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REVISTA LIBERTADOR O'HIGGINS - Instituto Ohigginiano

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Ev i s t a li B E r t a d o r o’higgins<br />

Santiago, don Francisco Ruiz-Tagle; 13. Rancagua, don Fernando Errázuriz; 14.<br />

Melipilla, don Francisco Vargas; 15. San Fernando, don Francisco Valdivieso; 16.<br />

Curicó, don Pedro José Peña y Lillo; 19. Cauquenes, don Juan de Dios Urrutia;<br />

20. Parral, don Domingo Urrutia; 21. San Carlos, don Juan Manuel Arriagada;<br />

22. Chillán, don Pedro Arriagada; 23. Concepción, don Santiago Fernández; 24.<br />

Quirihue, don Juan Antonio González Palma; 25. Rere, don Francisco Acuña; 26.<br />

Los Ángeles, don Agustín Aldea; 27. Florida, don Pedro Trujillo; 28. Valdivia, don<br />

Camilo Henríquez; 29. Osorno, don José Antonio Arteaga; 30. Chiloé, don José<br />

Antonio Vera.<br />

En relación a los componentes de esta Asamblea, elegidos fundamentalmente<br />

debido a la influencia del Gobierno, cabe hacer notar que: “Mirado desde el punto<br />

de vista de su origen, el Congreso tenía tanto de democrático como las asambleas<br />

que lo habían precedido desde 1810. La única diferencia respecto de las primeras,<br />

era que la elección se había hecho por orden del Ejecutivo constituido, en vez de<br />

hacerse por un pequeño grupo de vecinos o por una autoridad de hecho, que se<br />

arrogaban la representación del pueblo, aun enteramente incapaz de pensar y de<br />

querer políticamente. En este sentido no marcaba avance ni retroceso. En cuanto<br />

a su composición, se parecía a los Congresos que se sucedieron entre 1830 y<br />

1891. Estaban excluidos los opositores sistemáticos, los violentos y los enemigos<br />

del Gobierno. Predominaban en la Convención sin contrapeso los individuos<br />

honrados, respetables y los funcionarios, o sea, lo que más tarde se llamó<br />

elemento oficial, gobiernista o carneros, que hasta 1891 representaron la gran<br />

mayoría del país, matizados con algunos independientes: Irarrázaval, Caldera,<br />

Errázuriz y otros” 39 . Estimamos acertada en este aspecto la opinión del destacado<br />

historiador citado, ya que, tal como la experiencia lo había sobradamente<br />

demostrado y quedaría reiterado después de 1823, no estaban dadas en Chile<br />

las condiciones indispensables para realizar procesos plenamente democráticos<br />

e instaurar un régimen parlamentario liberal.<br />

Se ha sostenido que los convencionales fueron instrumentos incondicionales<br />

del Ministro Rodríguez Aldea 40 , sin embargo, del desapasionado análisis, de los<br />

integrantes de dicha asamblea surge una impresión muy distinta. Solamente el<br />

caso del diputado por Los Ángeles, Agustín de Aldea 41 , podría dar fundamento a<br />

este enfoque, pero constituye la excepción y no la regla.<br />

En su mensaje a la Convención, O’Higgins expresa: “Vais a poner los cimientos<br />

de la ley fundamental, que es la alianza entre el Gobierno y el pueblo, y que<br />

39 Francisco Antonio Encina Armanet, obra citada, V 16, p.. 197.<br />

40 José Antonio Rodríguez Aldea, había sido nombrado Ministro de Hacienda interino por el Director Supremo el<br />

2 de mayo de 1820. La designación cayó mal desde el primer momento. El nuevo Ministro había servido altos<br />

cargos realistas hasta 1817 y, aunque se había conducido con moderación, se le miraba con desconfianza por<br />

el grueso de la clase dirigente. La indiscutido competencia administrativa de Rodríguez Aldea sería la causa<br />

de que llegara a ejercer una gran influencia sobre el Libertador. Tras la renuncia de Zenteno asumirá la cartera<br />

de Guerra conservando la de Hacienda.<br />

41 Los Ángeles carecía de Cabildo, la elección de Agustín de Aldea levantó una tempestad de protestas. Había<br />

figurado como oficial en las bandas de Vicente Benavides y se le imputaron actos de crueldad y delitos que le<br />

hacían acreedor a la pena de muerte. Cogido prisionero después del combate de la Alameda de Concepción,<br />

Freire pensó fusilarlo, pero tomando en cuenta el hecho de ser primo hermano del Ministro Rodríguez Aldea,<br />

lo remitió a Valparaíso con una barra de grillos, creyendo que el Gobierno le conmutaría la pena capital por la<br />

de destierro. El Ministro lo puso en libertad y lo llevó a vivir con él a su casa. El Cabildo de Concepción solicitó<br />

infructuosamente la exclusión de Aldea.<br />

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