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Tertia Pars - Suma Teológica

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806 Tratado de los Sacramentos C.89 a.2<br />

más bien efecto de la gracia. Luego de aquí<br />

se sigue no que la penitencia en cuanto<br />

virtud es la causa de todas las demás virtudes,<br />

sino que el hábito de la penitencia,<br />

juntamente con el hábito de las demás virtudes,<br />

es causado en el sacramento.<br />

2. A la segunda hay que dedr: En el sacramento<br />

de la penitencia los actos humanos<br />

constituyen la materia. Pero la virtud formal<br />

de este sacramento depende del poder de<br />

las llaves. Y, por eso, el poder de las llaves<br />

es la causa eficiente de la gracia y de las<br />

virtudes, aunque instrumentalmente. Pero<br />

el primer acto del penitente, la contrición,<br />

es como la última disposición para conseguir<br />

la gracia. Los siguientes actos de la<br />

penitencia proceden ya de la gracia y de las<br />

virtudes.<br />

3. A la teñera haj que decir: Como hemos<br />

visto ya (q.86 a.5), algunas veces, después<br />

del primer acto de la penitencia, que es la<br />

contrición, permanecen algunas reliquias de<br />

los pecados, es decir, disposiciones causadas<br />

por los primeros actos pecaminosos,<br />

que ocasionan al penitente algunas dificultades<br />

para realizar el acto virtuoso. Pero, en<br />

lo que depende de la inclinación de la caridad<br />

y de las virtudes, el penitente realiza las<br />

obras virtuosas deleitablemente y sin dificultad.<br />

De modo semejante ocurre que el<br />

hombre virtuoso puede experimentar accidentalmente<br />

dificultades en la ejecución del<br />

acto de virtud a causa del sueño o por otra<br />

indisposición corporal.<br />

ARTICULO 2<br />

¿Resurge el hombre después de la<br />

penitencia con el mismo grado de virtud?<br />

Seat. 3 d.31 q.l a.4<br />

Objeciones por las que parece que después<br />

de la penitencia resurge el hombre con<br />

el mismo grado de virtud.<br />

1. Dice el Apóstol en Rom 8,28: Para<br />

¿os que aman a Dios, todas las cosas cooperan al<br />

bien, y la Glosa agustiniana 4 añade que esto<br />

es tan cierto que si alguno de ellos se desvía y se<br />

sale del camino, Dios hará que esto redunde en su<br />

propio bien. Pero esto no sucedería si el<br />

hombre resurgiera con un grado menor de<br />

virtud.<br />

2. Aún más: dice San Ambrosio 5 que la<br />

penitencia es una cosa excelente que revoca perfec-<br />

tamente todos los defectos. Pero esto no sucedería<br />

si las virtudes no se recuperasen en el<br />

mismo grado que antes. Luego con la penitencia<br />

se recupera la virtud en el mismo<br />

grado.<br />

3. Y también: a propósito de las palabras<br />

de Gen 1,5: Y atardeció y amaneció el día<br />

primero, comenta la Glosa 6 : La luz vespertina<br />

es aquella en la que uno cae, la matutina es aquella<br />

en la que uno resurge. Ahora bien, la luz<br />

matutina es mayor que la vespertina. Luego<br />

uno resurge con mayor gracia o caridad que<br />

antes tenía. Lo cual parece estar de acuerdo<br />

con lo que el Apóstol dice en Rom 5,20:<br />

Donde abundó el delito sobreabundó la gracia.<br />

En cambio la caridad progresiva o perfecta<br />

es mayor que la caridad incipiente.<br />

Pero a veces sucede que uno cae de la<br />

caridad progresiva y resurge en una caridad<br />

incipiente. Luego siempre se levanta el<br />

hombre con un menor grado de virtud.<br />

Solución. Hay que decir. El movimiento<br />

del libre albedrío que se da en la justificación<br />

del pecador es, como se acaba de<br />

exponer (a.l), la última disposición para la<br />

gracia. Por lo que la infusión de la gracia es<br />

simultánea con el movimiento del libre albedrío,<br />

como se dijo en la Segunda Parte (1-2<br />

q.l 13 a.8), en cuyo movimiento está comprendido<br />

el acto de la penitencia, como se<br />

ha afirmado ya (q.86 a.6 ad 1). Ahora bien,<br />

es claro que las formas susceptibles de una<br />

mayor o menor intensidad aumentan y disminuyen<br />

según la diversa disposición del<br />

sujeto, como se dijo en la Segunda Parte (1-2<br />

q.52 a.l.2). Por lo que, según que el movimiento<br />

del libre albedrío en la penitencia<br />

sea más o menos intenso, el penitente recibirá<br />

más o menos gracia.<br />

Pero acontece que la intensidad del movimiento<br />

del penitente a veces es proporcionada<br />

a una mayor gracia que aquella de<br />

la que cayó por el pecado, otras es igual y<br />

otras menor. Y, por eso, el penitente algunas<br />

veces resurge con mayor gracia de la<br />

que antes tenía, otras con igual y otras con<br />

menor. Y lo mismo se diga de las virtudes<br />

que acompañan a la gracia.<br />

Respuesta a las objeciones: 1. A la<br />

primera hay que decir: No para todos los que<br />

aman a Dios coopera al bien el hecho de<br />

caer del amor de Dios por el pecado —lo<br />

cual es claro en el caso de los que caen y<br />

4. De corrept. etgrat. c.9: ML 44,933; Glosa de P. LOMBARDO: ML 191,1448. 5. Ps. AGUSTÍN,<br />

Hypognost. 1.3 c.9: ML 45,1631. 6. Cf. S. AGUSTÍN, De Gen. ad litt. 1.1 c.17: ML 34,259.

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