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Tertia Pars - Suma Teológica

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C.46 a.2 Sobre la pasión de Cristo 399<br />

raleza humana que el realizado mediante la<br />

pasión de Cristo.<br />

1. Dijo el Señor en Jn 12,24-25: Si el<br />

grano de trigo no cae en la tierra y muere, quedará<br />

solo; pero, si muere, dará mucho fruto; a propósito<br />

de lo cual comenta Agustín 3 : se llamaba<br />

grano a sí mismo. Por consiguiente, de no<br />

haber padecido la muerte, no hubiera dado<br />

el fruto de la liberación de otro modo.<br />

2. Aún más: en Mt 26,42, el Señor dice<br />

a su Padre: Padre mío, si este cáliz no puede<br />

pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad. Y<br />

allí habla del cáliz de la pasión. Luego la<br />

pasión de Cristo no podía omitirse. Por lo<br />

cual comenta Hilario 4 : No puede pasar el cáliz<br />

sin bebería, porque no podemos ser restablecidos<br />

más que por medio de su pasión.<br />

3. Y también: la justicia de Dios exigía<br />

que el hombre fuese liberado del pecado<br />

por la satisfacción de Cristo mediante su<br />

pasión. Pero Cristo no puede pasar por<br />

encima de su propia justicia. Se dice, efectivamente,<br />

en 2 Tim 2,13: Si no creemos, él<br />

permanece fiel, pues no puede negarse a sí mismo.<br />

Pero se negaría a sí mismo si negase su<br />

justicia, por ser él mismo la justicia. Luego<br />

parece no haber sido posible liberar al hombre<br />

de otro modo que por la pasión de<br />

Cristo.<br />

4. Por último: el error no puede ocultarse<br />

en la fe. Ahora bien, los antiguos<br />

patriarcas creyeron que Cristo había de padecer.<br />

Luego parece que no pudo acontecer<br />

que Cristo no padeciese.<br />

En cambio está lo que dice Agustín en<br />

XIII De Trin. 5 : Afirmamos que este modo por el<br />

que Dios se. dignó liberarnos, por el mediador entre<br />

Dios j ¿os hombres, el hombre Cristo Jesús, es<br />

bueno y conveniente a la dignidad divina; pero<br />

hemos de mostrar que hubo otro modo posible para<br />

Dios, a cuyo poder están igualmente sometidas<br />

todas las cosas.<br />

Solución. Hay que decir: Se puede decir<br />

que una cosa es posible o imposible de dos<br />

modos: uno, llana y absolutamente; otro,<br />

hipotéticamente. Hablando, pues, llanamente,<br />

y en absoluto, a Dios le fue posible<br />

liberar al hombre por un modo distinto del<br />

que supone la pasión de Cristo, porque para<br />

Dios no hay nada imposible, como se dice en<br />

Le 1,37. Pero, planteado el problema en una<br />

hipótesis concreta, fue imposible. Porque es<br />

imposible que la presciencia de Dios se<br />

3. 7» loann. 12,24 tract.51: ML 35,1766.<br />

42,1024.<br />

engañe y que su voluntad o determinación<br />

sea anulada; supuestas, pues, la presciencia<br />

y la preordinación divinas sobre la pasión<br />

de Cristo, no era posible a la vez que Cristo<br />

no padeciese y que el hombre fuese liberado<br />

de otro modo que por medio de su<br />

pasión. Y la misma razón vale para todo lo<br />

que de antemano es conocido y ordenado<br />

por Dios, como queda expuesto en la Primera<br />

Parte (q.14 a.13; q.22 a.4; q.23 a.6).<br />

Respuesta a las objeciones: 1. A la<br />

primera hay que decir: En el pasaje mencionado<br />

habla el Señor en el supuesto de la<br />

presciencia y de la preordinación divinas,<br />

según las cuales estaba dispuesto que el<br />

fruto de la salvación de los nombres no se<br />

seguiría más que padeciendo Cristo.<br />

2. A- la segunda hay que decir: En el mismo<br />

sentido debe entenderse lo dicho en la segunda<br />

objeción: Si no es posible que pase este<br />

cáliz sin que tenga que bebería, esto es: porque tú<br />

así lo has dispuesto. Por lo cual añade: Hágase<br />

tu voluntad.<br />

3. A la tercera hay que decir. También esta<br />

justicia depende de la voluntad divina, que<br />

exige del género humano la satisfacción por<br />

el pecado. Por lo demás, si hubiera querido<br />

liberar al hombre del pecado sin satisfacción,<br />

no hubiera procedido en contra de la<br />

justicia. No puede perdonar la culpa o la<br />

pena, respetando la justicia, aquel juez que<br />

está obligado a castigar la culpa cometida<br />

contra otro, sea contra otro nombre, sea<br />

contra la comunidad entera o contra un<br />

gobernante superior. Pero Dios no tiene<br />

superior alguno, sino que él mismo es el<br />

bien supremo y común de todo el universo.<br />

Y por eso, si perdona un pecado que tiene<br />

razón de culpa porque se comete contra El,<br />

a nadie hace injuria, como el hombre que<br />

perdona una ofensa contra él sin que medie<br />

la satisfacción obra misericordiosamente, y<br />

no injustamente. Y, por este motivo, David,<br />

cuando pedía misericordia, decía en Sal<br />

50,6: Contra ti solo pequé, como si dijera:<br />

Puedes perdonarme sin injusticia.<br />

4. A la cuarta hay que decir: La fe de los<br />

hombres, y también las Sagradas Escrituras<br />

que la fundamentan, se apoyan en la presciencia<br />

y en la determinación divinas. Y de<br />

ahí que la misma razón vale para la necesidad<br />

de lo supuesto por las cosas de fe y<br />

para la necesidad que proviene de la presciencia<br />

y la voluntad divinas.<br />

4. In Matth. c.31: ML 9,1069. 5. CIO: ML

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