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Tertia Pars - Suma Teológica

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C.7 a.2 La grada de Cristo en cuanto hombre particular 113<br />

Solución. Hay que decir Es necesario c<br />

que la gracia habitual se dé en Cristo por<br />

tres motivos. Primero, por razón de la<br />

unión de su alma con el Verbo de Dios,<br />

pues cuanto un ser que recibe se encuentra<br />

más cerca de la causa que influye, tanto más<br />

participa de esa influencia. Ahora bien, el<br />

influjo de la gracia proviene de Dios, según<br />

Sal 83,12: El Señor dará la gracia y la gloria. Y<br />

por tanto fue conveniente en grado máximo<br />

que aquella alma recibiese el influjo de la<br />

gracia divina.<br />

Segundo, por la nobleza de su alma, cuyas<br />

operaciones era necesario que contactasen<br />

con Dios de la forma más próxima<br />

mediante el conocimiento y el amor. Para<br />

conseguir esto, la naturaleza humana tiene<br />

que.ser elevada por la gracia.<br />

Tercero, por la relación del propio Cristo<br />

con el género humano. El es efectivamente,<br />

en cuanto hombre, mediador entre Dios y los<br />

hombres, como se dice en 1 Tim 2,5. Y por<br />

eso era preciso que tuviera también la gracia<br />

que redundase en los demás, conforme a Jn<br />

1,16: De su plenitud hemos recibido todos gracia<br />

tras grada.<br />

Respuesta a las objeciones: 1. A la<br />

primera hay que decir: Cristo es verdadero<br />

Dios por su persona y por su naturaleza<br />

divinas. Pero como en la unidad de la persona<br />

persiste la distinción de la naturaleza,<br />

como es claro por lo dicho anteriormente<br />

(q.2 a. 1.2), el alma de Cristo no es esencialmente<br />

divina. De ahí la necesidad de que<br />

llegue a serlo por participación, cosa que se<br />

logra por medio de la gracia.<br />

2. A la segunda hay que decir: A Cristo, en<br />

cuanto Hijo de Dios por naturaleza, se le<br />

debe la herencia eterna, que es la misma<br />

bienaventuranza increada, lograda por un<br />

acto increado de conocimiento y de amor<br />

de Dios, que es el mismo con que el Padre<br />

se conoce y ama a sí mismo. El alma no era<br />

capaz de tal acto a causa de la diferencia de<br />

naturaleza. Por lo que era necesario que<br />

alcanzase a Dios por un acto creado de<br />

fruición, acto que resulta imposible sin la<br />

gracia.<br />

2. C.1 n.l (BK 1145al9); S. TH., lecLl.<br />

Del mismo modo, en cuanto Verbo de<br />

Dios, tuvo la facultad de hacer bien todas<br />

las cosas por su operación divina. Pero<br />

como, además de esta operación divina, es<br />

necesario poner en él una operación humana,<br />

según luego se verá (q.19 a.l), se requiere<br />

que exista en él la gracia habitual, mediante<br />

la cual tal operación resulte perfecta.<br />

3. A la tercera hay que decir: La humanidad<br />

de Cristo es instrumento de la divinidad d ,<br />

pero no a la manera de un instrumento<br />

inanimado —que no actúa, sino que es sólo<br />

movido—, sino a modo de instrumento<br />

animado por un alma racional, que se mueve<br />

de tal manera que a la vez es movido.<br />

Por eso, para lograr una actuación oportuna,<br />

necesitó tener la gracia habitual.<br />

ARTICULO 2<br />

¿Tuvo Cristo virtudes?<br />

InSent. 3 d.13 q. a.l; a.2 q.M.2<br />

Objeciones por las que parece que Cristo<br />

no tuvo virtudes.<br />

1. Cristo tuvo la plenitud de gracia. Pero<br />

la gracia es suficiente para hacer bien<br />

todas las cosas, según 2 Cor 12,9: Te basta<br />

mi grada. Luego en Cristo no se dieron<br />

virtudes.<br />

2. Aún más: según el Filósofo en VII<br />

Ethic. 2 , la virtud se distingue de un derto<br />

heroísmo o hábito divino, que se atribuye a<br />

hombres divinizados. Pero esto le conviene<br />

a Cristo en grado máximo. Luego Cristo no<br />

tuvo virtudes, sino algo más noble que la<br />

virtud.<br />

3. Y también: como queda dicho en la<br />

Segunda Parte (1-2 q.65 a. 1.2), las virtudes se<br />

poseen todas juntas. Ahora bien, no fue<br />

conveniente que Cristo tuviera todas las<br />

virtudes a la vez, como es claro respecto de<br />

la liberalidad y la magnanimidad, cuyo acto<br />

recae en las riquezas, según Mt 8,20: El Hijo<br />

del hombre no tiene dónde reclinar su cabera. Otro<br />

tanto acaece con la templanza y la continencia,<br />

que actúan sobre las concupiscencias<br />

desordenadas, que no existieron en Cristo.<br />

Luego Cristo no tuvo virtudes.<br />

c. La necesidad debe ser interpretada dentro del orden establecido'por Dios; como se dice a<br />

continuación, «fue conveniente en grado sumo».<br />

d. «La humanidad de Cristo es instrumento animado de la divinidad». Es movida y al mismo<br />

tiempo mueve; por eso necesita la gracia, que es una cualidad del alma (I-II q.110 a.2). Véase más<br />

adelante q.19 a.l.

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