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Tertia Pars - Suma Teológica

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432 Tratado del Verbo encarnado C.49 a.4<br />

Cristo es causa de la remisión del pecado,<br />

en el que se asienta el reato de la pena.<br />

Respuesta a las objeciones: 1. A la<br />

primera hay que decir: La pasión de Cristo<br />

consigue su efecto en aquellos a quienes se<br />

aplica por la fe y la caridad y mediante los<br />

sacramentos de la fe. Y de ahí que los<br />

condenados en el infierno, por no unirse<br />

del modo antedicho con la pasión de Cristo,<br />

no pueden percibir el efecto de ésta.<br />

2. A la segunda hay que decir. Como ya se<br />

ha expuesto (a.l ad 4 y 5; 1-2 q.85 a.5 ad<br />

2), para que consigamos el efecto de la<br />

pasión de Cristo es necesario que nos configuremos<br />

con El. Y nos configuramos con<br />

El sacramentalmente en el bautismo, conforme<br />

al pasaje de Rom 6,4: Con El fuimos<br />

sepultados por el bautismo en la muerte. Por eso<br />

no se impone pena alguna satisfactoria a los<br />

bautizados, porque, mediante la satisfacción<br />

de Cristo, quedan enteramente liberados.<br />

Pero, como Cristo murió una sola vez por<br />

nuestros pecados, según se dice en 1 Pe 3,18,<br />

el hombre no puede configurarse una segunda<br />

vez con la muerte de Cristo por el<br />

sacramento del bautismo. Por este motivo<br />

es necesario que quienes, después del bautismo,<br />

pecan, se configuren con Cristo paciente<br />

mediante alguna penalidad o sufrimiento<br />

que deben tolerar en sí mismos. Tal<br />

penalidad, a pesar de ser muy inferior a la<br />

requerida por el pecado, resulta suficiente<br />

por la cooperación de la satisfacción de<br />

Cristo.<br />

3. A. la tercera hay que decir: La pasión de<br />

Cristo produce su efecto en nosotros por<br />

cuanto nos incorporamos a El como los<br />

miembros a su cabeza, de acuerdo con lo<br />

que antes se ha dicho (a.l; q.48 a.l; a.2 ad<br />

1). Pero los miembros deben ser conformes<br />

con la cabeza. Y, por tal motivo, como<br />

Cristo tuvo primero la gracia en el alma<br />

junto con la pasibilidad del cuerpo, y por la<br />

pasión llegó a la gloria de la inmortalidad,<br />

así también nosotros, que somos sus miembros,<br />

somos liberados por su pasión del<br />

reato de cualquier pena, pero de modo que,<br />

primero, recibimos en el alma el espíritu de<br />

adopción filial (cf. Rom 8,15), con el que<br />

somos destinados a la herencia de la gloria<br />

de la inmortalidad, teniendo todavía un<br />

cuerpo pasible y mortal. Después, configurados<br />

con los padecimientos y la muerte de Cristo,<br />

somos conducidos a la gloria inmortal, conforme<br />

a aquellas palabras del Apóstol en<br />

Rom 8,17: Si hijos, también herederos; herederos<br />

de Dios y coherederos con Cristo, a condición de<br />

que padezcamos con El, para ser glorificados juntamente<br />

con El h .<br />

ARTICULO 4<br />

¿Somos reconciliados con Dios mediante<br />

la pasión de Cristo?<br />

ln Sent. 3 d.19 a.5 q."l; Expos. super Symb. a.4<br />

Objeciones por las que parece que la<br />

pasión de Cristo no nos reconcilió con<br />

Dios.<br />

1. La reconciliación no tiene lugar entre<br />

amigos. Pero Dios siempre nos ha amado,<br />

según palabras de Sab 11,25: Amas a todos<br />

los seres j no aborreces nada de lo que hiciste.<br />

Luego la pasión de Cristo no nos reconcilió<br />

con Dios.<br />

2. Aún más: una misma cosa no puede<br />

ser principio y efecto; por lo que la gracia,<br />

que es el principio del mérito, no puede ser<br />

merecida. Ahora bien, el amor de Dios es<br />

el principio de la pasión de Cristo, según<br />

aquellas palabras de Jn 3,16: De taimado amó<br />

Dios al mundo, que le dio su Hijo unigénito.<br />

Luego no parece que hayamos sido reconciliados<br />

con Dios mediante la pasión de<br />

Cristo, de modo que comenzara a amarnos<br />

de nuevo.<br />

3. Y también: la pasión de Cristo fue<br />

llevada a cabo por los hombres que le<br />

mataron, los cuales ofendieron con eso gravemente<br />

a Dios. Luego la pasión de Cristo<br />

es más bien causa de indignación que de<br />

reconciliación con Dios.<br />

En cambio está lo que escribe el Apóstol<br />

en Rom 5,10: Hemos sido reconciliados con<br />

Dios por la muerte de su Hijo.<br />

Solución. Hay que decir: La pasión de<br />

Cristo es causa de nuestra reconciliación<br />

con Dios, de dos modos: Primero, en cuanto<br />

que quita el pecado, por el que los<br />

hombres se constituyen en enemigos de<br />

Dios, según el pasaje de Sab 14,9: Dios<br />

aborrece por igual al impío y a su impiedad; y en<br />

Sal 5,7 se dice: Odias a todos los que obran la<br />

iniquidad.<br />

b. Los frutos de la Pasión llegan a los hombres mediante los sacramentos; también sol.3 y a.l,<br />

sol.4; q.52,8 sol.2. Será una idea fundamental para el estudio de los sacramentos (q.60, intr.).

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