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Tertia Pars - Suma Teológica

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502 Tratado del Verbo encarnado C.59 a.5<br />

rituales. Luego parece que no debe esperarse<br />

otro juicio final.<br />

3. Y también: el premio y el castigo<br />

corresponden al mérito y al demérito. Pero<br />

el mérito y el demérito no pertenecen al<br />

cuerpo más que en cuanto es instrumento<br />

del alma. Luego ni el premio ni el castigo<br />

se deben al cuerpo sino por causa del alma.<br />

No se requiere, pues, otro juicio al final,<br />

para que el hombre sea premiado o castigado<br />

en el cuerpo, aparte de aquel con que<br />

ahora son castigadas o premiadas las almas.<br />

En cambio está lo que se lee en Jn<br />

12,48: La palabra que yo os he hablado, ésa os<br />

juagará en el último día. Luego habrá otro<br />

juicio el último día, distinto del juicio que<br />

ahora tiene lugar.<br />

Solución. Hay que decir: No es posible dar<br />

un juicio definitivo sobre una cosa mudable<br />

antes de su consumación. Así como no es<br />

posible emitir un juicio exacto sobre la<br />

calidad de una acción antes de que esté<br />

consumada en sí misma y en sus efectos,<br />

pues hay muchas acciones que parecen ser<br />

útiles que, por los efectos, se ve que eran<br />

nocivas. E igualmente no es posible dar un<br />

juicio completo sobre un hombre mientras<br />

no se termine su vida, ya que muchas veces<br />

puede cambiarse de bueno en malo o al<br />

revés; o de bueno en mejor, o de malo en<br />

peor. Por lo cual dice el Apóstol en Heb<br />

9,27 que a los hombres les está estableado morir<br />

una vezy después de esto, el juicio.<br />

Sin embargo, se ha de tener en cuenta<br />

que, si bien la vida temporal del hombre en<br />

sí mismo se termina con la muerte, subsiste<br />

de forma relativa dependiendo del futuro<br />

de varios modos. Primero, perviviendo en<br />

la memoria de los hombres, en los cuales<br />

subsiste a veces contra la verdad de la<br />

buena o mala fama. Segundo, perdura en<br />

los hijos, que son como algo del padre,<br />

según aquellas palabras del Eclo 30,4: Murió<br />

su padre, pero es como si no hubiera muerto, pues<br />

ha dejado en pos de sí uno semejante a él. Y, sin<br />

embargo, los hijos de muchos hombres<br />

buenos son malos, y viceversa. Tercero,<br />

pervive en cuanto al efecto de sus obras,<br />

como la infidelidad va echando renuevos<br />

hasta el fin del mundo por el engaño de<br />

Arrio y de otros seductores; y también hasta<br />

el fin del mundo hace progresos la fe por<br />

la predicación de los Apóstoles. Cuarto,<br />

pervive en cuanto al cuerpo que, a veces, es<br />

sepultado con gran honor, quedando otras<br />

veces insepulto, y, finalmente, por ser incinerado,<br />

se deshace totalmente. Quinto, subsiste<br />

en cuanto a determinadas cosas en las<br />

que puso su afecto, por ejemplo en algunos<br />

bienes temporales, de los cuales unos se<br />

acaban pronto, durando otros más tiempo.<br />

Pero todas esas cosas están sometidas a<br />

la apreciación del juicio divino. De ellas no<br />

se puede formar un juicio perfecto y claro<br />

mientras dura el curso del tiempo presente.<br />

Y, debido a esto, es necesario que haya un<br />

juicio final en el último día en el que se<br />

juzgue perfecta y claramente sobre cada<br />

uno de los hombres y de cuanto le atañe de<br />

cualquier modo d .<br />

Respuesta a las objeciones: 1. A la<br />

primera hay que decir: Fue opinión de algunos<br />

17 que las almas de los santos no son<br />

premiadas en el cielo, ni las almas de los<br />

condenados son castigadas en el infierno,<br />

hasta el día del juicio 18 . Esto resulta claramente<br />

falso por lo que dice el Apóstol en<br />

2 Cor 5,8: Confiamos y quisiéramos más salir del<br />

cuerpo y vivir con el Señor, lo cual no es ya<br />

caminar en la fe, sino en la visión (v.7), como<br />

es claro por lo que sigue. Y esto es ver a<br />

Dios en esencia, en lo cual consiste la vida<br />

eterna, como es evidente por Jn 17,3. De<br />

donde resulta manifiesto que las almas separadas<br />

de los cuerpos gozan de la vida<br />

eterna.<br />

Y, en consecuencia, hay que decir que,<br />

después de la muerte, en lo que se refiere<br />

al alma, el hombre alcanza un estado inmutable.<br />

Y, por tanto, en cuanto al premio del<br />

alma no hay por qué aplazar el juicio para<br />

más adelante. Mas, por haber algunas otras<br />

17. JUSTINO, Dial, cum Tryphone, n.5: MG 6,488; n.80: MG 6,665; IRENEO, Contra Haeres., 1.5 c.26:<br />

MG 7,1194; c.31: MG 7,1208; c.35: MG 7,1218; HIPÓLITO, Adv. Graecos, n.2: MG 10,800; TEODORETO,<br />

In Hebr. 11,39: MG 82,770; ANDRÉS DE CESÁREA, InApoc. 6,11: MG 106,272; ARETAS DE CESÁREA, In<br />

Apoc. 6,11: MG 106,596; TEOFILACTO, In Lúe. 23,43: MG 123,1104; TERTULIANO, De An., c.55: ML<br />

2,788; c.58: ML 2,795; NOVACIANO, De Trin., c.l: ML 3,915; LACTANCIO, Div. Instit., 1.7 c.21: ML 6,802;<br />

CASIODORO, Expos. inPsalt., super Ps. 24,12: ML 70,180; super Ps. 101,17: ML 70,713. 18. S. TH.,<br />

De rat. fid., c.9.<br />

d. La persona humana es parte de la humanidad. Su juicio y bienaventuranza finales no pueden<br />

tener lugar al margen de los demás hombres (sol.l).

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