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Tertia Pars - Suma Teológica

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406 Tratado del Verbo encarnado C.46 a.7<br />

dolor no obedece a la razón, sino que es<br />

una consecuencia de la naturaleza del cuerpo.<br />

Sin embargo, lo mitiga indirectamente,<br />

por la redundancia de las facultades superiores<br />

sobre las inferiores. Esto no sucedió<br />

en Cristo, como queda dicho (en la sol.;<br />

q.14 a.l ad 2; q.45 a.2).<br />

3. A la tercera hay que decir: El dolor del<br />

alma separada que padece, pertenece al estado<br />

de la condenación futura, el cual supera<br />

a todo mal de esta vida, lo mismo que la<br />

gloria de los santos excede todo bien de la<br />

vida presente. Por lo que, cuando dijimos<br />

que el dolor de Cristo es el máximo, no lo<br />

comparamos con el dolor del alma separada.<br />

Y el cuerpo de Adán no podía padecer,<br />

a no ser que pecase y, de ese modo, se<br />

hiciese mortal y pasible. Y, cuando sufriese,<br />

padecería un dolor menor que el del cuerpo<br />

de Cristo, por las razones antedichas (en la<br />

sol.). De aquí resulta también que si, por un<br />

imposible, se supone que Adán hubiera<br />

padecido en el estado de inocencia, su dolor<br />

hubiese sido menor que el dolor de Cristo.<br />

4. A. la cuarta hay que decir. Cristo se dolió<br />

no sólo por la pérdida de su propia vida<br />

corporal, sino también por los pecados de<br />

todos los demás. Tal dolor de Cristo excedió<br />

todo el dolor de cualquier contrito. Sea<br />

porque procedía de una sabiduría y caridad<br />

mayores, en virtud de las cuales aumenta el<br />

dolor de contrición. Sea porque se dolió a<br />

la vez de los pecados de todos, según aquellas<br />

palabras de Is 53,4: Verdaderamente él<br />

soportó nuestros dolores.<br />

Además, la vida corporal de Cristo tuvo<br />

tal dignidad, y especialmente a causa de la<br />

divinidad a la que estaba unida, que de su<br />

pérdida por una sola hora sería preciso<br />

dolerse más que por la pérdida de cualquier<br />

hombre en cualquier tiempo, por grande<br />

que fuera. Por eso dice el Filósofo, en III<br />

Ethic. 33 , que el virtuoso ama tanto más su<br />

vida cuanto sabe que es mejor; y, sin embargo,<br />

la expone por el bien de la virtud. Y,<br />

del mismo modo, Cristo expuso su vida,<br />

sumamente amada, por el bien de la caridad,<br />

conforme al pasaje de Jer 12,7: Entregué<br />

mi alma querida en manos de sus enemigos.<br />

33. C.9 n.4 (BK 1117blO), S. TH, lect.18.<br />

35. C.7: ML 42,1005.<br />

5. A. la quinta hay que decir: La inocencia<br />

del paciente aminora el dolor del sufrimiento<br />

en cuanto al número, puesto que, mientras<br />

el malo que sufre se duele no sólo por<br />

la pena, sino también por la culpa, el inocente<br />

se duele solamente por la pena. Sin<br />

embargo, tal dolor se aumenta en él por<br />

causa de la inocencia, en cuanto que capta<br />

el daño inferido como más injusto. De<br />

donde también los otros son más reprensibles<br />

si no le compadecen, según aquellas<br />

palabras de Is 57,1: Perece el justo, y no hay<br />

quien reflexione sobre ello en su corazón.<br />

6. A la sexta hay que decir: Cristo quiso<br />

liberar al género humano de sus pecados no<br />

sólo con el poder, sino además con la<br />

justicia. Y por eso no tiene en cuenta sólo<br />

el poder que lograba su dolor por razón de<br />

la divinidad a que estaba unido, sino también<br />

atiende a que su dolor sea suficiente,<br />

según su naturaleza humana, para una satisfacción<br />

tan grandez.<br />

ARTICULO 7<br />

¿Padeció Cristo en toda su alma?<br />

In Sent. 3 d.15 q.2 a.l q."3; a.3 q."2; De verít. q.26 a.3<br />

ad 1; a.9; Quodl. 1 q.2 a.unic.; Compend. theol. c.232<br />

Objeciones por las que parece que Cristo<br />

no padeció en toda su alma.<br />

1. Cuando padece el cuerpo, padece indirectamente<br />

(per accidens) el alma, en cuanto<br />

que es acto del cuerpo. Ahora bien, el alma no<br />

es acto del cuerpo según cada una de sus<br />

partes, porque el entendimiento no es acto<br />

de ningún cuerpo, como se dice en III De<br />

Anima . Luego parece que Cristo no padeció<br />

en toda su alma.<br />

2. Aún más: cada potencia del alma<br />

padece de su propio objeto. Pero el objeto<br />

de la parte superior de la razón son las<br />

raines eternas, en cuya contemplación y consideración<br />

se ocupa, como dice Agustín en XII De<br />

Trin. 35 . Ahora bien, Cristo no pudo padecer<br />

daño alguno de tales razones eternas, porque<br />

en nada le son contrarias. Luego parece<br />

que no padeció en toda su alma.<br />

3. Y también: cuando la pasión sensible<br />

se extiende hasta la razón, entonces se llama<br />

34. ARISTÓTELES, c.4 n.4 (BK 429a24); S. TH, lect.7.<br />

/ Justicia y satisfacción deben ser interpretadas dentro del dinamismo de la redención ya explicado<br />

(a.l sol.3). La misericordia divina transforma el corazón de Cristo que responde libremente y con

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