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Tertia Pars - Suma Teológica

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116 Tratado del Verbo encarnado C.7 a.5<br />

esencia de la esperanza el que uno espere<br />

lo que todavía no tiene. Y del mismo modo<br />

que la fe, en cuanto virtud teologal, no<br />

recae sobre cualquier cosa no vista, sino<br />

sobre sólo Dios, de manera semejante también<br />

la esperanza, en cuanto virtud teologal,<br />

tiene por objeto la misma fruición de Dios,<br />

esperada principalmente por el hombre a<br />

través de la virtud de la esperanza. No<br />

obstante, a modo de consecuencia, el que<br />

tiene la virtud de la esperanza puede esperar<br />

el auxilio divino también en otras cosas,<br />

como acontece con el que tiene la virtud de<br />

la fe, pues no cree a Dios sólo en lo<br />

referente a las cosas divinas, sino también<br />

respecto de cualquier otra materia que le<br />

haya sido revelada por inspiración de Dios.<br />

Cristo, desde el primer momento de su<br />

concepción, tuvo la fruición plena de la<br />

divinidad, como luego se dirá (q.34 a.4), y<br />

por lo mismo no poseyó la virtud de la<br />

esperanza. Tuvo, en cambio, la esperanza<br />

respecto de algunas cosas que todavía no<br />

había alcanzado, aunque no tuvo fe respecto<br />

de nada. Porque, a pesar de conocerlo<br />

todo plenamente, con lo que la fe quedaba<br />

totalmente excluida en él, no poseía todavía<br />

de forma plena todo lo que pertenecía a su<br />

perfección, por ejemplo la inmortalidad y la<br />

gloria del cuerpo, que podía esperar &.<br />

Respuesta a las objeciones: 1. A. la<br />

primera hay que decir: Esas palabras no se<br />

aplican a Cristo con relación a la esperanza<br />

en cuanto virtud teologal, sino respecto de<br />

otras cosas que todavía no poseía, como se<br />

ha dicho (en la exposición).<br />

2. A. la segunda hay que decir: La gloria del<br />

cuerpo no pertenece a la bienaventuranza<br />

como algo principal, sino a modo de redundancia<br />

de la gloria del alma, como se expuso<br />

en la Segunda Parte (1-2 q.4 a.6). Por tanto,<br />

la esperanza en cuanto virtud teologal no se<br />

refiere a la bienaventuranza del cuerpo, sino<br />

a la del alma, que consiste en el gozo divino.<br />

3. A. la tercera hay que decir: La edificación<br />

de la Iglesia por la conversión de los fieles<br />

no pertenece a la perfección esencial de<br />

Cristo; le afecta, en cambio, en cuanto que<br />

mueve a otros a participar en su propia<br />

9. C.3 n.l (BK 1139B16); S. TH., lect.3.<br />

sobre Is 4,1: ML 24,74.<br />

perfección. Y puesto que, en sentido estricto,<br />

se llama esperanza a la que se refiere a<br />

lo que uno mismo espera tener, no puede<br />

decirse, hablando con propiedad, que la<br />

esperanza le convenga a Cristo por la razón<br />

alegada.<br />

ARTICULO 5<br />

¿Poseyó Cristo los dones?<br />

Inls. \\;lnlo.\ lect.8<br />

Objeciones por las que parece que Cristo<br />

no tuvo los dones.<br />

1. Es opinión común que los dones se<br />

dan para ayuda de las virtudes. Pero lo que<br />

es perfecto en sí mismo no necesita de<br />

ayuda exterior. Como en Cristo las virtudes<br />

fueron perfectas, parece que en él no existieron<br />

los dones.<br />

2. Aún más: no parece pertenecer a una<br />

misma persona dar los dones y recibirlos,<br />

porque darlos es propio de quien los tiene,<br />

y recibirlos es propio de quien no los posee.<br />

Pero a Cristo le compete dar los dones, de<br />

acuerdo con Sal 67,19: Distribuyó dones a los<br />

hombres. Luego a Cristo no le corresponde<br />

recibir los dones del Espíritu Santo.<br />

3. Y también: parece que cuatro de los<br />

dones pertenecen a la contemplación del<br />

estado de vía, a saber: los de sabiduría,<br />

ciencia, entendimiento y consejo, que corresponde<br />

a la prudencia; por eso el Filósofo,<br />

en el VI Ethic. 9 , los cuenta entre las<br />

virtudes intelectuales. Pero Cristo poseyó la<br />

contemplación del cielo. Luego no tuvo<br />

estos dones.<br />

En cambio está lo que se lee en Is 4,1:<br />

Siete mujeres echarán mano de un solo hombre. La<br />

Glosa w comenta: Esto es, los siete dones del<br />

Espíritu Santo se apoderarán de Cristo.<br />

Solución. Hay que decir: Como se expuso<br />

en la Segunda Parte (1-2 q.68 a.l), los dones,<br />

hablando con propiedad, son unas perfecciones<br />

de las potencias del alma con las que<br />

se hacen aptas para ser movidas por el<br />

Espíritu Santo. Pero es evidente que el alma<br />

de Cristo era movida por el Espíritu Santo<br />

10. Glossa ordin. (TV,13 A). JERÓNIMO, In Isaiam 1.2<br />

g. Admitiendo la visión beatífica, hay que negar la esperanza. Pero se abre un camino, pues la<br />

esperanza tiene como objetivo «las cosas que no se poseen»; y Jesucristo aún no poseía la inmortalidad<br />

y la gloria de su cuerpo (III q.7 a.9 sol.l). Ver también la Cuest. Disp. De spe a.4, sol.16, y Comment.<br />

adHebr. c.2 lect.3 n.l33.

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