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Tertia Pars - Suma Teológica

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C.76 a.8 El modo de estar Cristo en este sacramento 675<br />

dicho ya (a.l; q.75 a.2-6). Pero la carne o la<br />

sangre que milagrosamente aparecen no están<br />

consagradas ni convertidas en el verdadero<br />

cuerpo y sangre de Cristo. Luego bajo<br />

estas especies no está el cuerpo o la sangre<br />

de Cristo.<br />

En cambio en tales apariciones se tributa<br />

a lo que aparece la misma reverencia que<br />

antes, lo cual, ciertamente, no se haría si no<br />

estuviese allí Cristo, a quien damos culto de<br />

latría. Luego también está Cristo en este<br />

sacramento cuando tienen lugar tales apariciones.<br />

Solución. Hay que decir: De dos maneras<br />

se verifican las apariciones en las que, a<br />

veces, se ven milagrosamente en este sacramento<br />

carne, sangre o un niño. Algunas<br />

veces, en efecto, se realiza el fenómeno<br />

corno una visión subjetiva, en la que los<br />

ojos de los videntes quedan impresionados<br />

como si, efectivamente, viesen de una manera<br />

objetiva carne, sangre o un niño, sin<br />

que en el sacramento tenga lugar ninguna<br />

inmutación. Y esto parece ser que acontece<br />

cuando uno ve la figura de carne o un niño,<br />

y otros, sin embargo, ven las especies del<br />

pan; o cuando una misma persona ve durante<br />

unos instantes la figura de carne o de<br />

un niño, y, después, las especies de pan. No<br />

se trata aquí, sin embargo, de un fenómeno<br />

ilusorio, como el que tiene lugar en las<br />

prestidigitaciones de los magos, porque estas<br />

figuras se forman por disposición divina<br />

en los ojos para manifestar una verdad, a<br />

saber, que en este sacramento está el verdadero<br />

cuerpo de Cristo. Y así es como se<br />

apareció Cristo, sin que hubiese fenómeno<br />

ilusorio, a los discípulos que iban a Emaús.<br />

Dice a este propósito San Agustín en su<br />

libro De Quaestionibus Evangelii 14 que cuando<br />

las imágenes que nosotros nos formamos tienen un<br />

significado, no hay mendacidad en ellas, sino que<br />

son una representación de la verdad. Y, puesto<br />

que en estos casos no se da ninguna inmutación<br />

en el sacramento, es claro que por<br />

estas apariciones Cristo no deja de estar en<br />

este sacramento.<br />

Otras veces, sin embargo, se realiza la<br />

aparición no como mera visión subjetiva,<br />

sino tomando existencia real y objetiva la<br />

figura que se ve. Y tal fenómeno acontece<br />

cuando todos ven esa figura, y esa figura<br />

permanece no sólo por unos instantes, sino<br />

por un tiempo prolongado. En estos casos,<br />

algunos dicen que se trata de la figura real<br />

del cuerpo de Cristo, sin que obste el hecho<br />

de que alguna vez no se vea allí a Cristo por<br />

entero, sino solamente alguna parte de su<br />

carne, o que no se vea en figura juvenil, sino<br />

en figura de niño, porque el cuerpo glorioso<br />

tiene potestad, como después se dirá 15 , de<br />

aparecerse a los ojos no glorificados como<br />

un todo o como una parte, en figura propia<br />

o ajena, como veremos después.<br />

Pero esta explicación no parece aceptable.<br />

En primer lugar, porque el cuerpo de<br />

Cristo no puede ser visto en su propia<br />

figura natural más que en un lugar, en el<br />

que está localizado. Y como así lo ven y lo<br />

adoran en el cielo, en el sacramento no<br />

puede ser visto de este modo. En segundo<br />

lugar, porque el cuerpo glorioso se aparece<br />

cuando quiere y, después de la aparición,<br />

desaparece también cuando quiere, como se<br />

dice del Señor en Le 24,3 que desapareció de<br />

los ojos de los discípulos. Ahora bien, lo que<br />

aparece en el sacramento con la figura de<br />

carne permanece largo tiempo. E, incluso,<br />

algunas veces se lee que, siguiendo el consejo<br />

de obispos, ha sido reservado en una<br />

píxide 16 ; y esto es absurdo pensarlo de<br />

Cristo en su propia y natural figura.<br />

Por eso hay que decir que permanece la<br />

anterior cantidad dimensiva sacramental, y<br />

que se inmutan milagrosamente otros accidentes,<br />

como la figura, el color, etc., para<br />

que se vea carne, sangre o la figura de un<br />

niño. Y, como se acaba de decir, no se trata<br />

aquí de un fenómeno ilusorio, porque esto<br />

acontece para indicar una verdad, a saber,<br />

para demostrar con esta aparición milagrosa<br />

que en este sacramento está verdaderamente<br />

el cuerpo y la sangre de Cristo. Y de este<br />

modo se explica que, permaneciendo la<br />

cantidad dimensiva, que, como veremos en<br />

seguida (q.77 a.2), es el fundamento de los<br />

otros accidentes, permanece verdaderamente<br />

el cuerpo de Cristo.<br />

Respuesta a las objeciones: 1. A la<br />

primera hay que decir. Cuando se producen<br />

estas apariciones, las especies sacramentales<br />

permanecen, a veces, en su totalidad, y, a<br />

veces, permanecen en sus elementos principales,<br />

como se ha dicho (ib.).<br />

14. L.2 c.51 super Le. 24,28: ML 35,1362. 15. Suppl. q.85 a.2 ad 3; a.3.<br />

GUITMUNDUM, De corp. et sanguine Christi veri, 1.2: ML 149,1449.<br />

16. Cf.

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