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REVISTA LIBERTADOR O'HIGGINS - Instituto Ohigginiano

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Ev i s t a li B E r t a d o r o’higgins<br />

y zarpó la Expedición Libertadora, las sumieron en prolongadas y profundas<br />

divisiones y enfrentamientos fratricidas, al extremo de que algunas provincias<br />

llegaron a declararse independientes y cuando Pueyrredón fue reemplazado por<br />

el general Rondeau, en Buenos Aires se sucedieron diversos gobiernos en breve<br />

plazo.<br />

Bajo tales circunstancias, el proyecto se habría tomado absolutamente<br />

irrealizable, a no mediar el inquebrantable convencimiento del general O’Higgins<br />

acerca de la imperiosa necesidad de llevarlo a cabo.<br />

Consecuente con las visionarias palabras que él pronunciara en el mismo<br />

campo de batalla de Chacabuco “Este triunfo y cien más serán insignificantes<br />

si no dominamos el mar”, se abocó a crear nuestra Escuadra Nacional, obra<br />

magna que logró con el valioso concurso de los Agentes que, en nombre del<br />

gobierno de Chile, contrataron e interesaron a armadores y marinos ingleses y<br />

norteamericanos para vender buques y enrolarse en la naciente Marina de Guerra<br />

Chilena. Ella, en su primera confrontación bélica, a fines de octubre de 1819,<br />

se cubrió de gloria al desbaratar un importante convoy español que navegaba<br />

a reforzar al Virreinato del Perú, capturando en Talcahuano la poderosa fragata<br />

“M. Isabel” y a la mayoría de los transportes con sus valiosos pertrechos. Ésa<br />

fue la Marina que encontró el almirante Lord Thomas Alejandro Cochrane a su<br />

llegada, al asumir su mando en Jefe y a la que disciplinó e impregnó del espíritu<br />

y mística indispensables para cohesionar a las novatas tripulaciones chilenas y al<br />

heterogéneo personal extranjero de los nueve buques de guerra, que, en tan poco<br />

tiempo, fueron dotados de todos los medios necesarios, gracias a la inclaudicable<br />

voluntad de O’Higgins y a la colaboración inteligente y abnegada del Ministro de<br />

Guerra y Marina, José Ignacio Zenteno, quienes, recurriendo a toda clase de<br />

arbitrios lograron el milagro de crear esta formidable Escuadra.<br />

Para apreciar objetivamente esta situación es necesario recordar que el<br />

Chile independiente, con apenas tres años de vida republicana, aún sostenía<br />

una encarnizada guerra con las fuerzas realistas que resistían tenazmente en<br />

Talcahuano, circunstancia que impedía controlar el territorio al sur del Biobío.<br />

El país, asolado por diez años de guerra emancipadora, vivía en permanentes<br />

dificultades para financiar sueldos públicos y compromisos fiscales, a consecuencia<br />

de las condiciones descritas agravadas por la necesidad de sostener y equipar a<br />

la Escuadra, Ejército de Chile y las unidades del primitivo Ejército de los Andes,<br />

que no repasaron la cordillera al llamado de Argentina para participar en sus<br />

lamentables problemas internos.<br />

Lo anterior no permitía, siquiera, concebir que Chile, con una situación<br />

económica tan aflictiva y tan contrastante con la que tuvo Cuyo, pudiese llevar a<br />

cabo, además de la creación de su Escuadra Nacional, la extraordinaria empresa<br />

de organizar un Ejército capaz de enfrentar y derrotar en su propio territorio al<br />

poderoso Virreinato del Perú.<br />

O’Higgins no podía aceptar que se produjera una quinta invasión marítima<br />

desde el Perú, como habían sido las de Pareja, Gaínza y las dos de Osorio.<br />

A fines de 1819 las condiciones internas de Argentina se agravaban día a día.<br />

San Martín permanecía en Mendoza con las unidades que habían regresado<br />

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