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Tertia Pars - Suma Teológica

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C.54 a.4 Sobre las cualidades de Cristo resucitado 469<br />

cuerpo cierta belleza, no del propio cuerpo sino de<br />

la virtud.<br />

Segundo, para confirmar los ánimos de<br />

los discípulos en lo tocante a la fe de su resurrección<br />

29 .<br />

Tercero, para mostrar siempre al Padre, al<br />

rogar por nosotros, la clase de muerte que sufrió por<br />

el hombre 30 .<br />

Cuarto, para dar a conocer a los redimidos con<br />

su muerte cuan misericordiosamente fueron socorridos,<br />

poniéndoles delante las señales de esa misma<br />

muerte 31 .<br />

Finalmente, para hacer saber en el mismo<br />

lugar cuan justamente son condenados en el juicio<br />

32 . De donde, como escribe Agustín, en<br />

el libro De Symbolo 33 , Cristo sabía la razón de<br />

conservar las cicatrices en su cuerpo. Así como las<br />

mostró a Tomás, que no estaba dispuesto a creer<br />

sin tocar y ver, asi también habrá de mostrar sus<br />

heridas a los enemigos, para que, convenciéndolos,<br />

la Verdad diga: He aquí el hombre a quien<br />

crucificasteis. Veis las heridas que le hicisteis.<br />

Reconocéis el costado que atravesasteis. Porque por<br />

vosotros, y por vuestra causa, fue abierto; pero no<br />

quisisteis entrar.<br />

Respuesta a las objeciones: 1. A la<br />

primera hay que decir. Las cicatrices que permanecieron<br />

en el cuerpo de Cristo no atañen<br />

a corrupción o defecto, sino a un mayor<br />

cúmulo de gloria, porque son unas<br />

señales de virtud. Y en los lugares de las<br />

heridas se dejará ver una especial hermosura.<br />

2. A la segunda hay que decir. La abertura<br />

de las heridas, aunque implique cierta discontinuidad,<br />

todo eso queda compensado<br />

con un mayor resplandor de la gloria, de<br />

modo que el cuerpo no es menos íntegro<br />

sino más perfecto. Tomás no sólo vio sino<br />

que también tocó las heridas, porque, como<br />

dice el papa León 34 , bastó para su propia fe ver<br />

lo que había visto; pero a nosotros nos benefició,<br />

tocando lo que veía.<br />

3. A la tercera hay que decir: Cristo quiso<br />

conservar en su cuerpo las cicatrices de las<br />

heridas no sólo para confirmar la fe de sus<br />

discípulos, sino también por otros motivos.<br />

Por ellos se deja ver que aquellas cicatrices<br />

quedarán siempre en su cuerpo. Porque,<br />

como escribe Agustín, en Ad Consentium, de<br />

resurrectione carnisz: Yo creo que el cuerpo del<br />

Señor está en el délo tal como era cuando subió al<br />

délo. Y Gregorio, en XIV Moral. 36 , dice que<br />

si alguna eos a pudo mudarse en el cuerpo de Cristo<br />

después de la resurrección, el Señor, después de la<br />

resurrecdón, volvió a la muerte, contra el dictamen<br />

verídico de Pablo. ¿Quién, o qué necio, se atreverá<br />

a decir esto, sino el que niegue la verdadera resurrecdón<br />

de la carne? De donde resulta evidente<br />

que las cicatrices que Cristo muestra en su<br />

cuerpo, después de la resurrección, nunca<br />

desaparecieron en adelante de su cuerpo.<br />

29. BEDA, In Lúe. 24,40: ML 92,630. 30. BEDA, In Lúe. 24,40,1.6: ML 92,630. 31. BEDA,<br />

In Lúe. 24,40,1.6: ML 92,630. 32. BEDA, In Lúe. 24,40,1.6: ML 92,630. 33. PSEUDO-AGUSTÍN,<br />

serm.l (alias 1.2) c.8: ML 40,647. 34. Entre las Obras de AGUSTÍN, Serm. Suppos., serm.162: ML<br />

39,2064. 35. Epist. 205 c.l: ML 33,912. 36. C.56: ML 75,1078.

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