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Tertia Pars - Suma Teológica

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C.86 a.3 Efectos de la penitencia 789<br />

do lo excluye de su gracia. Pero, como ya<br />

vimos en la Segunda Parte (1-2 q.110 a.l),<br />

entre la gracia de Dios y la gracia del hombre<br />

hay esta diferencia: la gracia del hombre<br />

no causa la bondad, sino que la presupone,<br />

verdadera o aparente, en el hombre gratificado;<br />

mientras que la gracia de Dios causa<br />

la bondad en el hombre gratificado, porque<br />

la buena voluntad de Dios, significada con<br />

el nombre de gracia, es causa del bien<br />

creado. Por lo cual puede acontecer que un<br />

hombre perdone la ofensa que otro le infirió<br />

sin que éste se haya arrepentido de ella.<br />

Pero no puede suceder que Dios perdone<br />

la ofensa a uno sin el arrepentimiento de<br />

éste. Pues la ofensa de un pecado mortal<br />

nace de que la voluntad del hombre se<br />

aparta de Dios para dirigir su ánimo a un<br />

bien perecedero. Por donde se ve que para<br />

la remisión de la ofensa divina es preciso<br />

que la voluntad del hombre se cambie de<br />

tal manera que se convierta a Dios con la<br />

detestación de su conversión a las criaturas<br />

y con propósito de enmienda. Y esto es lo<br />

que pertenece a la naturaleza de la penitencia<br />

en cuanto virtud. Y, por eso, es imposible<br />

que se le perdone a nadie el pecado sin<br />

la penitencia, entendida ésta como virtud.<br />

El sacramento de la penitencia, sin embargo,<br />

se realiza por el ministerio del sacerdote<br />

que liga y absuelve, como se ha dicho<br />

ya (q.84 a.l ad 2; a.3). Y sin él puede Dios<br />

perdonar los pecados, como Cristo perdonó<br />

a la mujer adúltera, según se lee en Jn<br />

8,11, y a la pecadora, como se afirma en Le<br />

7,47.48. A las cuales, sin embargo, no les<br />

perdonó los pecados sin la virtud de la<br />

penitencia, porque, como dice San Gregorio<br />

en una Homilía 4 : Por la grada atrajo interiormente<br />

a la penitencia a quien externamente<br />

recibió con misericordia.<br />

Respuesta a las objeciones: 1. A la<br />

primera hay que decir Los niños no tienen más<br />

que el pecado original, que no consiste en<br />

el desorden actual de la voluntad, sino en<br />

un desorden habitual de la naturaleza, como<br />

se dijo en la Segunda Parte (1-2 q.82 a.l). Por<br />

eso se les perdona el pecado no con un<br />

cambio actual, sino con un cambio habitual<br />

por la infusión de la gracia y las virtudes.<br />

Pero al adulto, en quien existen pecados<br />

actuales, que consisten en un desorden actual<br />

de la voluntad, no se le perdonan los<br />

pecados, ni aun en el bautismo, sin el cam-<br />

bio actual de la voluntad, lo cual se realiza<br />

con la penitencia.<br />

2. A la segunda hay que decir: El argumento<br />

sólo se fija en la penitencia como sacramento.<br />

3. A la tercera hay que decir La misericordia<br />

de Dios tiene mayor poder que la misericordia<br />

del hombre por el hecho de que<br />

mueve la voluntad del hombre a la penitencia,<br />

lo cual no puede hacer la misericordia<br />

del hombre.<br />

ARTICULO 3<br />

¿Pueden quedar borrados por la<br />

penitencia unos pecados y otros no?<br />

1-2 q.73 a.l; Sent. 4 d.15 q.l a.3 q."l; d.18 q.2 a.5 q. a 3<br />

ad 1<br />

Objeciones por las que parece que por<br />

la penitencia pueden quedar borrados unos<br />

pecados y otros no.<br />

1. Dice el Señor en Am 4,7: Hice llover<br />

sobre una dudad y no sobre otra. Una parte fue<br />

mojada por la lluvia, y la parte sobre la que no<br />

hice llover permaneció seca. Y San Gregorio<br />

comenta en Super Ez. 5 : Uno que odia al<br />

prójimo y se corrige de otros vicios es como una<br />

ciudad que en una parte recibe la lluvia, y en la<br />

otra permanece seca, porque hay quienes cortan con<br />

algunos vicios, pero se obstinan gravemente en otros.<br />

Luego pueden quedar borrados por la penitencia<br />

unos pecados y no otros.<br />

2. Aún más: dice San Ambrosio en Beati<br />

Immaculatiz: El primer consuelo es saber que Dios<br />

no se olvida de hacer misericordia; el segundo nos<br />

viene por el castigo, donde, aunque falte la fe, la<br />

pena satisface y alivia los males. Luego puede<br />

uno ser aliviado de algún pecado, aun permaneciendo<br />

el pecado de infidelidad.<br />

3. Y también: cuando no hay necesidad<br />

de que varias cosas estén juntas, puede<br />

separarse una dejando la otra. Pero los<br />

pecados, como se dijo en la Segunda Parte<br />

(1-2 q.73 a.l), no están unidos entre sí, de<br />

tal manera que puede existir uno sin otro.<br />

Luego puede perdonarse uno y no otro por<br />

la penitencia.<br />

4. Todavía más: los pecados son deudas<br />

que pedimos nos sean perdonadas cuando<br />

decimos en la oración dominical: Perdónanos<br />

nuestras deudas. Ahora bien, el hombre, algunas<br />

veces, perdona unas deudas y otras no.<br />

4. In Evang. 1.2 homil.33: ML 76,1240. 5. L.l homil.10: ML 76,895. 6. In ps. 118<br />

serm.18: ML 15,1528; GRACIANO, Decretum p.2 c.33 q.3 De Poenit. d.3 can.41 Prima consolatio.

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