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Tertia Pars - Suma Teológica

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474 Tratado del Verbo encarnado C.55 a.4<br />

gelistas, a saber, Lucas j Juan (Le 24,36; Jn<br />

20,19), cuentan que se apareció en Jerusalén solamente<br />

a los once; pero los otros dos (Mt 28,7.10;<br />

Me 16,7) dicen que el ángel y el Salvador mandaron<br />

no sólo a los once, sino también a todos los<br />

discípulos y hermanos, que se apresurasen a ir a<br />

Galilea. A los cuales recuerda Pablo, cuando<br />

dice: Después se apareció a más de quinientos<br />

hermanos a la vez (1 Cor 15,6). Pero la solución<br />

más cierta es que primeramente se apareció, una o<br />

dos veces, a los que estaban escondidos en Jerusalén,<br />

con el fin de consolarlos. Pero en Galilea se manifestó<br />

no a escondidas, ni una o dos veces, sino con<br />

gran poder, presentándoseles vivo, después de su<br />

pasión, con muchas pruebas evidentes, como lo<br />

atestigua Lucas en los Hechos (Act 1,3).<br />

O, como escribe Agustín en el libro De<br />

consensu Evang. 1S : Lo dicho por el ángel y por el<br />

Señor—que iría delante de ellos a Galilea— debe<br />

entenderse en sentido pro/ético. Pues en el nombre<br />

Galilea, en su sentido de transmigración, es<br />

preciso entender que habían de emigrar del pueblo<br />

de Israel a los gentiles, los cuales no darían fe a la<br />

predicación de los Apóstoles a no ser que El mismo<br />

preparase el camino de sus corazones. Y esto es lo<br />

que significa la expresión: Irá delante de vosotros a<br />

Galilea. En cambio, si por Galilea se entiende<br />

revelación, ésta no ha de interpretarse respecto a su<br />

forma de siervo, sino de aquella por la que es igual<br />

al Padre, que prometió a los que le aman, adonde,<br />

precediéndonos, no nos abandonó.<br />

ARTICULO 4<br />

¿Debió aparecerse Cristo a sus discípulos<br />

con otra figura?<br />

In Sent. 3 d.21 q.2 a.4 q. a l ad 3<br />

Objeciones por las que parece que Cristo<br />

no debió aparecerse a sus discípulos con<br />

otra figura.<br />

1. No puede dejarse ver según verdad<br />

sino lo que existe. Pero en Cristo no existió<br />

más que una figura. Por consiguiente, si<br />

Cristo apareció bajo una figura distinta, esa<br />

aparición no fue auténtica sino supuesta.<br />

Ahora bien, esto es indecoroso, porque,<br />

como dice Agustín, en el libro Octog. trium<br />

Quaest. 16 , si engaña, no es la Verdad; pero Cristo<br />

es la Verdad. Luego parece que Cristo no<br />

debió aparecerse a los discípulos bajo otra<br />

figura.<br />

2. Aún más: nada puede aparecer bajo<br />

una figura distinta de la que tiene, a no ser<br />

que los ojos de quienes la miran queden<br />

desorientados mediante engaños. Pero los<br />

engaños de esta clase, por lograrse por<br />

medio de artes mágicas, no convienen a<br />

Cristo, según aquellas palabras de 2 Cor<br />

6,15: ¿Qué concordia (hay) entre Cristo y Belial?<br />

Luego da la impresión de que no debió<br />

aparecerse en una figura distinta.<br />

3. Y también: así como nuestra fe se<br />

asegura por la Sagrada Escritura, así también<br />

los discípulos fueron certificados en la fe<br />

de la resurrección por las apariciones de<br />

Cristo. Ahora bien, como dice Agustín en<br />

su Epístola Ad Hieronymum 17 , si se admite<br />

una sola mentira en la Sagrada Escritura,<br />

quedará pulverizada toda su autoridad.<br />

Luego con que Cristo haya aparecido una<br />

sola vez a sus discípulos bajo una figura<br />

distinta a la que tenía, se vendría abajo lo<br />

que los discípulos vieron en El después<br />

de la resurrección. Esto es inaceptable.<br />

Por consiguiente, no debió aparecerse bajo<br />

una figura distinta.<br />

En cambio está lo que se narra en Me<br />

16,12: Después de esto, se apareció, bajo otra<br />

figura, a dos de ellos, cuando iban a una aldea.<br />

Solución. Hay que decir: Como se acaba<br />

de exponer (a.l y 2), la resurrección de<br />

Cristo debía manifestarse a los hombres en<br />

la forma en que les suelen ser reveladas las<br />

cosas divinas. Pero los hombres las conocen<br />

de acuerdo con la diversidad de sus<br />

sentimientos. Porque los que tienen el alma<br />

bien dispuesta reciben las cosas divinas según<br />

la verdad. En cambio, los que no tienen<br />

la mente bien dispuesta las captan con una<br />

cierta mezcla de duda y de error, pues el<br />

hombre animal no capta las cosas del Espíritu de<br />

Dios, como se dice en 1 Cor 2,14. Y, por<br />

este motivo, Cristo, después de la resurrección,<br />

se apareció en su propia figura a<br />

algunos que estaban dispuestos para creer.<br />

Pero se apareció bajo otra figura a quienes<br />

ya daban la impresión de ir poniéndose<br />

tibios respecto de la fe; por lo que decían:<br />

Nosotros esperábamos que sería El el que iba a<br />

redimir a Israel (Le 24,21). Por esto dice<br />

Gregorio, en una Homilía 18 , que se les manifestó<br />

en el cuerpo tal como estaba en su mente. Y<br />

porque en sus almas era todavía un peregrino con<br />

15. L.3 c.25 n.86: ML 34,1216. 16. Q.14: ML 40,14. 17. Ep.28 c.3: ML 33,113; cf.<br />

también Ep.40 Ad Hieran., c.3: ML 33,155. 18. In Evang., 1.2 homil.23: ML 76,1182.

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