REVISTA LIBERTADOR O'HIGGINS - Instituto Ohigginiano

Edición c o n m E m o r a t i v a dE l Bi c E n t E n a r i o
conocimientos y de toda experiencia. Pero es preciso comenzar alguna vez, y
mientras más pronto sea, mayores ventajas obtendremos” 7 .
Convocadas las elecciones para el Congreso Nacional, el Partido de Los
Ángeles otorga su representación a don Bernardo. En el ejercicio de la función
parlamentaria se esforzará por lograr la aprobación de un proyecto de ley que
prohíba el entierro de cadáveres en los templos y que cree para este objeto
cementerios en las afueras de las ciudades. Aquí se advierte nítida la marcada
influencia que el pensamiento ilustrado ejerció en el accionar del Prócer. Su padre,
don Ambrosio, había luchado vanamente para implementar tal medida durante su
creativo Gobierno.
Ante el requerimiento de la Metrópoli Castellana de remitir Diputados chilenos
a las Cortes Generales de la Monarquía y, asimismo, los caudales públicos para
el sostenimiento de la guerra contra Napoleón, el Diputado O’Higgins hará saber
su más enérgica disconformidad con dicha proposición:
“Aunque estamos en minoría –dijo– sabemos suplir nuestra inferioridad
numérica con nuestra energía y arrojo y no dejaremos de tener bastantes brazos
para oponernos eficazmente a la salida de este dinero, tan necesario para nuestro
país de invasión” 8 . O’Higgins postulaba claramente el rol de Chile como algo
distinto de los demás integrantes de la Monarquía Hispana, cuyo interés debía
primar sobre las preocupaciones por la suerte de los restantes componentes.
Movido por su verbo encendido, el Congreso acuerda rehusar el pedido del
Gobierno de la Metrópoli.
Asimismo, rechaza enfáticamente las pretensiones del Cabildo de Santiago de
aumentar de seis a doce la representación de la capital en el Congreso: “Frente
a este atropello inferido a las demás localidades del reino y que no se habría
atrevido a perpetrar” ni aún el mismo Londres, corte de más de un millón de
habitantes, que sólo tiene dos Diputados, ha luchado infructuosamente sin lograr
una satisfactoria reparación. Y a esto tiene que agregar el tenaz desempeño
gastado para obtener que se contemple la división territorial en el nombramiento
de los vocales de la junta. Tampoco ha logrado nada y no le queda así más
remedio que retirarse del Congreso con sus demás colegas de Provincia, hasta
conocer la decisión de los respectivos mandantes 9 . Aquí observamos el concepto
que el Prócer tiene de la función parlamentaria: Un mandato, en cuyo desempeño
el mandatario debe rendir cuentas de su accionar a sus mandantes y solicitarles
sus instrucciones. Insiste reiteradamente en tal postura, como lo expresa en
carta a sus representados: “Desde mi ingreso al Congreso he movido y sostenido
incesantemente una decisión por el sistema representativo, conforme a la voluntad
de mi provincia, y no pudiendo el pueblo de Santiago tener derecho para: elegir
representantes al Gobierno General, por otras provincias, no me conformo con
esta convención ilegal y suplico se me exima de tal representación” 10 .
7 Encina Armanet, ob. cit., Tomo II págs. 39-40 (entrevista con Juan Martínez de Rozas).
8 Eyzaguirre Gutiérrez, ob. cit., pág. 69.
9 Eyzaguirre Gutiérrez, ob. cit., pág. 71.
10 Eyzagtúrre Gutiérrez, ob. cit., pág. 76.
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