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Tertia Pars - Suma Teológica

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378 Tratado del Verbo encarnado C.44 a.l<br />

geles, conforme a lo que se dice en Col<br />

1,20: Pacificando por la sangre de su cruz lo que<br />

hay en los cielos y en la tierra. Y por este motivo<br />

no convenía demostrar a los hombres otros<br />

milagros acerca de los ángeles, excepto las<br />

apariciones de éstos a los hombres, lo que<br />

aconteció en su nacimiento, en su resurrección<br />

y en su ascensión (cf. Le 2,9; Mt 28;<br />

Me 16; Le 24; Jn 20,12).<br />

2. A. la segunda hay que decir. Como escribe<br />

Agustín, en IX De Civ. Dei 2 , Cristo se dio<br />

a conocer a los demonios tanto cuanto quiso;y quiso<br />

tanto cuanto convino. Pero se les dio a conocer no<br />

como a los ángeles santos, en cuanto es vida eterna,<br />

sino a través de ciertos efectos temporales de su<br />

poder. Y, en primer lugar, viendo que Cristo<br />

tenía hambre después del ayuno, juzgaron<br />

que no era el Hijo de Dios. Por lo que, a<br />

propósito de Le 4,3 —si eres el Hijo de Dios,<br />

etc.—, comenta Ambrosio 3 : ¿Qué significa el<br />

exordio de tal conversación sino que, habiendo<br />

conocido que el Hijo de Dios había de venir, no se<br />

le ocurrió que hubiera venido mediante la flaquera<br />

del cuerpo? Pero luego, al ver los milagros,<br />

por cierta sospecha, conjeturó que era el<br />

Hijo de Dios. Por eso, comentando las<br />

palabras de Me 1,24 —sé que eres el Santo de<br />

Dios—, dice el Crisóstomo 4 que no tenia<br />

noticia cierta o segura de la venida de Dios. Sin<br />

embargo sabía que era el Mesías prometido en<br />

la Ley. Por lo cual se dice en Le 4,41: Porque<br />

sabían que El era el Mesías. El que confesasen<br />

que El era el Hijo de Dios, obedecía más a<br />

una sospecha que a una certeza. Por esto<br />

escribe Beda In Lúe. 5 : Los demonios confiesan<br />

al Hijo de Dios y, como luego se dice, «sabían que<br />

era el Mesías». Porque, al verlo el diablo fatigado<br />

por el ayuno, entendió que era hombre verdadero;<br />

pero, al no triunfar sobre El cuando le tentó,<br />

dudaba si sería el Hijo de Dios. Ahora, mediante<br />

el poder de los milagros, o entendió o, mejor,<br />

sospechó que era el Hijo de Dios. Por consiguiente,<br />

si persuadió a los judíos que le crucificasen, no fue<br />

porque dejó de pensar que el Mesías era el Hijo de<br />

Dios, sino porque no previo que, con su muerte,<br />

sería él condenado. Y de este «misterio escondido<br />

desde antes de los siglos» dice el Apóstol (1 Cor<br />

2,8) que «ninguno de los príncipes de este mundo<br />

le conoció, pues, si le hubieran conocido, nunca<br />

hubiesen crucificado al Señor de la gloría».<br />

3. A la tercera hay que decir: Cristo no hizo<br />

los milagros de expulsar a los demonios por<br />

el provecho de éstos, sino a causa de la<br />

utilidad de los hombres, para que éstos<br />

glorificaran a Dios. Y por esto les prohibió<br />

hablar de lo que redundaba en alabanza de<br />

El *. Primero, para ejemplo, porque, como<br />

dice Atanasio 6 , no les dejaba hablar, aunque<br />

dijesen verdad, para acostumbrarnos a nosotros a<br />

no cuidarnos de ellos, aun cuando parezcan decir<br />

verdad. Es ilícito que, teniendo las divinas Escrituras,<br />

nos dejemos instruir por el diablo. Y esto<br />

es peligroso porque, con frecuencia, los<br />

demonios mezclan mentiras con verdad.<br />

Segundo, porque, como dice el Crisóstomo<br />

7 , no convenía que robasen la gloria del ministerio<br />

apostólico. Ni era decente que el misterio de<br />

Cristo fuera dado a conocer por una lengua apestosa,<br />

porque la alabanz no está bien en labios<br />

del pecador (Eclo 15,9). Tercero, porque, como<br />

dice Beda 8 , no quería encender con esto la<br />

envidia de los judíos. Por lo que también los<br />

mismos Apóstoles reciben la orden de callar acerca<br />

de El, no fuera que, predicando la majestad divina,<br />

se desacreditase el destino de la pasión 9 .<br />

4. A la cuarta hay que decir: Cristo había<br />

venido especialmente a enseñar y hacer milagros<br />

para utilidad de los hombres, principalmente<br />

en lo que se refiere a la salud del<br />

alma. Y por esta razón permitió que los<br />

demonios expulsados causasen algún daño<br />

a los hombres, ya en el cuerpo, ya en los<br />

bienes, por el provecho del alma humana,<br />

a saber, para instrucción de los hombres.<br />

Por esto dice el Crisóstomo, In Matth. 10 ,<br />

que Cristo permitió a los demonios entrar en los<br />

puercos, no como persuadido por los demonios,<br />

sino: Primero, para instruirnos sobre la magnitud<br />

del daño que infieren a los hombres cuando los<br />

tientan; segundo, para que todos aprendan que ni<br />

contra los puercos se atreven a hacer cosa alguna si<br />

El no se lo permite; tercero, para mostrar que<br />

2. C.21: ML 41,273. 3. In Lúe. 4,3, 1.4: ML 15,1701. 4. Cf. TOMÁS, Cat. Aur. sup. Me.<br />

1,24, § 9. VÍCTOR DE ANTIOQUÍA (?), Cat. in Man. 1,23 (CM I, 275.23). 5. L.2 super 4,41: ML<br />

92,381. 6. Fragm. in Lúe. 4,33: MG 27,1397. Literalmente en TOMÁS, Cat. Aur. sup. Le. 4,34, § 7.<br />

7. Cf. CIRILO DE ALEJANDRÍA, In Lúe. 4,41: MG 72,552. Literalmente en TOMÁS, Cat. Aur. sup. Le.<br />

4,41, §9. 8. Cf. TOMÁS, Cat. Aur. sup. Le. 4,41, §9, bajo el nombre de TEOFILACTO. Véase<br />

TEOFILACTO, In Lúe. 4,41: MG 123,756. 9. BEDA, In Lúe. 4,41, 1.2: ML 92,381. Literalmente en<br />

TOMÁS, Cat. Aur. sup. Le. 4,41, § 9. 10. Homil. 28: MG 57,354.<br />

b. Cuando hace milagros o expulsa demonios, Cristo no busca su prestigio, sino «la utilidad de<br />

los hombres» (también a.3 sol.4).

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