REVISTA LIBERTADOR O'HIGGINS - Instituto Ohigginiano

Edición c o n m E m o r a t i v a dE l Bi c E n t E n a r i o
La que tendrá su máxima expresión en la empresa netamente chilena del envío
de la Expedición Libertadora del Perú.
Resulta de lo antedicho que la batalla de Chacabuco fue el fruto feliz de la
creación del Ejército de los Andes en Mendoza, con dos tercios de soldados
argentinos de la provincia de Cuyo y un tercio de soldados chilenos, no pocos
emigrados a ella en 1814. Ejército cuya organización, disciplina y estrategia
de travesía de la cordillera andina, si hemos de nombrar algunas cabezas
sobresalientes de su oficialidad superior, contó con un José de San Martín y un
Estanislao Soler, argentinos, y un Bernardo O’Higgins, un José Ignacio Zenteno
y un Ramón Prieto, chilenos. Resulta, asimismo, que la batalla de Chacabuco,
amén de promover la elección del General O’Higgins como Director Supremo
del Estado y su campaña militar del Sur, lo indujo a proclamar la independencia
de Chile simultáneamente en Concepción, Talca, Santiago y Coquimbo, el 12 de
febrero de 1818, fecha del primer aniversario de la batalla precitada, como un acto
político de fortalecimiento de la conciencia de la unidad nacional que implicaba la
existencia de la Patria Nueva a contar del mes de febrero de 1817.
7.- BATALLA DE MAIPÚ, EJERCITOS UNIDOS
Y EXPEDICIÓN CHILENA LIBERTADORA DEL PERÚ
Según es bien sabido, la batalla del 5 de abril en Maipú, el año 1818, afianzó
la emancipación definitiva de Chile respecto de las fuerzas virreinales que, el 5 de
enero de ese año, desembarcaban en Talcahuano al mando del general Mariano
Osorio. Las tropas del Ejército de los Andes y las tropas del Ejército de Chile
concurrieron unidas a combatir en el Llano de Maipo.
Las autoridades bonaerenses habían facultado a San Martín para formar
fuerzas armadas chilenas bajo su mando y que le fueran obedientes. Sin embargo,
el Director Supremo Bernardo O’Higgins, venciendo la oposición de San Martín y
de la oficialidad argentina y pensando que su país no debía ser “una lengua sin
manos”, como se dice de un personaje en el Poema de Mío Cid, a fines de febrero
de 1817 había organizado un cuerpo de infantería, un regimiento de artillería y uno
de caballería, comandados, respectivamente, por los coroneles Juan de Dios Vial,
Joaquín Prieto y Santiago Bueras, tan chilenos como cada uno de los soldados
de sus tropas. Por añadidura, el Libertador O’Higgins procedió a crear un Instituto
Militar que diera formación profesional a los oficiales de las fuerzas armadas
nacionales. A su vez, el Ministro de Guerra José Ignacio Zenteno preparó milicias
auxiliares del Ejército, a mediados de 1818 y a cargo de un oficial instructor, en
las ciudades principales. También dictó un decreto supremo de servicio militar
obligatorio.
A principios del año 1818 las plazas de nuestras fuerzas armadas eran cuatro
mil setecientas sesenta y cinco, entre hombres de infantería, caballería, artillería
y otras denominaciones. De esta manera, en Maipú se enfrentaron al contingente
de Mariano Osorio cuatro mil quinientos Integrantes del Ejército de Chile y tres
mil del Ejército de los Andes, portando sus batallones las banderas de Chile y
de las Provincias Unidas del Plata, bajo el nombre común de Ejército Unido de
los Andes y de Chile. En suma, a la victoria de Maipú sobre los realistas el 5 de
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