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REVISTA LIBERTADOR O'HIGGINS - Instituto Ohigginiano

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Ev i s t a li B E r t a d o r o’higgins<br />

Carlos IV y su Ministro Godoy en el bloqueo continental, decide el cambio de<br />

dinastía en la Península.<br />

El rey y su hijo Fernando, el Heredero, son invitados a ceder el trono a José<br />

Bonaparte, hermano de Napoleón, puesto por este como soberano en Nápoles.<br />

Carlos IV, por odio al hijo que en ese momento usurpaba la corona y éste, por<br />

miedo, accedieron, pero el pueblo se levantó para impedirlo. Cautivos sus<br />

monarcas y fermentado en secreto el odio al extranjero, se produjo el estallido<br />

el 2 de mayo de 1808, pero fue reprimido sangrientamente con las bárbaras<br />

ejecuciones del Prado y otras que siguieron. Los fugitivos de la represión llegaron<br />

a 16 km de Madrid, camino a Extremadura, a la pequeña y desconocida Villa de<br />

Móstoles, cuyo alcalde, pobre, rústico, inspirado por el patriotismo, sin nociones<br />

siquiera de ortografía, trazó el llamado al alzamiento general de España que<br />

decía así: “La Patria está en peligro, Madrid perece víctima de la perfidia francesa:<br />

Españoles acudid a salvarla (mayo 2 de 1808). El Alcalde de Móstoles”. El llamado<br />

anónimo resonó como un trueno en Europa y fue la primera señal de la caída del<br />

Imperio Napoleónico.<br />

EN LA REBELIÓN POPULAR DE CÁDIZ<br />

El mensaje del anónimo alcalde llegó con rapidez prodigiosa hasta las últimas<br />

provincias, en la frontera con Portugal, donde se hallaba el General Solano, cuyo<br />

primer impulso fue marchar a Madrid, pero, sofocado el pronunciamiento del 2 de<br />

mayo y confirmado en su puesto por los franceses, se situó en Cádiz, sede de su<br />

Gobierno.<br />

Instalada la Junta de Sevilla, “en nombre del Rey Fernando y la Nación”,<br />

instó a Solano a que se pronunciara apoyando la insurrección general, pero éste<br />

tuvo una actitud vacilante, emitiendo el 28 de mayo, un bando impreciso en que<br />

condenaba la insurrección pero apoyaba el alistamiento nacional. No accedió<br />

tampoco a la petición popular de atacar a la escuadra francesa surta en Cádiz.<br />

Considerándolo traidor, una muchedumbre atacó el palacio, forzó las puertas y lo<br />

asesinó bárbaramente. El subteniente José Ordóñez intentó una heroica defensa,<br />

pero fue superado. El Ayudante y Jefe de la Guardia, Capitán José de San Martín,<br />

ausente por una misión en León, llegó tarde para hacer algo y él mismo casi<br />

perece a manos de la multitud enardecida. Pérez Pardella relata que fue atacado y<br />

se defendió hasta que se quebró su espada, huyendo entonces hasta una iglesia,<br />

donde la feliz coincidencia de haberse juntado un decidido sacerdote capuchino,<br />

un coro de angélicos cantores lanzando un aleluya y un sacristán esparciendo<br />

incienso, habrían aplacado a la multitud, logrando ser disuadida de cometer otro<br />

bárbaro crimen en la persona de San Martín. Mitre señala que, desde esa tragedia<br />

sangrienta, San Martín miró con horror profundo los movimientos desordenados<br />

de las multitudes y los gobiernos que se apoyan en ellos.<br />

CONTRA EL IMPERIO DE NAPOLEÓN: ARJONILLA,<br />

BAILÉN Y EL RETIRO DEL EJÉRCITO ESPAÑOL<br />

El alzamiento general de España, precedido por la heroica muerte de su<br />

antiguo compañero Luis Daoiz, aquel teniente de Orán, y ahora, por la trágica<br />

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