REVISTA LIBERTADOR O'HIGGINS - Instituto Ohigginiano

Edición c o n m E m o r a t i v a dE l Bi c E n t E n a r i o
comandó Blanco Encalada y luego Lord Cochrane, se inició la presencia chilena
en el Pacífico Sur. Las palabras del Libertador cuando zarpó la Escuadra con las
tropas que componían el Ejército chileno reforzado por contingentes argentinos
hacia el Perú, fueron proféticas: “De estas cuatro tablas depende la salvación de
América”.
La Escuadra al mando de Lord Cochrane atacó y bloqueó el Callao y Guayaquil
e incursionó hacia el norte interfiriendo seriamente las comunicaciones marítimas
españolas; en una carta escrita al Almirante, O’Higgins le expresa: “Mientras la
Escuadra bajo nuestras órdenes domine el Pacífico, esta República está bien
resguardada y está en nuestras manos ser amos de la fuerza moral, política,
comercial y aún física de América” (21 de noviembre de 1821).
Comprendió O’Higgins, asimismo, que mientras España mantuviera posiciones
navales estratégicas estaría en condiciones de enfrentar los movimientos
nacionalistas y por ello es que dispuso el ataque o el bloqueo de sus principales
puertos; su última palabra “Magallanes” fue una demostración de su interés por
dominar este Estrecho que unía a los grandes océanos y que era un paso obligado
o por lo menos el más conveniente de las comunicaciones marítimas entre Europa
y América. Desde el otro lado del Pacífico, España sólo podía actuar desde las
Filipinas y desde las Marianas y las Carolinas, sin embargo, ello le significaba una
navegación de circunvalación del Continente Africano para el movimiento naval
desde la península hacia las islas antes mencionadas.
En la misma carta a Lord Cochrane, que anteriormente mencioné, nuestro
Libertador destaca otros aspectos interesantes sobre esta materia: “Si Guayaquil
estrecha sus relaciones con Chile de modo que ningún gobierno pueda disolverlas,
entonces esta República puede dominar y marchar con rapidez a su grandeza”.
“Estando Guayaquil en nuestro poder, las islas Galápagos, que ahora pertenecen
a la primera nación que tome posesión de ellas, serán nuestras”. “Luego podremos
emprenderlas con las Filipinas de cuyo provecho deseo hablarle (cabe pensar
que deseaba hacerlo personalmente)”.
Estos pensamientos representan su sentir sobre la imperiosa necesidad
de dominar el Océano Pacífico y de ejercer ese dominio en toda su plenitud.
Mientras Guayaquil se constituía en un punto de desentendimiento entre Bolívar,
que deseaba el puerto para Colombia, y San Martín que lo quería para el Perú,
O’Higgins reconocía las ventajas que él podría representar en el futuro, como
también las Islas Galápagos. Su ubicación central en relación con la extensión total
de las costas hispanoamericanas del Pacífico significaban un punto de irradiación
del poderío marítimo hacia todas las latitudes. Filipinas logró su separación de
España a comienzos de este siglo XX para caer bajo el dominio de los Estados
Unidos que las conquistaron para aumentar su poder en el Lejano Oriente. ¿Cuál
habría sido el destino de ese lejano país si nuestro Capitán General hubiera
podido llevar adelante su interés geopolítico? Si las circunstancias se hubieran
presentado en forma diferente, Chile pudo ser la primera potencia del Pacífico.
Aún queda bastante por decir sobre este aspecto. Lo que O’Higgins logró con
su poder naval y con su acción geoestratégica fue comprendido por los nacientes
Estados latinoamericanos que solicitaron su concurso.
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