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Tertia Pars - Suma Teológica

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380 Tratado del Verbo encarnado C.44 a.2<br />

según algunos 18 , aquellas tinieblas, u oscurecimiento<br />

del sol, que acaecieron en la<br />

pasión de Cristo, se debieron a que el sol<br />

retrajo sus rayos, sin alteración alguna en el<br />

movimiento de los cuerpos celestes, que es<br />

el que mide los tiempos. Por esto dice<br />

Jerónimo In Matth. 19 : Parece que la lumbrera<br />

mayor retrajo sus rajos o para no ver al Señor<br />

pendiente, o para que los impíos, que blasfemaban,<br />

no gomasen de su luz Pero tal retracción no<br />

debe entenderse como si estuviera en poder<br />

del sol lanzar sus rayos o retraerlos, pues no<br />

los emite a su elección, sino por naturaleza,<br />

como escribe Dionisio en el c.4 del De Div.<br />

Nom. 20 . Se dice que el sol retrajo sus rayos,<br />

en cuanto que el poder divino hizo que sus<br />

rayos no llegasen a la tierra.<br />

Orígenes, en cambio, dice que esto sucedió<br />

por la interposición de las nubes. De<br />

donde, In Matth. 21 , escribe: Es natural pensar<br />

que nubes oscurísimas, abundantes y densas, acudieron<br />

en tropel sobre Jerusalén j sobre la región de<br />

Judea, y por tal motivo se produjeron profundas<br />

tinieblas desde la hora de sexta hasta la de nona.<br />

Pienso yo que así como los demás signos que<br />

sucedieron en la pasión, por ejemplo «que el velo<br />

se rasgó, que tembló la tierra», etc., tuvieron lugar<br />

sólo en Jerusalén, así sucedió con éste; o si alguno<br />

quisiera extenderlo más pensando en la tierra de<br />

Judea, porque en Le 23,44, se dice que «las<br />

tinieblas cubrieron toda la tierra», ésta debe limitarse<br />

a Judea, como en 1 Re 18,10 dijo Abdías a<br />

Elias: «Vive Dios, que no hay nadan ni reino a<br />

que mi señor no haya enviado a buscarte», indicando<br />

que le buscaron en las naciones que limitan con<br />

Judea.<br />

Pero sobre esto se ha de creer más bien<br />

a Dionisio, quien, como testigo de vista,<br />

observó que eso sucedió por la interposición<br />

de la luna entre nosotros y el sol. Dice,<br />

efectivamente, en su Epístola Ad Polycarpum<br />

22 : Contra todo lo concebible, veíamos que la<br />

luna avanzaba hada el sol; es decir, lo veíamos<br />

los que morábamos en Egipto, como allí se<br />

dice 23 . Y señala cuatro müagros. Primero,<br />

que el eclipse natural del sol por la interposición<br />

de la luna no ocurre nunca sino en<br />

tiempo de la conjunción del sol y la luna. Y<br />

entonces la luna se hallaba en oposición al<br />

sol, al ser el día quince del mes, puesto que<br />

era la Pascua de los judíos. Por esto dice 24 :<br />

no era tiempo de conjundón. El segundo milagro<br />

es que, habiendo sido vista la luna, cerca del<br />

mediodía, junto con el sol en medio del<br />

cielo, por la tarde apareció en su lugar, esto<br />

es, en oriente, en oposición al sol. Por lo<br />

que añade 25 : Y de nuevo la vimos, es decir, a<br />

la luna, desde la hora nona, en que se apartó<br />

del sol, cesando las tinieblas, hasta el atardecer,<br />

milagrosamente devuelta al diámetro frente al<br />

sol, esto es, para que estuviese diametralmente<br />

opuesta al sol. Y así resulta evidente<br />

que no se alteró el curso ordinario de los<br />

tiempos porque, merced al poder divino,<br />

aconteció que la luna milagrosamente se<br />

aproximase al sol fuera de su debido tiempo<br />

y que, al retirarse del sol, recuperase su<br />

propio lugar en el tiempo oportuno. El<br />

tercer milagro consiste en que, por ley natural,<br />

el eclipse de sol siempre comienza por<br />

el occidente y termina en el oriente. Y la<br />

razón de esto está en que la luna según su<br />

propio movimiento, por el que se mueve de<br />

occidente a oriente, es más veloz que el sol<br />

en su propio movimiento. Por eso la luna,<br />

viniendo del occidente y tendiendo hacia el<br />

oriente, alcanza al sol y lo pasa. Pero enton- '<br />

ees la luna ya había pasado al sol y, distando<br />

de él la mitad del círculo, se encontraba en<br />

oposición al sol. Por esto fue necesario que<br />

la luna se volviese al oriente, hacia el sol, y,<br />

caminando hacia occidente, le alcanzase primero<br />

por la parte del oriente. Y esto es lo<br />

que él dice 26 : Vimos el eclipse comentando por<br />

el oriente y llegando hasta los contornos del sol,<br />

porque lo eclipsó enteramente, volviendo luego<br />

desde aquí para atrás. El cuarto milagro fue<br />

que, en el eclipse natural, el sol comienza a<br />

reaparecer por la misma parte en que antes<br />

empezó a oscurecerse, es a saber: Porque la<br />

luna, acercándose al sol, le pasa en su caminar<br />

natural hacia oriente, y así abandona<br />

primero la parte occidental del sol, que<br />

también primero había ocupado. Pero entonces<br />

la luna, volviendo milagrosamente<br />

de oriente a occidente, no pasó al sol, para<br />

estar más al occidente que éste; pero, una<br />

vez que llegó al término del sol, se volvió<br />

18. Además de JERÓNIMO, a quien se citará en seguida, véase TOMÁS, Caí. Aur. sup. Mt. 27,45 § 9<br />

bajo el nombre de CRISÓSTOMO. Cf. JUAN CRISÓSTOMO, In Matth. homil.88: MG 58,775. 19. L.4<br />

super 27,45: ML 26,220. 20. § 1: MG 3,639; S. TH., lect.l. 21. Serie de comentarios n.l34,<br />

sobre 27,45: MG 13,1784. La primera parte del texto hasta «Arbitror enim» exclusive, en ORÍGENES<br />

se lee después de la segunda. Se encuentra todo literalmente en TOMÁS, Cat. Aur. sup. Mt, 27,45 § 9.<br />

22. Ep. 7 § 2: MG 3,1081. 23. PsEUDO-DiONisio AREOPAGITA, Ep.7 Ad Polyc., § 2: MG 3,1081.<br />

24. Ep.7 Ad Po/jc., § 2: MG 3,1081 25. Ep.7 Ad Pofyc., § 2: MG 3,1081. 26. Ep.7 Ad Polyc.,<br />

§ 2: MG 3,1081

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