08.06.2013 Views

Tertia Pars - Suma Teológica

Tertia Pars - Suma Teológica

Tertia Pars - Suma Teológica

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

C.19 a.4 Sobre la unidad de operación en Cristo 215<br />

Ahora bien, siendo preciso atribuir a<br />

Cristo toda perfección y toda nobleza, es<br />

natural que él poseyese por mérito lo que<br />

tienen los demás por ese procedimiento, a<br />

no ser que se trate de algo cuya carencia<br />

daña la dignidad y la perfección de Cristo<br />

en mayor medida que las acrecienta la consecución<br />

de eso mismo por medio del mérito.<br />

Por eso no mereció ni la gracia, ni la<br />

ciencia, ni la bienaventuranza del alma, ni la<br />

divinidad; pues, siendo sólo objeto de mérito<br />

aquello que aún no se posee, sería<br />

necesario que Cristo hubiera carecido alguna<br />

vez de esas cosas; carencia que rebaja la<br />

dignidad de Cristo en mayor grado de lo<br />

que la aumente el mérito. Pero la gloria del<br />

cuerpo, u otras cosas de este género, es<br />

inferior a la dignidad del mérito, por pertenecer<br />

ésta a la virtud de la caridad. Y, por<br />

consiguiente, hay que concluir diciendo que<br />

Cristo mereció la gloria del cuerpo y las<br />

cosas atinentes a su excelencia exterior, como<br />

son: la ascensión, la veneración y otros<br />

bienes por el estilo. Y así resulta evidente<br />

que pudo merecer algo para sí.<br />

Respuesta a las objeciones: 1. A la<br />

primera hay que decir: El gozo, que es un acto<br />

de la caridad, pertenece a la gloria del alma,<br />

que Cristo no mereció. Y por eso, si mereció<br />

algo por su caridad, no se sigue que el<br />

mérito y el premio sean una misma cosa. Y,<br />

sin embargo, no mereció por la caridad<br />

propia del bienaventurado, sino por la caridad<br />

propia del viador, pues, como antes<br />

hemos dicho (q.15 a. 10), Cristo fue a la vez<br />

viador y bienaventurado. Y por eso, al no<br />

ser ahora viador, no se encuentra en estado<br />

de merecer.<br />

2. A la segunda hay que decir: A Cristo, en<br />

cuanto es Dios e Hijo de Dios por naturaleza,<br />

se le debe la gloria divina y el dominio<br />

sobre todas las cosas como a Señor principal<br />

y supremo. Sin embargo, le es debida la<br />

gloria como a hombre bienaventurado, gloria<br />

que debió tener, bajo algún aspecto, sin<br />

mérito y, bajo otro, con mérito, como es<br />

claro por lo ya dicho (en la sol.).<br />

3. Ala tercera hay que decir: La redundancia<br />

de la gloria del alma en el cuerpo se<br />

produce, por disposición divina, de acuerdo<br />

con los méritos de los hombres; es a saber,<br />

de modo que, así como el hombre merece<br />

por los actos del alma, que ejerce mediante<br />

el cuerpo, así también sea recompensado<br />

con la gloria del alma que se desborda sobre<br />

el cuerpo. Y, por eso, no sólo cae bajo el<br />

mérito la gloria del alma, sino también la<br />

del cuerpo, según las palabras de Rom 8,11:<br />

El dará vida a nuestros cuerpos mortales, por<br />

virtud de su Espíritu que habita en nosotros. Y,<br />

de este modo, la gloria del cuerpo pudo ser<br />

objeto del mérito de Cristo.<br />

4. A la cuarta hay que decir: La manifestación<br />

de la excelencia de Cristo forma<br />

parte de su propio bien, de acuerdo con<br />

la entidad que tiene en el conocimiento<br />

de los demás; aunque tal manifestación<br />

pertenezca más principalmente al bien de<br />

quienes le conocen, de acuerdo con la<br />

entidad propia de éstos. Pero esto mismo<br />

dice relación a Cristo por ser ellos miembros<br />

suyos.<br />

ARTICULO 4<br />

¿Pudo Cristo merecer para los demás?<br />

1-2 q.114 a.6; infra q.48 a.l; In Sent. 2 d.20 q.2 a.3 ad<br />

3; 3 d.18 a.6 q. a l; De verít. q.29 a.7; Competid, theol.<br />

c.231<br />

Objeciones por las que parece que Cristo<br />

no pudo merecer para los demás.<br />

1. En Ez 18,20 se dice: El alma que<br />

pecare, ésa morirá. Luego, por la misma razón,<br />

el alma que merezca, ésa será recompensada.<br />

Por consiguiente, no es posible que<br />

Cristo haya merecido para los demás.<br />

2. Aún más: De la plenitud de la gracia de<br />

Cristo reciben todos, como se dice en Jn 1,16.<br />

Ahora bien, los demás hombres, que poseen<br />

la gracia de Cristo, no pueden merecer<br />

para los demás, pues en Ez 14,20 se lee:<br />

Aunque estuvieran en una ciudad Noé, Daniel y<br />

Job, no salvarían un hijo ni una hija, sino que, por<br />

su propia justicia, salvarían ellos sus vidas. Luego<br />

tampoco Cristo pudo merecer algo para<br />

nosotros.<br />

3. Y también: el salario que uno merece,<br />

le es debido en justicia, y no por gracia, como es<br />

manifiesto por Rom 4,4. Por consiguiente,<br />

si Cristo mereció nuestra salvación, se sigue<br />

que ésta no proviene de la gracia de Dios,<br />

sino de la justicia, y que procede injustamente<br />

con los que no salva, porque el<br />

mérito de Cristo llega a todos.<br />

En cambio está lo que se dice en Rom<br />

5,18: Como por el delito de uno solo llega a todos<br />

la condenación, así también por la justicia de uno<br />

solo llega a todos la justificación de la vida. Ahora<br />

bien, el demérito de Adán redunda en condenación<br />

de los demás. Luego mucho más<br />

redundará en todos el mérito de Cristo.<br />

Solución. Hay que decir Como antes hemos<br />

dicho (q.8 a. 1-5), Cristo tuvo la gracia

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!