08.06.2013 Views

Tertia Pars - Suma Teológica

Tertia Pars - Suma Teológica

Tertia Pars - Suma Teológica

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

C.19 a.l Sobre la unidad de operación en Cristo 211<br />

operación propiamente dicha es la que pertenece<br />

al principio supremo. Por ejemplo,<br />

si nos fijamos en el hombre, el andar, que<br />

es propio de los pies, y el palpar, que es<br />

propio de las manos, son efectos de la<br />

operación del alma, que en un caso actúa<br />

por medio de los pies y en el otro por<br />

medio de las manos. Y, por ser una misma<br />

el alma que obra en ambos casos, la operación<br />

es una e indistinta de parte del agente,<br />

que es primer principio impulsor; en cambio<br />

existe diferencia si se atiende a los<br />

efectos producidos. Así como en el hombre<br />

sano el cuerpo es movido por el alma, y el<br />

apetito sensitivo por el racional, así en el<br />

Señor Jesucristo la naturaleza humana era<br />

movida y dirigida por la divina. Y por eso<br />

[los herejes] defendían que, por parte de la<br />

divinidad operante, la operación es única e<br />

indistinta, siendo, sin embargo, diversas las<br />

obras, es a saber, en cuanto que la divinidad<br />

de Cristo realizaba directamente algunas cosas,<br />

como sustentar todas las cosas con su palabra<br />

poderosa (Heb 1,3), mientras que otras las<br />

hacía por medio de su naturaleza humana,<br />

por ejemplo caminar corporalmente. Por lo<br />

que el Concilio VI 5 recoge las palabras del<br />

hereje Severo, que decía 6 : Las obras hechas y<br />

operadas por un único Cristo se diferencian en gran<br />

manera. Unas son predicables de Dios, otras son<br />

humanas. Por ejemplo, caminar corporalmente sobre<br />

la tierra es algo ciertamente humano; pero<br />

devolver el paso a unas piernas atacadas por la<br />

enfermedad, y hacer que caminen los totalmente<br />

impedidos es algo que conviene a Dios. Pero un<br />

único ser, el Verbo encarnado, realizaba ambas<br />

cosas, sin que esto sea propio de una naturaleza, y<br />

esto pertenezca a la otra. Y tampoco concluiremos<br />

que, por haber en Cristo distintas obras, hay en él<br />

diversas naturalezas o formas operantes.<br />

Pero en esto se engañaban, porque la<br />

acción de todo ser movido por otro es<br />

doble: una, la que procede de su propia<br />

forma; otra, la que recibe del que lo mueve.<br />

Así, la operación propia del hacha es la de<br />

cortar; en cambio, la que le compete en<br />

cuanto movida por el artesano es la de<br />

hacer un banco. Por consiguiente, la operación<br />

de un ser de acuerdo con su forma es<br />

propia del mismo, y sólo pertenece al agente<br />

motor en cuanto se sirve de un instrumento<br />

de esta clase para realizar su propia<br />

operación. Así, el calentar es una operación<br />

propia del fuego, y sólo pertenece al herrero<br />

en cuanto que éste se sirve del fuego para<br />

calentar el hierro. Pero la operación que<br />

solamente pertenece al instrumento en<br />

cuanto movido por otro no es una operación<br />

distinta de la operación del agente que<br />

lo mueve; de este modo, el hacer un banco<br />

no es una obra del hacha, distinta de la obra<br />

del artesano. Y por tanto, siempre que el<br />

motor y el móvil tienen formas o fuerzas<br />

operativas distintas, es necesario que la operación<br />

propia del motor sea distinta de la<br />

operación propia del móvil, por más que el<br />

móvil participe de la operación del motor,<br />

y así ambos actúen intercomunicados.<br />

Así pues, en Cristo, la naturaleza humana<br />

tiene una forma y una virtud operativa propias,<br />

y lo mismo sucede con la naturaleza<br />

divina. De ahí que, también, la naturaleza<br />

humana tenga una operación propia distinta<br />

de la operación divina, y viceversa. Y, sin<br />

embargo, la naturaleza divina se sirve de la<br />

operación de la naturaleza humana como de<br />

la operación de un instrumento suyo; y, del<br />

mismo modo, la naturaleza humana participa<br />

de la operación de la naturaleza divina,<br />

lo mismo que el instrumento participa de la<br />

operación del agente principal. Y esto es lo<br />

que dice el papa León en su carta A.d<br />

Flavianum 1 : Una y otra forma, esto es, tanto<br />

la naturaleza divina como la naturaleza humana<br />

de Cristo, realiza lo que le es propio, con<br />

la participación de la otra, a saber: el Verbo hace<br />

lo que es del Verbo, y la carne ejecuta lo que es de<br />

la carne.<br />

En caso de que en Cristo la operación de<br />

la divinidad y la de la humanidad fuese una<br />

sola, habría que decir o que la naturaleza<br />

humana no tiene la forma y la potencia<br />

propias (cosa que es imposible afirmar de<br />

su naturaleza divina), de lo que se seguiría<br />

que en Cristo solamente existe la operación<br />

divina; o que en Cristo sólo hay una potencia<br />

compuesta de la divina y de la humana.<br />

Ambos supuestos son inadmisibles, pues,<br />

en el primer caso, resultaría que la naturaleza<br />

humana de Cristo era imperfecta; y, en<br />

el segundo, pondríamos en él una confusión<br />

de naturalezas.<br />

Y por eso el Concilio VI condena con<br />

razón este parecer, declarando 8 : Celebramos<br />

en el mismo Señor Jesucristo, verdadero Dios nuestro,<br />

dos operaciones naturales indivisas, inconverti-<br />

5. Aa.W: MANSI 11,443. 6. Ep.l Ad Sergium (Ms. British Museum Addit. 17154, fol.Svb).<br />

7. Ep.28 c.4: ML 54,767. 8. Act.18: MANSI 11,638; Dz 292.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!