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Tertia Pars - Suma Teológica

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170 Tratado del Verbo encarnado C.14 a.4<br />

ARTICULO 4<br />

¿Debió asumir Cristo todos los defectos<br />

corporales de los hombres?<br />

ln Sení. 3 d.15 q.l a.2; d.22 q.2 a.l q. a l; Compend.<br />

theol. c.226 y 231<br />

Objeciones por las que parece que Cristo<br />

debió asumir todos los defectos corporales<br />

de los hombres.<br />

1. Dice el Damasceno 8 : Lo que no es<br />

asimilable es incurable. Pero Cristo vino a<br />

curar todas nuestras lacras. Luego debió<br />

asumir todos nuestros defectos.<br />

2. Aún más: hemos dicho (a.l ad 1)<br />

que, para que Cristo satisficiera por nosotros,<br />

debió tener en el alma hábitos que la<br />

perfeccionasen y en el cuerpo defectos. Pero<br />

su alma asumió la plenitud de toda gracia.<br />

Luego en su cuerpo debió asumir todos<br />

los defectos.<br />

3. Y también: el supremo de todos los<br />

defectos corporales es la muerte. Pero Cristo<br />

asumió la muerte. Luego, con mayor<br />

razón, debió asumir los demás defectos.<br />

En cambio está que las cosas contrarias<br />

no pueden realizarse simultáneamente en el<br />

mismo sujeto. Pero hay ciertos defectos que<br />

son contrarios entre sí porque proceden de<br />

principios contrarios. Luego no fue posible<br />

que Cristo asumiese todas las flaquezas humanas.<br />

Solución. Hay que decir: Como hemos<br />

expuesto (a.l), Cristo asumió los defectos<br />

humanos para satisfacer por el pecado de la<br />

naturaleza humana, para lo que era necesario<br />

que su alma poseyese la perfección de<br />

la ciencia y de la gracia. Por consiguiente,<br />

Cristo debió asumir aquellos defectos derivados<br />

del pecado común a toda la naturaleza<br />

humana, a condición, sin embargo, de<br />

que no fuesen incompatibles con la perfección<br />

de la ciencia y de la gracia.<br />

Así pues, no fue conveniente que asumiese<br />

todos los defectos o flaquezas humanos,<br />

pues hay algunos que son incompatibles<br />

con la perfección de la ciencia y de la gracia,<br />

como son: la ignorancia, la inclinación al<br />

mal y la dificultad para el bien.<br />

Y existen defectos que no son comunes<br />

a toda la naturaleza humana en virtud del<br />

pecado del primer hombre, sino que, en<br />

determinados hombres, provienen de cau-<br />

8. De Fide Orth. 1.3 c.6: MG 94,1005; c.18: MG 94,1071.<br />

94,1081; cf. 1.1 c.ll: MG 94,844.<br />

sas particulares, como acontece con la lepra,<br />

la epilepsia y otros por el estilo. Estos<br />

defectos, unas veces, provienen de una culpa<br />

personal, por ejemplo de desórdenes en<br />

la comida; otras, emanan de una constitución<br />

débil. Ninguna de estas dos cosas es<br />

aplicable a Cristo, puesto que su cuerpo fue<br />

concebido por obra del Espíritu Santo, que<br />

goza de sabiduría y virtud infinitas, siendo<br />

incapaz de equivocarse y de fallar. Y, por<br />

otro lado, Cristo no hizo nada desordenado<br />

en su comportamiento.<br />

Existen, en tercer lugar, defectos que son<br />

comunes a todos los hombres a causa del<br />

pecado original, como son: la muerte, el<br />

hambre, la sed y otros parecidos. Y todos<br />

éstos fueron asumidos por Cristo. El Damasceno<br />

9 los llama pasiones naturales y no<br />

deformantes; naturales, porque acompañan<br />

ordinariamente a toda la naturaleza humana;<br />

no deformantes, porque no implican<br />

defecto de ciencia ni de gracia.<br />

Respuesta a las objeciones: 1. A la<br />

primera hay que decir: Todos los defectos<br />

particulares de los hombres proceden de la<br />

corruptibilidad y pasibilidad del cuerpo, a<br />

las que se suman algunas causas particulares.<br />

Y por eso, Cristo, por haber curado la<br />

pasibilidad y la corruptibilidad de nuestro<br />

cuerpo al asumirlo, curó, consiguientemente,<br />

todos los otros defectos.<br />

2. A. la segunda hay que decir: La plenitud<br />

de toda gracia y de toda ciencia le era<br />

absolutamente debida al alma de Cristo por<br />

el hecho de haber sido asumida por el<br />

Verbo de Dios. Y por tanto, Cristo asumió,<br />

de forma absoluta, toda la plenitud de sabiduría<br />

y de gracia. En cambio asumió nuestros<br />

defectos a manera de administrador,<br />

para satisfacer por nuestro pecado, no porque<br />

le correspondiesen por su propia naturaleza.<br />

Y, por tanto, no fue necesario que<br />

los asumiese todos, sino sólo aquellos que<br />

bastaban para satisfacer por el pecado de<br />

toda la raza humana.<br />

3. A. la tercera hay que decir. La muerte<br />

pasó a todos los hombres como efecto del<br />

pecado del primer padre. Pero no aconteció<br />

eso con los otros defectos, aunque sean<br />

menores que la muerte. De ahí que la razón<br />

no sea semejante.<br />

9. De Fide Orth. 1.3 c.20: MG

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