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Tertia Pars - Suma Teológica

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132 Tratado del Verbo encarnado C.8 a.6<br />

3. Y también: como antes se dijo (q.7<br />

introd.), en Cristo hay tres gracias distintas:<br />

la gracia de unión, la gracia capital y la<br />

gracia personal. Pero la gracia personal de<br />

Cristo es distinta de la gracia de unión.<br />

Luego también es distinta de la gracia capital.<br />

En cambio está lo que se lee en Jn 1,16:<br />

De su plenitud todos hemos recibido. Pero Cristo<br />

es nuestra cabeza según lo que hemos recibido<br />

de él. Por tanto, es nuestra cabeza en<br />

cuanto posee la plenitud de gracia. Y tuvo<br />

la plenitud de gracia, porque la gracia personal<br />

fue perfecta en él, como antes se<br />

explicó (q.7 a.9). Luego es nuestra cabeza<br />

en virtud de su gracia personal. Y, de esta<br />

manera, su gracia capital no es distinta de<br />

su gracia personal.<br />

Solución. Hay que decir. Cada ser obra en<br />

cuanto es ser en acto. Y, por tanto, es<br />

necesario que sea una misma realidad lo que<br />

permite a un ser estar en acto y, a la vez,<br />

obrar; así, es una misma cosa el calor que<br />

hace al fuego caliente y le da virtud para<br />

calentar. Sin embargo, no todo acto por el<br />

que un ser es actualizado es suficiente para<br />

que se convierta en principio de acción<br />

sobre otros seres; pues, como dicen Agustín,<br />

en el libro XII De Genesi ad Litt. 7 , y el<br />

Filósofo, en el III De anima 8 , por ser el agente<br />

superior al paciente, es necesario que el que<br />

actúa sobre otros seres esté él mismo actualizado<br />

de una manera eminente. Y ya hemos<br />

dicho antes (q.7 a.9 y 10) que el alma de<br />

Cristo tuvo la gracia en grado sumo. De ahí<br />

que, por la eminencia de la gracia que recibió,<br />

le competa hacer llegar tal gracia a los<br />

demás. Esto es propio de la cabeza. Y por<br />

eso la gracia personal que justifica el alma<br />

de Cristo es esencialmente la misma gracia<br />

que le convierte en cabeza de la Iglesia,<br />

justificando así a los demás. Sin embargo,<br />

media entre las dos una diferencia conceptual.<br />

Respuesta a las objeciones: 1. A. la<br />

primera hay que decir: En Adán el pecado<br />

original, que es un pecado de naturaleza, se<br />

derivó de un pecado actual suyo, que se<br />

convierte en pecado personal, porque en él<br />

la persona corrompió a la naturaleza; por<br />

medio de tal corrupción, el pecado del primer<br />

hombre pasó a sus descendientes, de<br />

modo que la naturaleza corrompida corrompe<br />

a la persona. Ahora bien, la gracia<br />

7. C.16: ML 34,467. 8. C.5 n.2 (Bic 430al8); S. TH., lect.10.<br />

no pasa de Cristo a nosotros por medio de<br />

la naturaleza humana, sino exclusivamente<br />

por la acción personal del propio Cristo.<br />

Por eso no es preciso distinguir en Cristo<br />

una doble gracia, correspondiendo una a la<br />

naturaleza y otra a la persona, como se<br />

distingue en Adán el pecado de la naturaleza<br />

y el pecado de la persona.<br />

2. A la segunda hay que decir Los actos<br />

diversos, de los que uno es motivo y causa<br />

del otro, no diversifican el hábito. Ahora<br />

bien, el acto de la gracia personal, que<br />

consiste en hacer formalmente santo a<br />

quien la tiene, es la causa de la justificación<br />

de los demás, justificación que pertenece a<br />

la gracia capital. Y de ahí que no se diversifique<br />

la esencia del hábito por una diferencia<br />

de esta naturaleza.<br />

3. A. la tercera hay que decir: Tanto la<br />

gracia personal como la gracia capital se<br />

ordenan al acto; en cambio, la gracia de<br />

unión no se ordena al acto, sino al ser<br />

personal. Y por eso la gracia personal y la<br />

gracia capital coinciden en la esencia del<br />

hábito; cosa que no sucede con la gracia de<br />

unión. Sin embargo, la gracia personal pudiera<br />

llamarse en cierto modo gracia de<br />

unión, en cuanto que suscita una cierta<br />

conveniencia para la unión. Y, en este sentido,<br />

son esencialmente idénticas la gracia<br />

de unión, la gracia capital y la gracia personal,<br />

de modo que sólo conceptualmente<br />

son distintas.<br />

ARTICULO 6<br />

El ser cabeza de la Iglesia, ¿es propio de<br />

Cristo?<br />

De verít. q.29 a.4 ad 2<br />

Objeciones por las que parece que ser<br />

cabeza de la Iglesia no es propio de Cristo.<br />

1. En 1 Sam 15,17 se lee: Siendo pequeño<br />

a tus propios ojos, has venido a ser cabera de las<br />

tribus de Israel. Pero la Iglesia del Nuevo y<br />

del Antiguo Testamento es una sola. Luego<br />

parece que, por ese mismo motivo, otro<br />

hombre distinto de Cristo puede ser cabeza<br />

de la Iglesia.<br />

2. Aún más: se llama a Cristo cabeza de<br />

la Iglesia porque comunica la gracia a los<br />

miembros de la misma. Ahora bien, también<br />

a otros compete comunicar la gracia a<br />

los demás, de acuerdo con lo que se escribe<br />

en Ef 4,29: No salga de vuestra boca palabra

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