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Tertia Pars - Suma Teológica

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446 Tratado del Verbo encarnado C.51 a.4<br />

cuerpo debió convertirse en ceniza, para<br />

librarnos de la conversión en ceniza.<br />

2. Aún más: el cuerpo de Cristo fue de<br />

la misma naturaleza que los nuestros. Pero<br />

nuestros cuerpos, en cuanto mueren, comienzan<br />

a descomponerse, y quedan preparados<br />

para la putrefacción, porque, exhalado<br />

el calor natural, sobreviene un calor<br />

extraño, que causa la putrefacción. Luego<br />

da la impresión de que en el cuerpo de<br />

Cristo hubiera acontecido lo mismo.<br />

3. Y también: como acabamos de decir<br />

(a.l), Cristo quiso ser sepultado para dar a<br />

los hombres la esperanza de que también<br />

ellos resucitarían de los sepulcros. Luego<br />

también debió sufrir la conversión en ceniza<br />

para dar la esperanza de resucitar a los<br />

que se habían convertido en ceniza después<br />

de la conversión en polvo.<br />

En cambio está que en Sal 15,10 se dice:<br />

No permitirás que tu Santo experimente la corrupción,<br />

lo que el Damasceno expone, en el III<br />

libro 19 , como referido-a la corrupción que<br />

consiste en la disolución en los elementos.<br />

Solución. Hay que decir. No fue conveniente<br />

que el cuerpo de Cristo se pudriese<br />

o se convirtiese en polvo de cualquier otro<br />

modo. Porque la putrefacción de cualquier<br />

cuerpo proviene de la flaqueza de la naturaleza<br />

de tal cuerpo, que es incapaz de<br />

mantener unido ese cuerpo por más tiempo.<br />

Pero, como se ha dicho arriba (q.50 a.l<br />

ad 2), la muerte de Cristo no debió producirse<br />

por la flaqueza de su naturaleza, a fin<br />

de que nadie creyese que no era voluntaria.<br />

Y, por tal motivo, no quiso morir de enfermedad<br />

sino por pasión inferida, a la que<br />

espontáneamente se ofreció. Y, por esta<br />

causa, para que no se atribuyese su muerte<br />

a la flaqueza de la naturaleza, Cristo no<br />

quiso que su cuerpo se corrompiese en<br />

modo alguno o que se descompusiese de<br />

cualquier manera; sino que, con miras a<br />

manifestar su poder divino, quiso que su<br />

cuerpo se mantuviese incorrupto. De donde<br />

comenta el Crisóstomo 20 que, mientras los<br />

demás hombres viven y realizan grandes hazañas,<br />

las aplauden; pero cuando ellos mueren, perecen<br />

también sus proejas. Pero en Cristo sucede todo lo<br />

contrario, pues antes de su crucifixión todo era triste<br />

y débil; pero, una vez que fue crucificado, todo se<br />

hizo más claro, a fin de que te des cuenta de que<br />

el crucificado no era un puro hombre.<br />

Respuesta a las objeciones: 1. A la<br />

primera hay que decir: Cristo, por no estar<br />

sujeto al pecado, tampoco lo estaba a la<br />

muerte ni a la conversión en polvo. No<br />

obstante, quiso sufrir voluntariamente la<br />

muerte por nuestra salvación, por las razones<br />

antes alegadas (q.50 a.l). Si su cuerpo<br />

se hubiera corrompido o deshecho, eso<br />

cedería más bien en perjuicio de la salvación<br />

de los hombres, al pensar que en él no<br />

existía el poder divino. Por eso se dice<br />

sobre su persona en Sal 29,10: ¿Quéprovecho<br />

hay en mi sangre, en tanto que yo bajo a la<br />

corrupción? Como si dijera: Si mi cuerpo se<br />

descompone, se perderá el provecho de la sangre<br />

derramada 21 .<br />

2. A. la segunda hay que decir: El cuerpo<br />

de Cristo, en lo que se refiere a la condición<br />

de la naturaleza pasible, era corruptible;<br />

pero no lo era en cuanto al mérito de la<br />

putrefacción, que es el pecado. Pero el<br />

poder divino preservó el cuerpo de Cristo<br />

de la putrefacción, lo mismo que le resucitó<br />

de la muerte.<br />

3. A la tercera hay que decir: Cristo resucitó<br />

del sepulcro por la virtud divina, que no<br />

reconoce límites. Y, por eso, el hecho de<br />

haber resucitado del sepulcro fue argumento<br />

suficiente de que los hombres habían de<br />

resucitar, por el poder divino, no sólo de<br />

los sepulcros, sino también de cualquier<br />

muerte.<br />

ARTICULO 4<br />

¿Estuvo Cristo en el sepulcro solamente<br />

un día y dos noches?<br />

In Sent. 3 d.21 q.2 a.2 ad 5 y ad 6; In Mi. 12; In 1<br />

Cor. 15 lect.l; Competid, theol. c.236<br />

Objeciones por las que parece que Cristo<br />

no estuvo en el sepulcro solamente un<br />

día y dos noches.<br />

1. El mismo dice, en Mt 12,40: Como<br />

estuvo Joñas en el vientre del cetáceo tres días y tres<br />

noches, así estará el Hijo del hombre tres días y<br />

tres noches en el seno de la tierra. Pero estuvo<br />

en el seno de la tierra mientras estuvo en el<br />

sepulcro. Luego no estuvo solamente un día<br />

y dos noches.<br />

2. Aún más: Gregorio, en una Homilía<br />

de Pascua 22 , dice que así como Sansón arrancó<br />

a media noche las puertas de Gaza, así también<br />

19. De Fide Orth., c.28: MG 94,1100. 20. Contra ludaeos et Gentiles, quod Christus sit Deus: MG<br />

48,824. 21. Glossa ordin. (111,125 B); Glossa LOMBARDI: ML 191,297. AGUSTÍN, Enarr. in Psalm.<br />

29,10 enarr.l: ML 36,215. 22. In Evang., 1.2 homil.21: ML 76,1173.

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