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REVISTA LIBERTADOR O'HIGGINS - Instituto Ohigginiano

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Edición c o n m E m o r a t i v a dE l Bi c E n t E n a r i o<br />

de artillería, un regimiento de caballería de la escolta, otro de dragones y una<br />

Maestranza sin igual en América” 22 .<br />

O’HIGGINS Y EL GOBIERNO FUERTE<br />

O’Higgins estaba convencido de que sólo un Gobierno fuerte podría consolidar<br />

la independencia de Chile: “Allá por 1817, cuando llegó a asumir el poder<br />

supremo para conducir el país a través de condiciones peligrosas e implantar un<br />

programa de reformas radicales. La agitación pública no se podía tolerar” 23 . Este<br />

fue un punto en el cual insistió desde el momento en que el Ejército de los Andes<br />

entró en Chile, en febrero de 1817: “El orden va a restablecerse con la libertad”,<br />

rezan las palabras tomadas de su primera proclama (El General de la vanguardia<br />

del Ejército de los Andes a los naturales de Chile). Postula aquí que el orden es<br />

requisito indispensable de la libertad, esta no puede florecer en la licencia y la<br />

anarquía.<br />

“Sólo un Gobierno vigoroso y enérgico podría mantener la tranquilidad y<br />

el orden, y preparar el espíritu público a recibir en tiempo las instituciones<br />

convenientes” 24 .<br />

El temor a la anarquía, explicablemente fuerte en quien ha visto de cerca sus<br />

nefastas consecuencias, fundamenta su convicción proclive al Gobierno fuerte:<br />

“Para O’Higgins –escribe Amunátegui Reyes– el enemigo más terrible fue siempre<br />

la anarquía; y si puede culpársele alguna vez de un acto despótico, seguramente<br />

lo cometió obligado por la necesidad de combatirla” 25 .<br />

“Admití la Dirección Suprema sin consideración a mi individuo, sino al bien<br />

público: hubo ruegos e instancias privadas para que no renunciase; recelé<br />

la anarquía por la divergencia de opiniones en otros, y todo venció mi genial<br />

moderación” 26 . El héroe no trepida en sacrificar su tranquilidad y natural modestia,<br />

afrontando una tarea gigantesca con tal de evitar al país los riesgos de caer en<br />

una situación de caos y desgobierno.<br />

O’HIGGINS Y LA IGLESIA CATÓLICA<br />

El accionar gubernamental del Prócer le ocasionará conflictos con la Iglesia<br />

Católica, importante fuerza espiritual en aquellos días. En el origen de estos<br />

problemas no existieron discrepancias dogmáticas o doctrinarias, El Libertador,<br />

fuertemente influenciado por su madre doña Isabel, fue toda su vida hombre de<br />

acentuada religiosidad y convicciones católicas. Bástenos recordar la promesa<br />

de construir un templo conmemorativo a la victoria de Maipú y su voluntad de ser<br />

amortajado con el sayal franciscano. Sin embargo, la actitud antiemancipadora de<br />

la jerarquía Eclesiástica y la militante actuación prorrealista de muchos clérigos<br />

22 Manifiesto del 31 de agosto de 1820.<br />

23 Collier, Simón, ob. cit., p. 221.<br />

24 Collier, Simón, ob. cit., p. 229. O’Higgins e Irrisarri.<br />

25 Orrego Vicuña, Eugenio: El espíritu constitucional de la administración O’Higgins. Imprenta Cervantes,<br />

Santiago, 1924.<br />

26 Feliú Cruz, Guillermo, ob. cit., p. 45. El subrayado es nuestro.<br />

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