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Tertia Pars - Suma Teológica

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656 Tratado de los Sacramentos C.75 a.3<br />

la sustancia del pan y del vino después de<br />

la consagración. Pero esta opinión no se<br />

puede sustentar. Primero, porque esta opinión<br />

hace desaparecer la verdad de este<br />

sacramento, según la cual el verdadero cuerpo<br />

de Cristo está presente en la eucaristía.<br />

Pero no está en ella antes de la consagración.<br />

Y una cosa no se hace presente donde<br />

no estaba antes más que por cambio de<br />

lugar o porque otra cosa se convierte en<br />

ella, como es el caso, por ejemplo, del<br />

fuego, que comienza en una casa porque lo<br />

llevan allí o porque se produce allí. Por<br />

supuesto que el cuerpo de Cristo no comienza<br />

a estar en este sacramento por cambio<br />

de lugar. En primer lugar, porque de ahí<br />

se seguiría que dejaría de estar en el cielo,<br />

ya que lo que se mueve localmente no se<br />

hace presente en un lugar sin abandonar el<br />

que ocupaba. En segundo lugar, porque<br />

todo cuerpo que se mueve localmente tiene<br />

que pasar por los lugares intermedios. Cosa<br />

que aquí no se puede afirmar. En tercer<br />

lugar, porque es imposible que un movimiento,<br />

ejercido sobre un cuerpo que se<br />

mueve localmente, tenga como punto de<br />

llegada simultáneamente diversos lugares,<br />

ya que el cuerpo de Cristo comienza a estar<br />

en varios lugares al mismo tiempo bajo este<br />

sacramento. Por tanto, no queda más solución<br />

que la de que el cuerpo de Cristo no<br />

puede hacerse presente en el sacramento<br />

más que por conversión de la sustancia del<br />

pan y del vino en él. Ahora bien, lo que se<br />

convierte en otra cosa, una vez que se hace<br />

la conversión, ya no permanece. Por consiguiente,<br />

para salvar la verdad de este sacramento,<br />

no queda más que afirmar que la<br />

sustancia del pan, después de la consagración,<br />

no puede permanecer.<br />

Segundo, porque esta opinión está en<br />

contradicción con la forma de este sacramento,<br />

en la que se dice: Esto es mi cuerpo.<br />

Lo cual no será cierto si la sustancia del pan<br />

permanece allí, ya que la sustancia del pan<br />

nunca es el cuerpo de Cristo, en cuyo caso<br />

habría que decir: Aquí está mi cuerpo.<br />

Tercero, porque esta opinión sería incompatible<br />

con el culto tributado a este<br />

sacramento, en el caso de que hubiese en él<br />

una sustancia que no pudiese ser adorada<br />

con adoración de latría.<br />

Cuarto, porque esta opinión sería contraria<br />

a la prescripción de la Iglesia según la<br />

cual no se permite recibir el cuerpo de<br />

Cristo después de haber ingerido alimento<br />

sólido, mientras que después de asumir una<br />

hostia consagrada se puede asumir otra.<br />

Por consiguiente, hay que rechazar esta<br />

opinión como herética.<br />

Respuesta a las objeciones: 1. A la<br />

primera hay que decir: Dios ha unido su divinidad,<br />

o sea, su poder divino, al pan y al vino,<br />

no para que permanezcan en este sacramento,<br />

sino para hacer de ellos su cuerpo y su<br />

sangre.<br />

2. A. la segunda hay que decir: En los otros<br />

sacramentos no está Cristo realmente,<br />

como en éste. Por lo que en los otros<br />

sacramentos permanece la sustancia de la<br />

correspondiente materia. Pero en éste no.<br />

3. A la tercera hay que decir. Los elementos<br />

que permanecen en este sacramento,<br />

como después se dirá (a.3), bastan para el<br />

significado de este sacramento, ya que por<br />

los accidentes se conoce la naturaleza de la<br />

sustancia.<br />

ARTICULO 3<br />

La sustancia del pan después de la<br />

consagración, ¿es aniquilada o queda<br />

reducida a la materia primitiva? e<br />

Sent. 4 d.ll q.l a.2; Contra Geni. 4 c.63; QuodL 5 q.6<br />

a.l; InMattb. c.26; /» / Cor. c.ll lect.5<br />

Objeciones por las que parece que la<br />

sustancia del pan, después de la consagración,<br />

es aniquilada o queda reducida a la<br />

materia primitiva.<br />

1. Lo que es corporal tiene que ocupar<br />

algún lugar. Pero la sustancia del pan, que<br />

es corporal, no permanece en este sacramento,<br />

como se acaba de decir (a.2), ni<br />

tampoco se le puede señalar el lugar en que<br />

se encuentre. Luego después de la consagración<br />

no es nada. Por tanto, es aniquilada o<br />

queda reducida a la materia primitiva.<br />

e. Para leer los a.3-8 es necesario conocer la filosofía aristotélica, según la cual la sustancia<br />

corpórea consta de materia (parte indeterminada) y de forma determinante. Cuando hay cambio de<br />

forma pero permanece la materia, se habla de «conversión formal» o mutación (a.4 sol.2): «La materia<br />

de una cosa recibe la forma de otra, una vez desechada la forma precedente» (a.8 c.). La conversión<br />

eucarística no es transformación sustancial, ni creación (a.8 c.), que implicaría la aniquilación del pan<br />

y del vino (a.3 sed c. sol.3); sino «conversión sustancial total» (a.4). Caso inédito que requiere «la<br />

virtud del agente infinito» (a.4 sol.3; a.8 sol.4).

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