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Tertia Pars - Suma Teológica

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C.15 a.6 Defectos del alma asumidos por Cristo 177<br />

estos defectos, porque en ella no existió<br />

pecado. Por lo que añade 27 : Tuvo, es a saber,<br />

Cristo, un cuerpo, pero el peculiar de su origen; y<br />

no vino a la existencia mediante los defectos de la<br />

concepción humana, sino que subsiste en la forma<br />

de nuestro cuerpo en virtud de su propio poder.<br />

Pero si atendemos a la causa próxima de<br />

estos defectos, que es la composición de<br />

elementos contrarios, la carne de Cristo<br />

estuvo necesariamente sujeta a los mismos,<br />

como antes hemos dicho (q.14 a.2).<br />

2. A. la segunda hay que decir: La carne<br />

concebida en pecado está sujeta al dolor, no<br />

sólo por exigencia de los principios naturales,<br />

sino también por la necesidad proveniente<br />

de la culpa del pecado. Pero en<br />

Cristo no existió esta necesidad; sólo se dio<br />

en él la que provenía de los principios<br />

naturales.<br />

3. A la tercera hay que decir: Como hemos<br />

expuesto antes (q.14 a.l ad 2), por una<br />

dispensación del poder divino de Cristo, la<br />

bienaventuranza era retenida en su alma de<br />

tal modo que no redundaba en su cuerpo,<br />

con el fin de que la pasibilidad y la mortalidad<br />

de éste no desapareciesen. Y, por el<br />

mismo motivo, el gozo de la contemplación<br />

de tal manera quedaba limitado al espíritu<br />

que no descendía a las facultades sensibles,<br />

a fin de que no quedase excluido el dolor<br />

sensible.<br />

ARTICULO 6<br />

¿Se dio en Cristo la tristeza?<br />

In Sent. 3 d.15 q.2 a.2 q. a l, exposición del texto; De verít.<br />

q.26 a.8; In Mt. 26; Competid, theol. c.232<br />

Objeciones por las que parece que en<br />

Cristo no existió la tristeza.<br />

1. En Is 42,4, refiriéndose a Cristo, se<br />

dice. No estará triste, ni será turbulento.<br />

2. Aún más: en Prov 12,21 se lee: Nada<br />

de lo que le suceda será capaz de entristecer al justo.<br />

Y los Estoicos daban la razón de esto 28 :<br />

nadie se entristece más que por la pérdida<br />

de sus bienes. Pero el justo solamente considera<br />

como bienes propios la justicia y la<br />

virtud, que no puede perder. De otra ma-<br />

nera, el justo estaría sometido a la fortuna,<br />

en caso de que se entristeciese por la pérdida<br />

de los bienes vinculados a ésta. Ahora<br />

bien, Cristo fue sumamente justo, conforme<br />

a lo que se lee en Jer 23,6: Este es el<br />

nombre que le darán: Señor nuestro justo. Luego<br />

en él no existió la tristeza.<br />

3. Y también: dice el Filósofo en el VII<br />

Ethic. 29 que toda tristeza es un mal y algo que<br />

debe evitarse. Pero en Cristo no existió mal<br />

alguno ni cosa que debiera evitarse. Luego<br />

en Cristo no se dio la tristeza.<br />

4. Por último: dice Agustín en el libro<br />

XIV De Civ. Dei 30 : La tristeza emana de cosas<br />

que se producen en contra de nuestra voluntad.<br />

Pero Cristo no padeció nada contra su<br />

voluntad, pues en Is 53,7 se lee: Se ofreció<br />

porque él quiso. Luego en Cristo no existió la<br />

tristeza.<br />

En cambio está lo que el Señor dice en<br />

Mt 26,38: Triste está mi alma hasta la muerte.<br />

Y Ambrosio escribe en el libro II De<br />

Trin. 31 : Como hombre, se entristeció, pues asumió<br />

mi tristeza. Yo, por predicar la cruz me atrevo a<br />

mencionar la tristeza.<br />

Solución. Hay que decir: Como antes se<br />

ha expuesto (a.5 ad 3), el gozo de la contemplación<br />

de Dios, por dispensación del<br />

poder divino, de tal manera quedaba retenido<br />

en el alma de Cristo, que no redundaba<br />

en sus facultades sensitivas, para que de<br />

este modo no quedase excluido de ellas el<br />

dolor sensible. La tristeza, lo mismo que el<br />

dolor sensible, reside en el apetito sensitivo;<br />

pero difieren entre sí por el motivo u objeto.<br />

Efectivamente, el objeto y motivo del<br />

dolor es la lesión percibida por el sentido<br />

del tacto, como cuando uno es herido. En<br />

cambio, el objeto y el motivo de la tristeza<br />

es lo nocivo, o el mal aprehendido interiormente,<br />

sea por la razón, sea por la imaginación,<br />

como se dijo en la Segunda Parte (1-2<br />

q.35 a.2 y 7): por ejemplo, cuando uno se<br />

entristece por la pérdida del favor o de la<br />

riqueza -f.<br />

Pero el alma de Cristo pudo aprehender<br />

interiormente algo como nocivo, sea para sí<br />

mismo, como su pasión y muerte; sea para<br />

27. De Trin. 1.10 n.25: ML 10,364. 28. Cf. TULIO CICERÓN, TuscuL 1.5 c.6. Véase ARNIM,<br />

Fragmentadoz c.9 § 3 (111,150). Cf. infra q.46 a.6 arg.2. 29. C.13 n.l (Bic 1153bl); S. TH., lect.13.<br />

30. C.6: ML 41,409; c.15: ML 41,424. 31. C.7: ML 16,594.<br />

/ En la teoría aristotélica del conocimiento, el alma tiene distintas partes potenciales, cada una<br />

con su objeto propio. Inteligencia y voluntad tienen por objeto las realidades abstractas y universales;<br />

imaginación y sentidos —potencias inferiores— se centran en las cosas sensibles y particulares.

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