Ibíd., p. 223.
14 Carta de José Ignacio Zenteno. Octubre 1 de 1817. Archivo de O’Higgins, Ob. cit. Tomo VIII, p. 355.
15 Mediante el Mayorazgo, un conjunto de bienes pasaba al hijo mayor de la familia, con la prohibición de
enajenarlos.
16 Decreto Santiago 27 de octubre de 1820. Archivo O’Higgins. Tomo XIV, p. 128.
17 Borde y Góngora: Evolución de la propiedad rural en el Valle del Puangue, pp. 55 y 115, en John Lynch:
Revoluciones hispanoamericanas, p. 163.
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