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Tertia Pars - Suma Teológica

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80 Tratado del Verbo encarnado C.2 a.ll<br />

eran capaces de llegar más que por medio<br />

de la encarnación, como dice Gregorio en<br />

el libro Moral. 63 : Los que vinieron a este mundo<br />

antes de la llegada de Cristo, por muy grande que<br />

fuese el vigor de su santidad, no podían ser recibidos<br />

en la bienaventuranza celestial inmediatamente después<br />

de su muerte, porque todavía no había llegado<br />

aquel que colocaría las almas de los justos en la<br />

mansión eterna. Luego parece que merecieron<br />

la encarnación.<br />

3. Y también: de la Santísima Virgen se<br />

canta 64 que mereció llevar en su seno al Señor del<br />

mundo, cosa que se realizó por la encarnación.<br />

Por tanto, la encarnación es objeto de<br />

mérito.<br />

En cambio está lo que dice Agustín en<br />

el libro Depraedest. Sanctorumz: Quien encontrare<br />

en nuestra Cabera los méritos que precedieron<br />

a su singular generación, que investigue en nosotros,<br />

sus miembros, los méritos precedentes a tan multiplicada<br />

regeneración. Pero no hubo méritos<br />

que precediesen a nuestra regeneración, como<br />

se dice en Tit 3,5: No por las obras justas<br />

que hubiéramos hecho nosotros, sino por su misericordia,<br />

nos salvó por el baño de la regeneración.<br />

Luego tampoco precedió mérito alguno a la<br />

generación de Cristo.<br />

Solución. Hay que decir: De lo ya expuesto<br />

(a.2.3 y 6) resulta claro que, en lo que a<br />

Cristo se refiere, ningún mérito suyo pudo<br />

preceder a la unión. No defendemos, como<br />

lo hizo Fotino 66 ", que Cristo fuera primeramente<br />

un simple hombre y que, luego,<br />

por los méritos de su vida virtuosa, lograse<br />

ser Hijo de Dios. Nosotros profesamos que<br />

aquel hombre, desde el primer instante de<br />

su concepción, fue verdadero Hijo de Dios,<br />

puesto que no tenía otra hipóstasis que la<br />

del Hijo de Dios, de acuerdo con lo que se<br />

lee en Le 1,35: Lo santo que nacerá de ti se<br />

llamará Hijo de Dios. Por eso, toda operación<br />

de tal hombre fue posterior a la unión. Por<br />

consiguiente, ninguna operación suya pudo<br />

merecer esta última.<br />

Pero tampoco las obras de cualquier otro<br />

hombre pudieron merecer en justicia la<br />

unión de la encarnación. Primero, porque<br />

las obras meritorias del hombre se ordenan<br />

propiamente a la bienaventuranza, que es la<br />

recompensa de la virtud, y consiste en el gozo<br />

pleno de Dios. Ahora bien, la unión de la<br />

encarnación, por realizarse en el ser personal,<br />

sobrepasa la unión del entendimiento<br />

bienaventurado con Dios, que se logra mediante<br />

un acto del que goza. Y así no puede<br />

caer bajo mérito de ninguna clase. En segundo<br />

lugar, porque la gracia no puede ser<br />

objeto de mérito, por ser ella precisamente<br />

el principio del mérito. Por lo que mucho<br />

menos será objeto de mérito la encarnación,<br />

que es el principio de la gracia, según Jn<br />

1,17: La gracia j la verdad han venido por<br />

Jesucristo. Finalmente, porque la encarnación<br />

de Cristo fue la que reparó toda la naturaleza<br />

humana. Por consiguiente, no es objeto<br />

de mérito por parte de ningún hombre<br />

particular, porque la bondad de un puro<br />

hombre no puede ser causa de la bondad<br />

de toda la naturaleza.<br />

No obstante, los Padres merecieron la<br />

encarnación con un mérito «de conveniencia»,<br />

deseándola y pidiéndola. Era conveniente,<br />

en efecto, que Dios escuchase a<br />

quienes le prestaban obediencia ".<br />

Respuesta a las objeciones: 1. A la<br />

primera hay que decir: Queda resuelta con lo<br />

manifestado en la solución.<br />

2. A. la segunda hay que decir. Es falso que<br />

sea objeto de mérito todo aquello sin lo cual<br />

no se puede obtener un premio. Pues hay<br />

cosas que no sólo se requieren para el<br />

premio, sino que también son preexigidas<br />

para el mérito, como lo son la bondad<br />

divina, la gracia y la misma naturaleza del<br />

hombre. Y de manera semejante, el misterio<br />

de la encarnación es principio de mérito,<br />

porque de la plenitud de Cristo hemos recibido<br />

todos, como se dice enjn 1,16.<br />

3. A la tercera hay que decir: Se afirma que<br />

la Santísima Virgen mereció llevar a nuestro<br />

Señor Jesucristo, no porque mereció que<br />

Dios se encarnase, sino porque, en virtud<br />

de la gracia que le fue concedida, mereció<br />

63. L.13 c.43: ML 75,1038. 64. Oficio de la Sma. Virgen según el rito de Frailes Predicadores,<br />

antífona del Benedictas (Breviarium S. O. P. p.197). 65. C.15: PL 44,983. 66. En VIGILIO<br />

TAPSENSE, Contra Árlanos, etc., Dial. 1.1: ML 62,182.<br />

n. Fotino, condenado en el Sínodo de Milán (a.345), representa el adopcionismo: pretensión del<br />

hombre que no admite la primacía absoluta del ágape o amor gratuito de Dios.<br />

ñ. El mérito «en justicia» («de condigno») por sí mismo logra y exige recompensa (I-II q.l 14 a.3).<br />

El mérito «de conveniencia» («de congruo») vale por amistad y buenas disposiciones de quien concede<br />

el favor (III q.l a.2 sol.2).

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