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Tertia Pars - Suma Teológica

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180 Tratado del Verbo encarnado C.15 a.9<br />

su ciencia experimental algún acontecimiento<br />

nuevo que provocase en él la admiración.<br />

2. A. la segunda hay que decir: Cristo se<br />

maravilló de la fe del centurión no porque<br />

resultase grande respecto de él, sino porque<br />

era grande en relación con la que tenían los<br />

demás.<br />

3. A. la tercera hay que decir. Cristo, por su<br />

poder divino, era capaz de hacerlo todo, y<br />

bajo ese aspecto no surgía en él admiración<br />

de ninguna clase; sólo la tuvo en relación<br />

con su ciencia experimental, como se ha<br />

dicho (en la sol.).<br />

ARTICULO 9<br />

¿Existió en Cristo la ira?<br />

In Sení. 3 d.15 q.2 a.2 q. 2 2; Compend. theol. c.232<br />

Objeciones por las que parece que en<br />

Cristo no se dio la ira.<br />

1. En Sant 1,20 se lee: La ira del hombre<br />

no practica la justicia de Dios. Pero todo lo que<br />

tuvo Cristo perteneció a la justicia de Dios,<br />

puesto que él se hizp para nosotros justicia de<br />

Dios, como se dice en 1 Cor 1,30. Luego<br />

parece que en Cristo no existió la ira.<br />

2. Aún más: la ira se opone a la mansedumbre,<br />

como se manifiesta en el IV<br />

Ethic. 43 . Pero Cristo fue la misma mansedumbre.<br />

Luego en Cristo no se dio la ira.<br />

3. Y también: Gregorio escribe, en el<br />

libro V Moral. 44 , que la ira ejercida por causa<br />

del pecado ciega el ojo de la mente; en cambio, la<br />

ira practicada por causa del celo lo enturbia. Pero<br />

en Cristo jamás se cegó ni enturbió el ojo<br />

de su alma. Luego en Cristo no existió ni la<br />

ira proveniente del pecado ni la ira derivada<br />

del celo.<br />

En cambio está que en Jn 2,17 se dice<br />

que en El se cumplió lo escrito en Sal 68,10:<br />

El celo de tu casa me consume.<br />

Solución. Hay que decir. Como se ha<br />

expuesto en la Segunda Parte (1-2 q.46 a.3 ad<br />

3; 2-2 q.158 a.2 ad 3), la ira es un efecto de<br />

la tristeza. Efectivamente, de la tristeza causada<br />

a uno se origina, en la parte sensitiva,<br />

el deseo de rechazar la injuria inferida a uno<br />

mismo o a otros. Así pues, la ira es una<br />

pasión compuesta de tristeza y de deseo de<br />

venganza. Y ya hemos dicho (a.6) que la<br />

tristeza pudo existir en Cristo. También el<br />

deseo de venganza implica a veces el pecado,<br />

es a saber, cuando uno busca su propia<br />

venganza fuera del orden de la razón. Y, en<br />

este sentido, la ira no pudo existir en Cristo,<br />

porque ésta es la ira que proviene del pecado<br />

. Pero otras veces el deseo de venganza<br />

está libre de pecado, siendo incluso laudable,<br />

por ejemplo, cuando alguien desea la<br />

venganza conforme al orden de la justicia.<br />

Y tal deseo es lo que se llama ira por causa<br />

del celo 46 , pues dice Agustín, In loan. 47 , que<br />

es consumido por el celo de la casa de Dios aquel<br />

que desea corregir todo lo malo que ve; y que,<br />

cuando no puede corregirlo, lo tolera y lo deplora.<br />

Y ésta es la ira que tuvo Cristo g .<br />

Respuesta a las objeciones: 1. A la<br />

primera hay que decir: Como escribe Gregorio,<br />

en el libro V Moral. 48 , la ira tiene en el<br />

hombre dos comportamientos. Unas veces<br />

antecede al juicio de la razón, y la arrastra<br />

consigo a la operación. Y en este caso es<br />

cuando se dice que la ira obra propiamente,<br />

ya que la operación se atribuye al agente<br />

principal. Y éste es el sentido que tiene la<br />

frase la ira del hombre no obra la justicia de Dios.<br />

Otras veces la ira sigue a la razón, y se<br />

convierte en una especie de instrumento<br />

suyo. Y, en este supuesto, la operación que<br />

procede de la justicia no se atribuye a la ira,<br />

sino a la razón.<br />

2. A la segunda hay que decir: La ira que<br />

excede el orden de la razón se opone a la<br />

mansedumbre; pero no sucede esto con la<br />

ira moderada, a la que la razón reduce a su<br />

justo medio. Precisamente la mansedumbre<br />

es la que establece el justo medio en la ira.<br />

3. A la tercera hay que decir. En nosotros,<br />

según el orden natural, las facultades del<br />

alma se estorban mutuamente, de modo<br />

que, cuando la operación de una potencia<br />

es intensa, se debilita la operación de otra.<br />

Y ésta es la causa de que el movimiento de<br />

la ira, incluso cuando está moderado por la<br />

razón, impida por lo general la visión del<br />

alma contemplativa. Pero en Cristo, debido<br />

43. ARISTÓTELES, C.5 n.l (BK 1125B26); S. TH., lect.13. 44. C.45: ML 75,726. 45. GREGORIO<br />

MAGNO, Moral. 1.5 c.45: ML 75,726. 46. GREGORIO MAGNO, Moral. 1.5 c.45: ML 75,726. 47. Tr.<br />

10, sobre 2,17: ML 35,1471. 48. C.45: ML 75,725.<br />

g. Cólera, como reacción normal ante la injusticia, tiene lugar en Cristo apasionado por la voluntad<br />

del Padre. No fue violento porque no atropello nunca la libertad del hombre, pero fue agresivo contra<br />

las fuerzas del mal que matan a los hombres. Leer las sois, del art.

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