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REVISTA LIBERTADOR O'HIGGINS - Instituto Ohigginiano

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Edición c o n m E m o r a t i v a dE l Bi c E n t E n a r i o<br />

4.- DIÁLOGO LIBERTARIO DE UN MAESTRO Y UN DISCÍPULO<br />

El eminente precursor principal de la independencia de las colonias de América<br />

Hispana, el venezolano Francisco de Miranda (1750-1816), establecido en Londres<br />

el año 1798, solía contar sus actuaciones militares y políticas en la independencia<br />

de los Estados Unidos y en las peripecias de la Revolución Francesa, sin excluir<br />

sus éxitos cortesanos en Rusia, a su auditorio escogido de adultos y jóvenes de<br />

alma curiosa. En una ocasión en que lo hiciera a su alumno de matemática, el<br />

chileno Bernardo O’Higgins (1778-1842), con los ojos húmedos de lágrimas éste<br />

se le echó a los brazos exclamando:<br />

“¡Padre de los oprimidos! Si roto el primer eslabón de la cadena que en el<br />

Norte ha hecho aparecer una nueva nación, ¡con cuántos mayores motivos debe<br />

despedazarse la restante que ata a las demás regiones del Nuevo Mundo a<br />

los cetros del continente europeo! Permitid, señor, que yo bese las manos del<br />

destinado por la Providencia bienhechora para romper esos fierros que nuestros<br />

compatriotas y hermanos cargan tan ominosamente, y de sus escombros nazcan<br />

pueblos y repúblicas que algún día sean el modelo de muchos otros del antiguo<br />

mundo. Mirad en mí, señor, tristes restos de mi compaisano Lautaro; arde en<br />

mi pecho ese mismo espíritu que libertó entonces a Arauco, mi patria, de sus<br />

opresores.”<br />

Miranda me estrechó con ternura diciendo:<br />

“Sí, hijo mío, la Providencia divina querrá se cumplan vuestros votos por la<br />

libertad de nuestra patria común. Así está decretado en el libro de los destinos.<br />

Mucho secreto, valor y constancia son la égida que os escudará de los tiros de<br />

los tiranos.”<br />

Amén de su estatura prócer y esbelta, Francisco de Miranda era de palabra<br />

elocuente, de pupila magnética y de gestos rotundos. Así particularmente<br />

hablando de la emancipación respecto de España, captaba con facilidad la<br />

atención y suscitaba la emoción en sus oyentes. No otra cosa indica la frase<br />

exclamativa: “¡Padre de los oprimidos!”, con la cual elogia y califica el discípulo<br />

de veinte años de edad, Bernardo O’Higgins, de Chile, a su maestro de cuarenta<br />

y ocho, Francisco de Miranda, de Venezuela. Sus personas son disparejas en la<br />

duración cronológica y sus países están alejados en el Espacio, pero una profunda<br />

comunidad de sentir interior borra las diferencias de tiempo y espacio. Lo que se<br />

prueba con lo que opera, en la representación intelectual de carácter histórico en<br />

la mente de O’Higgins: el nacimiento de los Estados Unidos del Norte por obra de<br />

la ruptura del régimen colonial anglosajón. Hecho histórico cuyo impacto anímico<br />

en Bernardo consiste en encenderle el deseo de que el despedazamiento del<br />

régimen español libere a “las demás regiones del Nuevo Mundo”. Ahora bien,<br />

tales regiones no sólo concernían a los dominios de España, sino también “a<br />

los cetros del continente europeo” cuyas cadenas o formas de sujeción colonial<br />

alcanzaba a éstas y a enclaves de tierra firme donde se hablara inglés, francés<br />

u holandés, hayan practicado o no sus habitantes el uso de la lengua castellana<br />

con anterioridad. Y no se crea que es ilusorio este deseo de llevar a todas partes<br />

“el dulce fruto del árbol de la libertad” en palabras de O’Higgins mismo. El ejemplo<br />

adaptable y adaptable está bastante a la mano. Por esos años, la Revolución<br />

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