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REVISTA LIBERTADOR O'HIGGINS - Instituto Ohigginiano

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Edición c o n m E m o r a t i v a dE l Bi c E n t E n a r i o<br />

siendo libres de obedecer o no las decisiones del Congreso si se validaban los 12<br />

diputados santiaguinos.<br />

Tan pronto se abrió la sesión preparatoria, O’Higgins entregó al secretario<br />

don José Gregorio Argomedo la protesta, pidiéndole que la leyera en voz alta.<br />

José Miguel Infante, asumiendo la defensa de la representación metropolitana,<br />

arguyó que si ésta se desconocía, se invalidaba toda la asamblea y pidió que se<br />

suspendiese todo pronunciamiento hasta que la voluntad nacional lo decidiera.<br />

La inexperiencia y buena fe de los diputados minoritarios les impidió tomar<br />

resoluciones tajantes y terminaron por aceptar la proposición de Infante.<br />

La asamblea examinó así todos los poderes de los diputados y procedió<br />

luego a la elección de la mesa. Se discutió enseguida, la proposición de Fretes<br />

y de O’Higgins, que explicó el sistema del parlamento inglés, la adopción de un<br />

reglamento que dirigiera los procedimientos y debates; pero sin saber dirigir el<br />

debate, el que presidía la dio por desechada. La sesión preparatoria –señala<br />

Valencia– concluyó con la aprobación de una moción de Infante que acordó al<br />

congreso el tratamiento de “alteza”, y su denominación como “alto congreso<br />

nacional instalado a nombre del señor don Femando VII”.<br />

Encina relata con gran prolijidad la instalación del Primer Congreso el 4 de<br />

julio de 1811. La sala en que funcionaba la Real Audiencia se destinó para él. “Se<br />

le quitó la tarima, el Cristo y el gran dosel; se amobló con bancos sencillos de<br />

madera; y se blanquearon con cal sus paredes”.<br />

“A las nueve y media de la mañana, salió del palacio de gobierno la comitiva,<br />

encabezada por los miembros de la junta y compuesta de los diputados electos, los<br />

vocales del tribunal de justicia, los miembros del cabildo, los altos jefes militares,<br />

los doctores de la universidad y el vecindario noble. La tropa le presentó armas y<br />

los cañones hicieron una salva. Tomaron asiento en la catedral por riguroso orden<br />

de procedencia. Dijo la misa el vicario capitular Don José Antonio Errázuriz. El<br />

padre Camilo Henríquez, designado para pronunciar el sermón, subió al púlpito<br />

después del evangelio...”.<br />

“Inmediatamente que concluyó el sermón salió el secretario don José Gregorio<br />

Argomedo a la mitad de la iglesia, y dando frente al congreso exigió juramento a<br />

todos los diputados...”.<br />

Los diputados pasaron enseguida a la sala de la Audiencia y allí el secretario<br />

leyó un discurso escrito por Don Juan Martínez de Rozas, como Presidente de<br />

la Junta, que Encina y Valencia describen como una pieza de sencillez y cordura<br />

admirables. Acto continuo la junta depuso el poder en el Congreso.<br />

En la sesión del día 5 se eligió Presidente a don Juan Antonio Ovalle y<br />

Vicepresidente a don Martín Calvo Encalada. En esa misma sesión prestaron<br />

juramento los militares, los prelados de las órdenes religiosas, los jueces y los<br />

empleados de la administración.<br />

En la del día 8 se designó secretario a don José Francisco Echaurren y a don<br />

Diego Antonio Elizondo.<br />

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