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Tertia Pars - Suma Teológica

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654 Tratado de los Sacramentos C.75 a.l<br />

En cambio dice San Hilario en el VIII<br />

De Trin. 5 : No hay lugar a dudas sobre la realidad<br />

de la carne y de la sangre de Cristo. Nuestro Señor<br />

enseña y nuestra fe acepta que ahora su carne es<br />

verdadera comida y su sangre es verdadera bebida.<br />

Y San Ambrosio en el VI De Sacramentes 6<br />

afirma: Como el Señor Jesucristo es verdadero Hijo<br />

de Dios, así es verdadera carne de Cristo la que<br />

nosotros recibimos y es verdadera su sangre.<br />

Solución. Hay que decir: Que en este<br />

sacramento está el verdadero cuerpo de<br />

Cristo y su sangre, no lo pueden verificar<br />

los sentidos, sino la sola fe, que se funda en<br />

la autoridad divina. Por lo que acerca de las<br />

palabras de Le 22,19: Esto es mi cuerpo que se<br />

entrega por vosotros, dice San Cirilo 7 : No dudes<br />

de que esto sea verdad, sino recibe con fe las<br />

palabras del Salvador, ya que, siendo la verdad, no<br />

miente.<br />

Ahora bien, esta presencia se ajusta, en<br />

primer lugar, a la perfección de la ley nueva.<br />

Porque los sacrificios de la antigua ley contenían<br />

ese verdadero sacrificio de la pasión<br />

de Cristo solamente en figura, de acuerdo<br />

con lo que se dice en Heb 10,1: LM ley tiene<br />

la sombra de los bienes futuros, y no la forma de<br />

la misma realidad. Era justo, por tanto, que el<br />

sacrificio de la nueva ley, instituido por<br />

Cristo, tuviese algo más, o sea, que contuviese<br />

al mismo Cristo crucificado, no solamente<br />

significado o en figura, sino también<br />

en su realidad. Y, por eso, este sacramento<br />

que contiene realmente al mismo Cristo,<br />

como dice Dionisio en III De Eccl. Hier. 8 ,<br />

es perfectivo de todos los sacramentos, que solamente<br />

contienen la virtud de Cristo.<br />

Segundo, esta presencia se ajusta a la<br />

caridad de Cristo, por la que asumió un<br />

cuerpo real de la misma naturaleza que la<br />

nuestra para nuestra salvación. Y, porque es<br />

connatural a la amistad compartir la vida con<br />

los amigos, como dice el Filósofo en IX<br />

Ethic. 9 , Cristo nos ha prometido su presencia<br />

corporal, como premio, en el texto de<br />

Mt 24,28: donde está el cuerpo allí se reúnen las<br />

águilas. Mientras tanto, sin embargo, no ha<br />

querido privarnos de su presencia corporal<br />

en el tiempo de la peregrinación, sino que<br />

nos une con él en este sacramento por la<br />

realidad de su cuerpo y de su sangre. Por<br />

eso dice en Jn 6,57: Quien come mi carne y bebe<br />

mi sangre, permanece en mí y yo en él. Por tanto,<br />

este sacramento es signo de la más grande<br />

caridad y aliento de nuestra esperanza, por<br />

la unión tan familiar de Cristo con nosotros.<br />

Tercero, esta presencia se ajusta a la perfección<br />

de la fe, que tiene por objeto tanto<br />

la divinidad de Cristo como la humanidad,<br />

según las palabras de Jn 14,11: Creed en Dios<br />

y creed en mí. Y, puesto que la fe es acerca<br />

de las cosas invisibles, de la misma manera<br />

que Cristo nos propone su divinidad invisible,<br />

así en este sacramento nos propone su<br />

carne de modo invisible.<br />

Y, por no considerar estas razones, algunos<br />

10 sostuvieron la opinión de que el cuerpo<br />

y la sangre de Cristo no están en este<br />

sacramento más que como signo. Pero ha<br />

de ser rechazada esta opinión como herética<br />

por ser contraria a las palabras de Cristo.<br />

De ahí que Berengario, primer inventor de<br />

este error, fuese obligado a retractarse después,<br />

y confesase la verdad de la fe n *.<br />

Respuesta a las objeciones: 1. A la<br />

primera hay que decir: Los herejes que acabamos<br />

de mencionar han tomado ocasión<br />

para su error de la autoridad de San Agustín,<br />

interpretando mal sus palabras. Porque,<br />

cuando dice San Agustín: No tendréis que<br />

comer este cuerpo que veis, no pretende excluir<br />

la realidad del cuerpo de Cristo, sino solamente<br />

afirmar que no le habían de comer<br />

en la misma forma en que ellos le veían.<br />

Cuando dice: Os he comunicado un misterio.<br />

Entendido espiritualmente, os vivificará, no pretende<br />

decir que el cuerpo de Cristo está en<br />

este sacramento en sentido místico solamente,<br />

sino que está espiritualmente, o sea,<br />

invisiblemente y con las propiedades del<br />

espíritu. Por eso en Super lo. , explicando<br />

5. N.15: ML 10,247. 6. C.l: ML 16,473; cf. GRACIANO, o.c. p.3 d.2 cn.84 Sicut est veras. 1. In<br />

Le. 22,19: MG 72,92; cf. S. TH., Catena auna In Le. c. 22,19 § 5. 8. P.l: MG 3,423. 9. ARISTÓ-<br />

TELES, c.12 n.13 (BK 1171B32): S. TH., lect.14. 10. Cf. BERENGARIO, De sacra cena p.223-225.274.<br />

11. Cf. GRACIANO, o.c. p.3 d.2 cn.42 Bgo Berengarius. 12. Tract. 27, super 6,64: ML 35,1617.<br />

b. Apoyándose en la tradición agustiniana, Berengario de Tours afirmó que Cristo está presente<br />

en la eucaristía sólo como en un signo; pero el Concilio de Roma (a. 1059) le obligó a confesar el realismo<br />

de la presencia eucarística con una fórmula excesivamente sensista (DS 690). Más tarde, 1079, y ante<br />

la reincidencia de Berengario, se renovó dicha confesión, formulada esta vez con mayor equilibrio<br />

(DS 700).

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