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Tertia Pars - Suma Teológica

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434 Tratado del Verbo encarnado C.49 a.6<br />

raza humana, lo mismo cuanto a la culpa<br />

que cuanto al reato de la pena, al pagar<br />

Cristo el precio por nosotros, sino también<br />

de los pecados propios de los que participan<br />

de su pasión por la fe y la caridad y por<br />

los sacramentos de la fe. Y por este motivo,<br />

mediante la pasión de Cristo, nos fue abierta<br />

la puerta del reino celestial. Y esto es lo<br />

que dice el Apóstol en Heb 9,11-12: Cristo,<br />

constituido Pontífice de los bienes futuros, penetró<br />

una felpara siempre en el santuario con su propia<br />

sangre, consiguiendo una redención eterna. Esto se<br />

encuentra figurado en Núm 35,25ss, donde<br />

se dice que el homicida permanecerá allí, esto<br />

es, en la ciudad de refugio, hasta la muerte del<br />

sumo sacerdote, que fue ungido con el óleo santo;<br />

muerto aquél, podrá regresar a su casa.<br />

Respuesta a las objeciones: 1. A la<br />

primera hay que decir: Los santos padres, practicando<br />

la justicia, merecieron la entrada en<br />

el reino de los cielos por la fe en la pasión<br />

de Cristo, conforme a aquellas palabras de<br />

Heb 11,33: Los santos, por la fe, subyugaron<br />

reinos, practicaron la justicia; por ésta, cada uno<br />

se purificaba del pecado en lo que atañe a<br />

la pureza personal. Pero ni la fe ni la justicia<br />

de ninguno de ellos era suficiente para apartar<br />

el obstáculo que provenía del reato de<br />

toda la naturaleza humana. Tal obstáculo<br />

fue quitado por el precio de la sangre de<br />

Cristo. Y, por este motivo, nadie podía<br />

entrar en el reino de los cielos para alcanzar<br />

la bienaventuranza eterna, que consiste en<br />

el goce pleno de Dios.<br />

2. A. la segunda hay que decir: Elias fue<br />

arrebatado al cielo aéreo; no al cielo empíreo,<br />

que es el lugar de los bienaventurados.<br />

Y, del mismo modo, tampoco lo fue Enoc,<br />

sino que fue llevado al paraíso terrenal,<br />

donde, junto con Elias, se cree que vive<br />

hasta que se produzca la venida del Anticristo.<br />

3. A la tercera hay que decir. Como antes<br />

se ha expuesto (q.39 a.5), cuando Cristo fue<br />

bautizado, se abrieron los cielos, no para el<br />

mismo Cristo, que siempre los tuvo abiertos,<br />

sino para dar a entender que el cielo se<br />

abre para los bautizados por el bautismo de<br />

Cristo, que recibe la eficacia de su pasión.<br />

4. A la cuarta hay que decir: Cristo nos<br />

mereció con su pasión la entrada en el reino<br />

de los cielos, y apartó el obstáculo; pero con<br />

su ascensión vino a ponernos en posesión<br />

del reino celestial. Y por eso se dice que<br />

abrió el camino, subiendo delante de nosotros.<br />

2. Ep. 118c.3: ML 33,459.<br />

ARTICULO 6<br />

¿Con su pasión mereció Cristo ser<br />

exaltado?<br />

Supra q.19 a.3; q.46 a.l; infra q.54 a.2; q.59 a.3; In<br />

Sent. 3 d.18 a.4 q. a 3; De verít. q.26 a.6 ad 21; Compend.<br />

theol. c.240<br />

Objeciones por las que parece que Cristo<br />

no mereció ser exaltado con su pasión.<br />

1. Así como el conocimiento de la verdad<br />

es propio de Dios, así también lo es la<br />

excelencia, según aquellas palabras de Sal<br />

112,4: El Señor es excelso sobre todos los pueblos,<br />

y su gloría es más alta que los cielos. Pero Cristo,<br />

en cuanto hombre, conoció toda verdad, no<br />

por mérito alguno precedente, sino en virtud<br />

de la misma unión entre Dios y el<br />

hombre, conforme al pasaje de Jn 1,14:<br />

Vimos su gloria, como la del Unigénito del Padre,<br />

lleno de gracia y de verdad. Luego tampoco<br />

obtuvo la exaltación por el mérito de la<br />

pasión, sino únicamente por esa unión.<br />

2. Aún más: Cristo, desde el primer<br />

instante de su concepción, mereció para sí,<br />

como antes se ha expuesto (q.34 a.3). Pero<br />

su caridad no fue mayor a la hora de la<br />

pasión que antes. Por consiguiente, siendo<br />

la caridad el principio del mérito, parece<br />

que no mereció más su exaltación por medio<br />

de la pasión que antes.<br />

3. Y también: la gloria del cuerpo es<br />

resultado de la gloria del alma, como dice<br />

Agustín en la Epístola Ad Dioscorum 2 . Pero<br />

Cristo no mereció por su pasión la exaltación<br />

en cuanto a la gloria del alma, porque<br />

su alma fue bienaventurada desde el primer<br />

instante de su concepción. Luego tampoco<br />

mereció, por la pasión, la exaltación en<br />

cuanto a la gloria del cuerpo.<br />

En cambio está lo que se dice en Flp<br />

2,8-9: Se hizo obediente hasta la muerte,y muerte<br />

de cruz por lo cual Dios también le exaltó.<br />

Solución. Hay que decir: El mérito supone<br />

cierta igualdad de justicia; por ello dice el<br />

Apóstol en Rom 4,4: Al que trabaja, el salaría<br />

se le computa como deuda. Ahora bien, cuando<br />

alguno, por un injusto deseo, se atribuye<br />

más de lo que le es debido, resulta justo que<br />

se le prive de lo que le era debido; por<br />

ejemplo, como cuando se dice en Ex 22,1:<br />

Si alguno roba una oveja, devolverá cuatro. Y esto<br />

se llama merecer, en cuanto que, de ese<br />

modo, es castigada su perversa voluntad. Y,<br />

de la misma manera, cuando alguno, por su<br />

justa voluntad, se priva de algo que debía

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